Publicidad

Alberto Mayol y el tren de la integración

Publicidad


La imagen del tren bala, construido por una red de universidades estatales junto a compañías extranjeras, financiado con dinero expropiado a las AFP, es una de las más ingeniosas acuñadas en las franjas de este año: transformar capital financiero en infraestructura pública. De nada sirve pretender matar esta idea esgrimiendo un par de cifras e ideas asustadas sobre factibilidad: baste recordar la actual visión, cada vez más plausible y persistente de una Asamblea Constituyente para Chile, a la luz confusa del opio con que, hace no mucho, se burlaba de ella un Escalona.

Como siempre, cifras, cálculos y el límite de lo posible, se ordenan detrás de voluntades y visiones de mundo, y no al revés. Los trenes vertebran territorios: un taco de camiones en el paso Los Libertadores bastará para saberlo, sobre todo cuando te cuentan además que un solo vagón de tren puede transportar la carga de ocho camiones que entorpecen carreteras.

Valga decir que un tren es una imagen de conectividad a la altura de los tiempos: del otro lado del mundo, China construye hoy día vías férreas que van integrando Eurasia, tejiendo los caminos de una globalización alternativa. A través de su iniciativa Belt and Road, el Dragón del imperio celeste aspira un día a conectar, a través de flujos expeditos de bienes y personas, Pekín y Berlín, vía Moscú. Apuntemos además aquí de paso, que esta ambiciosa propuesta china largamente denostada como inviable en medios occidentales, sirve para entender la conducta actual del imperio anglosajón, su más reciente estela de golpes e invasiones (Afagnistán, Ucrania, Norcorea) planificadas para cortarle las alas al Dragón, impidiendo la integración de Eurasia, que incluye crucialmente una temida amistad entre Rusia y Alemania.

[cita tipo=»destaque»]Encontramos que fue Mayol contrapunto racional a la socialdemocracia buena onda de RD (onda un Techo para Chile). Y que en la plaza pública, ventilando intimidades, lo tacharon de machista, y de incurrir en prácticas de vieja política, como si alguna vez hubiese algo nuevo bajo el sol o, ya que estamos, como si las vías férreas no hubiesen sido sistemáticamente degradadas en Latinoamérica por el mismo imperio anglosajón, vendedor de camiones, señor de una economía mundial basada en petrodólares, el mismo que mandó privatizar la educación. [/cita]

Por estos pagos Mayol, en su campaña, habló también de conectar a Chile con la extensa red de ríos navegables que discurren allende la cordillera, y con eso en mente propuso una solución de límites con Bolivia, basada en intercambios y acceso a vastas zonas comerciales, enarbolando un saludable guiño latinoamericanista en medio del vacío de ideas sobre política internacional, que caracterizó nuestras campañas 2017.

Pasando de la geopolítica al área chica, encontramos que fue Mayol contrapunto racional a la socialdemocracia buena onda de RD (onda un Techo para Chile). Y que en la plaza pública, ventilando intimidades, lo tacharon de machista, y de incurrir en prácticas de vieja política, como si alguna vez hubiese algo nuevo bajo el sol o, ya que estamos, como si las vías férreas no hubiesen sido sistemáticamente degradadas en Latinoamérica por el mismo imperio anglosajón, vendedor de camiones, señor de una economía mundial basada en petrodólares, el mismo que mandó privatizar la educación.

Tras su fallida (pero fecunda en imágenes opioides), apuesta presidencial, quisieron tratarlo como a uno más del montón, dejándolo por secretaría afuera de las parlamentarias. Sabemos después lo que pasó. Epílogo de la saga (en esta pasada) sea tal vez su reciente entrevista con The Clinic, donde ofrece retratos mínimos, pero maestros, de la NM y RD.

Ante la baja estofa de la política chilena, encarnada a la perfección por un Kast patibulario que vuelve de la cárcel avisando que Krassnoff puede ser un angelito, o por el cuchillo sin sangre (humana) de Fulvio, ante la ceguera de tanto opinólogo frenético ocupado en apuntalar un modelo cuya legitimidad se cae a pedazos (y está en verdad herida de muerte), leer las opiniones de Mayol resulta refrescante.

