Señor Director:
Después de consultar a través de la página web de La Real Academia Española, en su sección de consultas, respondió que la palabra aparece en el diccionario de americanismos “donde se registra como despectivo”. El diccionario especifica que ‘veneco’ es un adjetivo que significa “relativo a Venezuela”.
Esta expresión escuchada en los últimos meses con cada vez más fuerza en las calles de Barranquilla, en Colombia a la que algunos se acogen pero la gran mayoría rechaza en particular los oriundos del vecino país, alegando que su gentilicio es; Venezolanos(a) y que rechazan el término ´veneco´ (a) » porque este mismo tomó fuerza al utilizarlo para referirse a las mujeres que practican la prostitución y que provienen de esta nación.
Marielis De Los Ángeles Leal Suárez, nacida en la ciudad de Maracaibo del estado Zulia (marabinos, maracaiberos o maracuchos) hasta los «dientes» se encuentra viviendo y trabajando en la capital del Atlántico hace ya varios meses. Leal Suárez manifiesta su descontento con los colombianos que se refieren a ella u otras personas de su misma nacionalidad como «veneca». «En lo personal si me molesta ese término, no me agrada que me llamen así. Por otro lado la mayoría de la población que dicen ´veneca´ son hombres casi siempre refiriéndose a la mujer asociándolo a ‘ganado’ ósea carne fresca, o nueva, es algo que sobre pasa una simple palabra». Puntualizó, la maracucha.
De mí parte y al igual que mi entrevistada manifiesto mí descontento al llamarlos así. Nada mas el otro día iba en una buseta de transporte público de la ciudad y sonaba esa emisora guapachosa, currambera, repelente y alegre tal cual como somos los «quilleros” pero unas palabras marcaron mi viaje, mi día y hasta la visión de mi profesión (respecto a como se comportan algunos colegas) el locutor quien después de dar una noticia en relación a abuso sexual señaló lo siguiente respectivamente » porque se ponen en eso habiendo tanta ‘veneca’ en 5 mil pesos». Fue un momento vergonzoso, en el que sentí pena ajena y tristeza por él como profesional y persona, además por el insulto que de seguro si mi novia o muchas mujeres escucharan les dolería, por lo humillante y degradante que llega a ser una aseveración de tal magnitud.
Tenemos entonces, los colombianos la tarea de hacerlos sentir como en casa (aunque nunca sea igual) no solo porque en algún momento ellos nos tendieron «la mano» si no como seres humanos, como ciudadanos y como hermanos que somos. Debemos dejar aún lado esos “chistes” y señalamientos que hacemos por hacer, por hablar y hasta el punto de excusar nuestro fracaso con la búsqueda de empleos (manifestando que los venezolanos nos están quitando los puestos de trabajo) es que acaso usted es un incapaz? Y qué decir de algunas mujeres que susurran que las venezolanas se están quedando con sus hombres como si nosotros fuéramos mercancía o una «vaina» así.
Ante este panorama, debemos desde los distintos medios impulsar ideas que minimicen las conductas en las que se vean vulnerados los derechos de un ser humano sin importar su nacionalidad. Por eso evitemos gritar improperios a diestra y siniestra en las emisoras, contra nuestros connacionales, como ya lo han hecho varios “personajes” cómo si esto se tratara de un Reality Show de esos que están de moda.
Miguel Silvera Padilla