El martes 1 de enero, junto con el comienzo de un nuevo año, se inauguró en Brasil una nueva etapa política, marcada por la asunción de Jair Messias Bolsonaro a la Presidencia de la República. Bolsonaro, representando a la ultra derecha brasilera, y haciendo honor a su segundo nombre, el de “Messias”, se presentaba como el gran salvador de esta nación, prometiendo combatir la corrupción, la delincuencia y la crisis económica.
Su misión “mesiánica”, apoyada fuertemente por sectores evangélicos, es un referente no solo en Brasil, sino que tiene un respaldo generalizado en la extrema derecha de Estados Unidos, América Latina, Europa y otras regiones del mundo. Un referente fundamental de Bolsonaro lo constituye el presidente Trump. El eslogan de “America first”, el que se repite en algunos países europeos, con una “Polonia primero” o “Italia primero”, llega también al Brasil de Bolsonaro: “Brasil por encima de todo y Dios por encima de todo”.
En la ceremonia de asunción del 1 de enero, destacan dos importantes jefes de gobierno extra continentales, mostrando de alguna manera hacia donde se dirige la política exterior del nuevo presidente brasilero: Víctor Orbán de Hungría y Benjamín Netanyahu de Israel. Orbán, de la Unión Cívica Húngara, llegó al poder en 2010. En las elecciones de 2018, el líder húngaro obtuvo una aplastante victoria electoral, logrando el 49% de los votos, y la tercera victoria consecutiva, luego de 2010 y 2014. Orbán ha promovido una política nacionalista, colocando el acento en Dios, el cristianismo, la patria y la familia tradicional. La situación de Hungría, algo similar ocurre en Polonia, ha sido objeto de preocupación de las instituciones europeas. En septiembre de 2018, debido a su deriva autoritaria, el Parlamento Europeo decidió aplicar a Hungría el artículo 7 del Tratado de la Unión Europea, lo que implica sanciones como suspender el derecho de voto en asuntos comunitarios.
[cita tipo=»destaque»]En síntesis, Jair Bolsonaro es solo un ejemplo de una derecha nacionalista que se expande por diferentes partes del mundo, en búsqueda de “salvadores” que pretenden refundar sus respectivas naciones. No se trata de casos aislados, sino que de un fenómeno que tiene alcance global: el auge de la extrema derecha. Desde el 1 de enero de 2019, los ultra nacionalismos europeos, representados por Orbán en Hungría, Le Pen en Francia, Salvini en Italia, solo por mencionar algunos casos, pueden sumar a un nuevo socio, esta vez al otro lado del Atlántico: el Brasil de Bolsonaro. Estos son solo algunos ejemplos de una nueva marea que amenaza con transformar el mundo y que nos recuerda que las dictaduras militares y los fascismos de cualquier signo no son cosa del pasado.[/cita]
Otro de los invitados extra continentales presentes en la ceremonia de Bolsonaro era el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, representante de una coalición de gobierno formada por sectores nacionalistas, ultra nacionalistas y religiosos ortodoxos. En julio de 2018, con el apoyo de Netanyahu, el Parlamento israelí aprobó una ley que establece que Israel es un “Estado nación judío”, considerando a Jerusalén, incluyendo la parte oriental de la ciudad, como capital del Estado. Este tema, el de Jerusalén, es precisamente uno de los principales en la agenda internacional de Bolsonaro, que marca una nueva política exterior de Brasilia hacia el Medio Oriente: el traslado de su Embajada desde Tel Aviv a Jerusalén, medida solo implementada hasta ahora por Estados Unidos y Guatemala.
Bolsonaro tiene otros aliados importantes. Cabe recordar que el 8 de octubre de 2018, tras producirse su victoria, Matteo Salvini, vicepresidente italiano, perteneciente a la Liga del Norte, y Marine Le Pen, líder de Agrupación Nacional (antes Frente Nacional), llegaron a un acuerdo en Roma. Ambos líderes europeos crearon un “frente de la libertad”, destinado a convertirse en los “salvadores” de Europa, haciendo frente a Bruselas y a las instituciones comunitarias europeas. Como parte de este frente, tanto Salvini como Le Pen saludaron fervientemente la victoria de Bolsonaro.
En síntesis, Jair Bolsonaro es solo un ejemplo de una derecha nacionalista que se expande por diferentes partes del mundo, en búsqueda de “salvadores” que pretenden refundar sus respectivas naciones. No se trata de casos aislados, sino que de un fenómeno que tiene alcance global: el auge de la extrema derecha. Desde el 1 de enero de 2019, los ultra nacionalismos europeos, representados por Orbán en Hungría, Le Pen en Francia, Salvini en Italia, solo por mencionar algunos casos, pueden sumar a un nuevo socio, esta vez al otro lado del Atlántico: el Brasil de Bolsonaro. Estos son solo algunos ejemplos de una nueva marea que amenaza con transformar el mundo y que nos recuerda que las dictaduras militares y los fascismos de cualquier signo no son cosa del pasado.