Saluda ahí, por ejemplo, la participación de RD en el último gobierno. Y, en efecto, es la “colaboración crítica” una fórmula laudable, subsidiaria de una visión gramsciana del Estado, como un tablero de ajedrez donde siempre habrá trabajo por hacer. Para transformar la política se requieren nuevas formas de ejercicio del poder, y el ensayo de RD puede verse como un intento en ese sentido.

Con respecto de la NM, el juicio de Mayol es acertado y lapidario: “destruyeron a sus propios renovadores”, dice, “ahí está gran parte de la oportunidad que se nos abrió”. Y es cierto que, si la vieja Concertación traicionó largamente a los pobladores, a la iglesia solidaria y al movimiento estudiantil, la NM permitió, por falta de ñeque, que esos mismos cuadros vampíricos siguieran aferrados al poder, estrangulando liderazgos de recambio.

Y ahora que, finalmente, infantilmente, el FA no llamó a votar por Guillier, como si ese horizonte de transformación social atisbado durante ocho años de Piñera-Bachelet, no fuese a quedar fácticamente más distante después de cuatro más de piñerías (y peor, con un Kast empoderado a la derecha, crisis migratoria y alza evangélica), ahora también esa reciente ex-juventud traicionada en el seno de la NM, esa renovación abortada, puede hacer suyas las palabras de Mayol: los díez días de claustro RD que concluyen sin llamado explícito a votar por el senador Guillier, constituyen una “negligencia imperdonable”. Por hacer poesía barata, el FA se farrea forzar una negociación que muy bien podría haber acordado unos cinco puntos (calcula al ojo Mayol), una común hoja de ruta ejecutivo-legislativa para los 4 años que vienen.

Miremos ahora el vaso medio lleno: notaremos que el cambio cultural permanece abierto para el trabajo de esas izquierdas que, a través de una colaboración crítica, podrían acoplar diagnósticos y prácticas políticas, como subidos a un mismo tren de la integración. Síntoma del cambio cultural es justamente este fenómeno de desacoplamiento entre las herramientas técnicas de dominio, como las encuestas y los medios de comunicación, respecto de los saberes populares. Y son los saberes populares lo que hay que articular para arbrirle a Chile un porvenir decente.

En ese camino encontrarán (viejas) ideas nuevas las postergadas renovaciones del PS y el PC, así como apoyo territorial y experiencia los actores del FA. Nuevas formas surgirán, y acaso incluso algo de esa vieja alegría que nos prometieron el 88, para luego destruírla casi entera, a punta de engaños, a punta de traiciones, a punta de salmoneras y colusiones del confort, de los remedios, de los pollos, de los pañales, mientras los altos mandos militares y policiales robaban a manos llenas, y en el sur las fuerzas especiales hacían de guardias de seguridad para hidroeléctricas y forestales, matando varios mapuches por la espalda.

Es fácil explicarse por qué a un votante consciente del FA podría costarle votar por la NM: no se creen que sea tanta la impotencia del gobierno, o el descontrol acumulado del país, o que no hubiera en alguna parte alta traición para explicar semejante sarta de barbaridades. Y eso que a la lista de mierda todavía hay que agregarle los niños muertos del SENAME, los jóvenes incinerados en la cárcel San Miguel (nacieron pobres, y muchos fueron presos solo por haber portado un par de pitos), los jóvenes (pobres) sepultados bajo las nieves en Antuco y para qué seguir. Para no hablar de los incendios forestales, que nos ayudan a colocar, como bien hace RD, de inmediato el acento en lo ecológico, en la disfuncionalidad generalizada de nuestras formas de vida, de nuestro modelo que, moralmente, se cae literalmente a pedazos.

De ahí a entender que el régimen neoliberal debe ser desmantelado lo más pronto posible (rápido, antes de llorar y porque, como dice una publicidad de Visa, la vida es ahora), vía asamblea constituyente y expropiación de las AFP, hay un pequeño paso grande.

No perdamos de vista el horizonte y evitemos, digo yo, por último o por lo menos, el crecimiento de los Kast, que en cualquiera de sus dos versiones, conservadora o liberal, abrazan parecido paquete de ideas económicas, ofreciéndonos imágenes como esa de una fila-país en la que, eso sí, menos mal, habría que poner primeros a los niños.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias