Señor Director:
Cuando en política se producen desacuerdos entre quienes deberían tener un mismo discurso la incomodidad se hace presente no solo en el lenguaje verbal, sino sobre todo en gestos y rituales.
Es lo sucedido con la decisión del gobierno de abstenerse, en último minuto, de firmar el Pacto sobre Migración de las Naciones Unidas.
Ha sido evidente el desacuerdo entre el Ministerio del Interior y la Cancillería al respecto. El lenguaje no verbal es más contundente que lo expresado con palabras. El gesto de incomodidad expresado en el semblante del canciller es elocuente e insoslayable.
Y las reacciones políticas responden al libreto esperado: para la oposición es una dádiva detectar una fisura en el discurso oficialista. Sus representantes harán todo lo posible por sacarle partido a este desacuerdo.
En el caso del gobierno la respuesta tampoco es original: en primera instancia negará la existencia de la controversia, lo que resultará infructuoso. Tendrá que ser entonces su máximo representante, el Presidente de la República, quien entre a arbitrar en la materia con intervenciones reiteradas sobre el tema.
La tercera etapa es esperar que el asunto pierda actualidad y pase a segundo plano.
Un libreto preestablecido, pero siempre interesante en materia de comunicación política.
Jorge Gillies,
Académico de la Facultad de Humanidades y Tecnologías de la Comunicación Social UTEM