Si bien se ha hablado mucho de la Nueva Revolución Industrial en sí y del impacto que esto tendrá en diversas áreas del quehacer cotidiano de las personas, desde la manera de comunicarnos hasta, inclusive, la empleabilidad, lo cierto es que esta industria 4.0 ya está en proceso y la transición hacia nuevos sistemas digitales marcarán la pauta en todo el mundo.
Pero, ¿cómo entender esta nueva etapa de la Revolución Industrial? Un ejemplo claro de cambio será el mercado laboral. Según un estudio de “The future of Jobs”, más de un 60% del trabajo tal como lo conocemos cambiará, dándole espacio a que la demanda de perfiles digitales siga creciendo.
Esto también se verá reflejado en la automatización de la manufactura, donde habrá total independencia de la mano de obra humana debido a sistemas ciberfísicos, que combinan maquinaria física con procesos digitales, donde la toma de decisiones será posible mediante el internet de las cosas y el cloud computing o nube.
La utilización de la nanotecnlogía, impresoras 3D, ingeniería genética son sólo en puntapié inicial de lo que traerá esta Cuarta Etapa de la Revolución Industrial. Expertos ya hablan de que en el futuro se generarán empleos inimaginables para el ser humano actual y que sus coletazos afectarán la seguridad geopolítica y los marcos éticos, entre otros aspectos.
[cita tipo=»destaque»]Queda claro que algunas de las competencias que cada persona tiene hoy, tendrán que ser mejoradas o derechamente modificadas para adherir a esta revolución que ya se está instaurando en el país.[/cita]
Esta revolución también tendrá cambios económicos importantes: de acuerdo a la proyección de International Data Corporation (IDC), el mercado de Internet de las Cosas (IoT) crecerá un 25% en Chile durante este año, alcanzando aproximadamente los US$ 654 millones. Asimismo, se estima que un 90% de los ingresos generados por esta tecnología corresponderá a la implementación de soluciones IoT empresariales
La Cuarta Revolución traerá consigo mejoras en la calidad de vida de poblaciones enteras, sin embargo, se habla de que sólo el proceso de transformación beneficiará a quienes sean capaces de innovar y adaptarse.
Actualmente ya estamos evidenciando los primeros cambios en nuestro país. Por ejemplo, varias empresas ya están invirtiendo en mayores canales digitales y en contratar expertos en estas áreas para que puedan dar un giro en su negocio tradicional, llevándolo hacia una funcionalidad corporativa de la mano de la accesibilidad a los servicios y nuevas tecnologías.
Queda claro entonces que algunas de las competencias que cada persona tiene hoy, tendrán que ser mejoradas o derechamente modificadas para adherir a esta revolución que ya se está instaurando en el país.