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Crisis en América Latina: Chile debe permanecer en Unasur Opinión

Crisis en América Latina: Chile debe permanecer en Unasur

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Raúl Allard N.
Por : Raúl Allard N. Director del Magíster en Relaciones Internacionales PUCV
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Se ha transformado casi en un lugar común plantear que Chile y otros países democráticos y estables deben salirse de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).

Las razones son variadas desde la “proliferación”  de organismos y que bastaría con la OEA, que UNASUR fue creada por Hugo Chávez y Lula Da Silva, respondiendo a las visiones que representan actualmente al Presidente Maduro y sus políticas irresponsables. Otros agregan que el hecho de que los Estados miembros no hayan podido ponerse de acuerdo en un Secretario General significaría lo inefectivo del organismo: en realidad es sólo un desafío a la capacidad de los países para velar por sus propios intereses.

Durante dos siglos, América Latina (hoy junto al Caribe e incluyendo los países de habla inglesa) no ha podido influir en el mundo de acuerdo a su territorio, población y nivel económico y cultural. La idea de Simón Bolívar de una gran confederación chocó con la desconfianza frente a nuestras propias posibilidades de alcanzar solos nuestra propia estabilidad. Además, se trataba en ese momento de privilegiar la independencia como nación, lo que resultaba razonable.

[cita tipo=»destaque»]La existencia de UNASUR es positiva para América Latina y Sudamérica y nos ha permitido representar a nuestros pueblos y sus necesidades  en foros internacionales, en un mundo con una multiplicidad de actores y un contexto progresivamente más complejo para la diplomacia.[/cita]

Sin embargo, la suma de décadas sin instituciones propiamente latinoamericanas sólo sirvió para que las repúblicas no adquirieran nunca el peso colectivo en el sistema internacional que corresponda a su peso intrínseco. Somos en muchos aspectos alrededor del 10% del sistema internacional y no participamos en las grandes decisiones.

Mi experiencia de 12 años en la OEA me demostró que esta Organización es necesaria como espacio de diálogo con Estados Unidos y que, como dijo un Secretario General, si no existiera habría que crearla. Pero, la realidad es que en muchos problemas de importancia, como por ejemplo eliminar o cambiar radicalmente el veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas o permitir a otros miembros permanentes -entre ellos de América Latina- aparecen intereses contrapuestos con EE.UU., potencia con la que es posible llegar a acuerdos en temas de democracia, lucha contra el narcotráfico, la defensa de los Derechos Humanos, donde el Sistema Interamericano tiene mecanismos y una Corte en San José.

Sin embargo, el no tener un sistema político fuerte, propiamente latinoamericano como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), antes de su grave crisis lo era UNASUR, incrementa la asimetría de poder con la gran potencia mundial que es nuestra vecina, lo que incluso afectará para avanzar hacia un diálogo más igualitario.

El origen de la Unión vinculada a Chávez y Lula, debería ser menos decisivo que el rol de coordinación de políticas que UNASUR puede y debe jugar. En sus primeros años de funcionamiento, el bloque fue capaz de instalar una decena de consejos suramericanos en diversas áreas de desarrollo social, defensa y desastres naturales, en los que se avanzó en la coordinación de políticas, temas que indudablemente favorecen la identificación de áreas de cooperación.

Además, Sudamérica y sus 12 países -constituye un área natural para acciones de cooperación y para concertar políticas que puedan dar resonancia colectiva al conglomerado. Y más aún, en coordinación con la CELAC que son 33 países, que ha dialogado consistentemente con la Unión Europea y China.

¿Gana algo Chile si UNASUR se hunde? Nada, pues los demás esquemas multilaterales seguirán existiendo, pero en lo propiamente político latinoamericano, que ha sido lo esquivo, seguirá siendo muy débil. Lo relativo a la proliferación de organismos no es un real problema: son los Estados y sus gobiernos los que soberanamente deciden qué problemas llevar para su tratamiento y a qué organismo.

Colombia anunció que se saldrá de la Unión. Sin ir más lejos, cuando el anterior gobierno colombiano buscó una sede para llevar adelante el proceso final de conversaciones con las FARC se pronunció por Cuba, un país de la CELAC, como lugar de encuentro. Cuba tiene muchas diferencias con los países del Grupo de Lima, pero en política internacional latinoamericana puede aportar. Ese tipo de razones se aplican también a mi juicio a UNASUR.

Por lo demás, la “excepcionalidad” chilena radicaría en su capacidad de desarrollo estable y sobre esa base facilitar acuerdos con otros países para maximizar nuestra capacidad de afectar el sistema internacional.

A nosotros nos conviene la existencia de UNASUR, nos permite operar más efectivamente en un subcontinente enorme, en el que siempre hemos tenido gravitación y relaciones complejas con los vecinos.

El tema pendiente será Nicolás Maduro. Mirado con cierta altura, es difícil entender que los países del Grupo de Lima, que ha criticado con justicia el régimen venezolano decida destruir UNASUR porque no ha sido capaz de propiciar un acuerdo en Venezuela: nadie ha sido capaz de ello.

La existencia de UNASUR es positiva para América Latina y Sudamérica y nos ha permitido representar a nuestros pueblos y sus necesidades  en foros internacionales, en un mundo con una multiplicidad de actores y un contexto progresivamente más complejo para la diplomacia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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