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Pensar la educación y la creación artística desde la diferencia Opinión

Pensar la educación y la creación artística desde la diferencia

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Loreto Bravo Fernández
Por : Loreto Bravo Fernández Directora Ejecutiva de Balmaceda Arte Joven.
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“¿Sabes qué significa vivir 11 años sin poder comunicarme con la mayoría de la gente que me rodea? ¿Sabes lo que significa que casi nadie entienda la vida como yo la entiendo? No. No lo sabes”. Así fue el relato de una niña sorda de 11 años, en medio de la actividad de cierre de la Semana de Educación Artística 2018 (SEA), organizada por el Ministerio de las Culturas las Artes y el Patrimonio junto al Ministerio de Educación, Unesco, Universidad de Chile y Balmaceda Arte Joven, que concluyó la semana pasada y que tuvo como lema ‘la expresión de la diferencia’.

La decisión de levantar ‘el respeto a la diversidad’ como eje de nuestra campaña, nos condujo a un debate profundo sobre el riesgo que corre esta noción cuando es utilizada como mero discurso de corrección política. Como la pura idea de ‘diversidad’ nos pareció inasible, nos lanzamos a convocar la participación de la comunidad escolar en torno ‘al valor de la diferencia’. Nuestra premisa para asumir esta línea de trabajo fue que las diferencias que nos caracterizan, inherentes a la condición humana, producen desigualdad social porque se leen en referencia a un modelo de normalidad hegemónico. Sin embargo, pueden ser valorizadas por la educación artística para constribuir al desarrollo de todos y todas desde la propia integridad e identidad. La educación artística permite abordar, cuestionar y enfrentar múltiples discriminaciones por cuanto es consustancial al desarrollo del pensamiento crítico; es también -comprobadamente- un dispositivo de desarrollo de habilidades múltiples. Y porque, entre otros valores, la formación artística es una oportunidad de encuentro humano en torno a la creación.

Entre muchas opciones de entrada, elegimos poner en circulación la pregunta sobre ¿cuál es tu color de piel? para que numerosos/as estudiantes y profesores/as -de la mano de la artista, fotógrafa y conferencista brasileña, Angélica Dass- constataron que no hay nada más falaz que el color piel; ser de color blanco o de color negro es una mentira útil, a la que nos hemos resignado para segregar y discriminar a grandes conglomerados humanos. La gradiente de color entre pieles claras y oscuras es infinita. Como las diferencias que nos hacen ser quienes somos, con iguales derechos y deberes para con la comunidad humana.

[cita tipo=»destaque»]Vivir siendo válidos y valiosos en nuestra diferencia, es una cuestión de poder. Estamos profundamente desafiados a construir ese poder de transformación a contrapelo del poder que segrega y discrimina hegemonizando un solo modelo de normalidad. Tenemos que seguir trabajando para que el paradigma educativo de las artes, colaborativo y auto reflexivo, permee un sistema de educación devoto de la competencia, el que a juzgar por sus resultados, nos está haciendo cada vez menos felices.[/cita]

La participación del mundo escolar fue masiva. La experiencia ha sido muy valorada por profesores/as y estudiantes de todo Chile. Lo que no teníamos contemplado era quedar expuestos con pocas herramientas a la urgencia de dialogar con expresiones artísticas de paradigmas sensitivos no mayoritarios y validar su aporte a la cultura. Nos quedamos sin palabras para responder cómo la educación artística se hace cargo en igualdad de condiciones y oportunidades de estas experiencias estéticas diferentes , que conmueven a cuerpos impedidos de movimiento, que tienen contenidos visuales en personas que no pueden ver, o hacen del lenguaje de señas poesía y performance, con voz propia, sin tener que ser traducidas a la ‘lengua sonora’ de la mayoría; sin tener que ocupar el lugar de la excepción, sino ser partícipes de un capital cultural compartido.

Muy importante: no se trata de estrategias de denuncia de una condición particular. No estamos hablando de accesibilidad para los espacios convencionales del arte (aunque también es una necesidad). Se trata de creatividad y creación, potencial de todos los cuerpos y condiciones, con estrategias propias para definiciones no convencionales. Desde este lugar surgen nuevas preguntas: ¿quién configura el canon? ¿quién se atreve con curatorías y críticas en un nuevo marco de definiciones y que a la vez eludan el paternalismo y la condescendencia?.

En un contexto de intensa interacción con lenguaje de señas, nos quedamos sin habla. Incomunicados con nuestro propio deseo de integración para que la valoración de nuestras diferencias devenga en un legítimo lugar en el mundo para todos/as, en interacciones también legítimas. No es integrar la palabra entonces. Se trata de cuestionar el paradigma de lo bello y dar espacio a otra forma de entender la educación y la creación artística, en la certeza de que hay artes visuales sin visión, artes sonoras sin oído, artes del movimiento en cuerpos quietos.

Vivir siendo válidos y valiosos en nuestra diferencia, es una cuestión de poder. Estamos profundamente desafiados a construir ese poder de transformación a contrapelo del poder que segrega y discrimina hegemonizando un solo modelo de normalidad. Tenemos que seguir trabajando para que el paradigma educativo de las artes, colaborativo y auto reflexivo, permee un sistema de educación devoto de la competencia, el que a juzgar por sus resultados, nos está haciendo cada vez menos felices.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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