Estamos frente a la polarización política más evidente del Chile transicionado, la dualidad en todo su esplendor, sin embargo, en un proceso anterior a la gran disputa, hay quienes han pretendido acercar a Chile a la postura internacional de Bolivia, Cuba, Venezuela, Irán y Pakistán. En una estrategia extremista con embajadores claros en Chile, impulsan un boicot exclusivo al Estado de Israel, y para ello, pretenden utilizar los poderes del Estado a su favor.
Un ente extraño invadiendo el cuerpo representativo de Chile, la situación es muy comparable al funcionamiento de los virus informáticos; encontramos lo que en el mundo digital se denomina un “exploit”, una secuencia de acciones que se utilizan con el fin de aprovechar la vulnerabilidad del destinatario digital, generalmente para insertar un virus. Este virus se llama BDS.
Durante la primera vuelta, las entidades palestinas en Chile, no tuvieron problema en publicar una lista de 34 candidatos a Diputados y Senadores, intentando asegurarles votos a cambio de una postura radical sobre el conflicto palestino-israelí, algunos de ellos incluso tomando el tema palestino como única bandera de lucha, sin propuestas para Chile o para los chilenos.
Como mencionamos en una columna anterior, el Diputado afín a las posturas extremistas palestinas, Patricio Vallespín, exigió a SERVEL investigar la legitimidad de voto de 20 chilenos inscritos en territorios fuera de la línea de 1967 que mostraban residencia en Israel como país, pidiendo que esto fuese modificado. La respuesta oficial fue conciliadora y explicó que no había una implicancia política en la inscripción.
A pesar de esto, a petición de la Honorable Cámara de Diputados, en voz de Vallespín (quién no será parlamentario en la próxima cadencia), se invirtieron recursos estatales un mes antes de las elecciones para cambiar el existente padrón electoral, solo para la circunscripción de Tel Aviv, dejando a 16 chilenos viviendo en “Territorio palestino ocupado”.
Si la intención, según el mismo MINREL era; “no generar un discurso político”, cambiar el padrón electoral solo 30 días antes de las votaciones, es precisamente lo que anunciaban no buscar, no existe interpretación que se aleje de la admisión de una postura política evidente.
Lo más gravoso es que Chile no ha reconocido fronteras para Palestina y por sobre esto, no son públicos los criterios que se usaron para fijarlas en cuanto al padrón electoral.
Por encima de esto, las facciones extremistas chileno-palestinas han logrado infiltrar influencia directamente de grupos radicales extranjeros al Ministerio del Exterior de Chile. Suena exagerado, pero lamentablemente, es cierto.
[cita tipo=»destaque»]Hace solo días, se aprobó en el Senado un añorado acuerdo de cooperación en materia aduanera entre la República de Chile y el Estado de Israel, un avance considerable en la relación comercial de ambos países, producto del trabajo constante de las Embajadas de ambos países, y de las comisiones específicas. Este acuerdo conlleva beneficio económico para ambos Estados. [/cita]
El 26 de Octubre, Tayseer Khaled, representante de una facción no gubernamental palestina, cerrada al diálogo de paz y que no forma parte de la Autoridad Nacional Palestina, fue presentado al Subsecretario de RR.EE. Edgardo Riveros, como “representante de Mahmoud Abbas”.
Khaled visitaba Chile en el contexto de un conglomerado palestino latinoamericano, sin facultades políticas para asumir roles internacionales.
Tras esta confusa y liante visita a puertas cerradas, y a solo una semana de la celebración organizada por el gobierno británico de la famosa Declaración Balfour (uno de los precedentes políticos más relevantes en el reconocimiento del derecho a existencia de un Estado para el pueblo judío), a diferencia de todos los países desarrollados del mundo, Chile envía una orden a su cuerpo diplomático en Reino Unido de no asistir, ni siquiera aceptar una invitación al evento.
El hecho fue publicado junto con el agradecimiento de Khaled al gobierno de Chile en la prensa escrita y televisión palestina, sin mención alguna en medios de comunicación chilenos anteriores a esta columna.
Las influencias de parlamentarios afines a movimientos de boicot internacionalmente ilegales, junto con el engaño de parte de las instituciones palestino – chilenas al MINREL para validar a un extremista, solo demuestran la vulnerabilidad de la política chilena frente al extremismo y al radicalismo.
Frente a esta preocupante premisa de la prensa palestina, decidimos como Comunidad Chilena de Israel, presentar una carta de reclamo y consulta al Ministerio, aún incrédulos de la radicalización del cuerpo gubernamental que nos relaciona directamente con nuestro país de origen.
Diez días pasaron hasta que obtuvimos una respuesta escrita, firmada por el Embajador para Medio Oriente y África, Hernán Mena.
La carta demuestra la falta de preparación de Cancillería frente a estas temáticas, abogando porque la “Declaración Balfour” solo representa los derechos políticos de Israel y no de Palestina.
¿Realmente debemos explicarle a Cancillería que no existían facciones políticas representativas árabes palestinas en 1917? Ni siquiera existía el concepto de Israel como Estado, lo que se plantea es la legitimidad de un pueblo a vivir en su tierra ancestral, en un lugar donde no existía un Estado soberano y era controlado por Gran Bretaña.
Se intuye también lo fácil que debió ser para un extremista como Khaled, integrar su concepción política en el discurso, ya que sobre él no hubo referencia alguna en la respuesta, a pesar de ser consultada su representatividad gubernamental.
Sobre la cuestionable modificación del padrón electoral de Tel Aviv, se cita a la Cámara de Diputados como gestores. A pesar de insistir al menos tres veces en la breve carta en que no refleja la posición de Chile, simplemente se responde a la inquietud afirmando que se hizo y punto.
Son las anteriores, evidencias de una clara posición política frente a la misma existencia de Israel, sin embargo, ésta no es la postura oficial de Chile.
Hace solo días, se aprobó en el Senado un añorado acuerdo de cooperación en materia aduanera entre la República de Chile y el Estado de Israel, un avance considerable en la relación comercial de ambos países, producto del trabajo constante de las Embajadas de ambos países, y de las comisiones específicas. Este acuerdo conlleva beneficio económico para ambos Estados.
Esta es la razón por la que Chile no debe permitirse albergar una ideología tan odiosa como es el movimiento BDS, vemos como ha infectado la cámara baja, algunos conglomerados estudiantiles y como intenta penetrar en las decisiones gubernamentales con breves éxitos insípidos.
BDS es el virus de la política exterior chilena, Los hackers aún están libres y necesitamos mejorar la seguridad del “sistema operativo”.
Destaque: