Acaban de entregar los resultados presidenciales. Las sorpresas en esa elección sumada a las parlamentarias suponen el cierre de un proceso en la política chilena. Uno podría decir que, con estos resultados, la transición se ha terminado y comienza un nuevo ciclo político en nuestro país.
Esta elección fue también un ‘déjà vu’ de las elecciones del 2009/2010. Si tomamos los datos, vemos que Piñera en esa oportunidad sacó un 44,06%. Si se suma la votación de él hoy, que es de un 36,64 y se suma la de Kast, 7,91, suma un 44,55%. De igual manera, la Nueva Mayoría, ex Concertación, obtiene con Alejandro Guillier el 20, 14%. Si se suma la votación de Carolina Goic, el 5,88%, se obtiene 28,54%. Frei obtuvo 29,6%.
Beatriz Sánchez, que para algunos de nosotros no fue una sorpresa, obtuvo cerca del 20,28%. ME-O en esa elección sacó 20,14%. En suma, un “déjà vu”, claro está con un contexto distinto: para esas elecciones, la Concertación se puso detrás de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y perdió. Hoy la Nueva Mayoría votó dividida y perdió también, pero el desastre a nivel simbólico es mucho mayor. Esto indica, que el declive del gran pacto que gobernó nuestro país venía desde hace tiempo camino al desastre, y si no fuera por Michelle Bachelet, la debacle hubiese llegado más temprano.
[cita tipo=»destaque»]El FA tiene la llave en estos momentos de la política chilena, es cierto. Pero Guillier y la Nueva mayoría tiene una gran responsabilidad. La responsabilidad de abrirse, de acoger a quienes quieren más cambios. La pelota está en su cancha, no en la cancha del FA.[/cita]
Así, los dos grandes perdedores son Piñera, que no logró sumar más del 40% y Guillier, al no llegar a lo que había obtenido Frei el 2009. O sea, no logran traspasar lo obtenido el 2009/2010. En ese sentido, Guillier ha sido el peor candidato en toda la historia de la Concertación/Nueva Mayoría. No es un buen candidato. Obtuvo un segundo lugar que alcanza apenas raspando. Todavía no ha ganado nada. Debería reconocer al menos, que su estrategia y la de NM fue completamente errada. Reconocer, que el país quiere cambios, y esos cambios ya no los puede dar ese viejo conglomerado por sí solo.
El gran ganador, es el Frente Amplio. Beatriz Sánchez, saca una excelente votación y a sólo dos puntos de Guillier. Además, logra 20 diputados y un senador. Pone a Guillier y la NM en una posición muy desmejorada.
Guillier ya no puede llamar a una simple negociación al FA. Lo que tiene que buscar es un pacto de gobierno con el FA y otras fuerzas. Pero eso supone que Guillier y la NM, deben abrirse a los temas que el FA considera intransables. Por ejemplo: No más AFP; educación gratuita y fin al CAE; cambios al sistema de salud; reforma laboral; cambio constitucional, entre otros. O sea, avanzar más allá de las reformas que impulsó la Presidenta Bachelet. Se trata de radicalizar la democracia y construir una sociedad más justa y con mayor equidad.
Entonces, estamos hablando de un nuevo pacto de gobierno. En ese sentido, se puede leer, que estas elecciones suponen el término de la transición. Se ha acabado una forma de hacer política que rigió a este país por cerca de 30 años. Entonces, la irrupción del FA se instala como una crítica a cómo se construyó la democracia de los pactos y “consensos” o en la medida de lo posible. Hoy no se está pidiendo en la medida de lo posible, es hacer posible, aquello que se negó; es considerar que es necesario hacer más cambios y más radicales.
En resumen, visto los resultados, la política chilena ya no es lo que fue. Hemos sido testigos de la emergencia de un nuevo bloque político que llega para quedarse y que intentará de instalar una nueva forma de hacer política. Que rompe con el binominal. En el fondo, estamos asistiendo al cierre de una forma de hacer política en nuestro país.
Por último, hay que decir, que la suma de todo el “espectro anti Piñera” es de más del 54% y Piñera con Kast integrado, sólo alcanza a un 44,55. O sea, si hay voluntad, si Guillier y la NM tienen voluntad de ser más radicales en los cambios que necesita nuestro país y acogen las demandas que surgirán, quizás y sólo si ocurre eso, sea posible construir un frente más amplio para derrotar a Piñera.
El FA tiene la llave en estos momentos de la política chilena, es cierto. Pero Guillier y la Nueva mayoría tiene una gran responsabilidad. La responsabilidad de abrirse, de acoger a quienes quieren más cambios. La pelota está en su cancha, no en la cancha del FA.