569.600 hectáreas. Esa fue la cifra que dejó la tormenta de fuego que arrasó con los bosques y hogares entre las regiones de Coquimbo y Los Lagos en el verano del año pasado. En comparativa, el mega incendio emitió 3.5 veces más emisiones de gases que todo el parque automotriz chileno en un año. Sin embargo, en lo que va del 2018, la Conaf entregó un balance positivo: un 95% menos de las zonas afectadas por incendios respecto del período 2016-2017.
Pese a estos avances, los incendios son un peligro latente en el país y no podemos volver a batir este triste récord. Junto a un grupo de expertos de diversos países, trabajamos en un modelo preventivo de optimización matemática. Esto quiere decir que, para evitar la propagación del fuego, se desarrolló un modelo de planificación forestal de cosechas, integrando el aspecto económico y la protección en la expansión del fuego mediante la creación de cortafuegos que retrasen los incendios.
Si bien se sacrifica en términos económicos en los primeros periodos, esto se recupera al tener menos incendios y por ende, menores pérdidas en periodos posteriores. Este enfoque de planificación forestal, llamado fuel management (manejo de combustible), también considera disminuir el impacto de incendios a través de la limpieza del bosque de material combustible, como maleza, ramas y arbustos.
[cita tipo=»destaque»]Históricamente, las estrategias de lucha contra incendios han apostado por los medios de extinción, y en mucho menor grado, por políticas de manejo forestal de prevención. Se han desarrollado con éxito modelos para planificar las necesidades de elementos de supresión de incendios como helicópteros, brigadas de bomberos o el supertanker. Pero también hubo éxito en el desarrollo de modelos que en tiempo real programan el despliegue de los elementos de supresión del avance de incendios. Simulación de incendios en base a información de clima y viento, topografía del terreno, características del bosque y otro material inflamable como maleza, que han sido efectivos en visualizar la dirección de propagación del incendio.[/cita]
Históricamente, las estrategias de lucha contra incendios han apostado por los medios de extinción, y en mucho menor grado, por políticas de manejo forestal de prevención. Se han desarrollado con éxito modelos para planificar las necesidades de elementos de supresión de incendios como helicópteros, brigadas de bomberos o el supertanker. Pero también hubo éxito en el desarrollo de modelos que en tiempo real programan el despliegue de los elementos de supresión del avance de incendios. Simulación de incendios en base a información de clima y viento, topografía del terreno, características del bosque y otro material inflamable como maleza, que han sido efectivos en visualizar la dirección de propagación del incendio.
Considerando medidas de largo plazo de prevención de la expansión de incendios se está desarrollando modelos que optimizan una combinación del valor de explotación del bosque, con una política de mitigación de futuros incendios, a través de la creación de cortafuegos que protegen áreas de mayor valor y sobre todo ralenticen el avance del fuego a sectores poblados. Ahí se crea una natural opción entre el valor de la explotación del bosque, las inversiones en elementos de supresión de incendios y el riesgo del daño causado por los incendios.
Así pues, parece lógico que si se quiere minimizar o reducir el problema de los incendios forestales se debe aplicar una política de prevención activa, eficiente y sostenida, integrada en la gestión forestal. En este contexto, se deben implementar modelos de optimización matemáticos que sean capaces de incorporar explícitamente el riesgo de incendios en la planificación de la gestión forestal, como una herramienta fundamental para una prevención activa.