Señor Director:
La educación particular pagada, alrededor de un 8% (325.000 estudiantes) de la matrícula total en Chile, solo se justifica por la necesidad de formar a una parte de las elites de acuerdo con proyectos que busquen servir al país en el proceso educativo mismo, y en el futuro como resultado de esa formación. Una escuela particular pagada, no tiene ninguna razón de existir si en su proyecto no está el componente de servicio a la sociedad como un elemento central. Esto cobra mayor importancia en una sociedad desigual y segregada como la chilena.
Debieran, por su misma misión de formar elites, sin mediar ninguna ley, hacer que sus estudiantes se formen en contextos lo más reales posible al de la sociedad a la cual pretenden servir con su proyecto. Y esto no saliendo de la sala de clases para encontrarlo, sino que dentro de ella. En este sentido la formación de elites debiese siempre tender a la mayor inclusión, y por tanto a la menor endogamia posibles.
El correr el cerco de la endogamia propia de las elites, no puede hacerse a costa de seguir precarizando el sistema donde se educa el restante 92% de las y los estudiantes. Sería contraproducente hacer que colegios de elite seleccionen al 30% de estudiantes vulnerables (100.000), bajo sus sistemas normales de selección, pues tenderán a seleccionar a los que en promedio son menos costosos de educar desde el punto de vista emocional y cognitivo. Dada la gigantesca distancia entre ellos y los establecimientos que reciben aportes del Estado en términos de recursos económicos y humanos, su foco debiese estar en incluir a aquellos a quienes es realmente desafiante educar. Esto le haría bien al sistema educativo en su conjunto, y haría de los proyectos educativos particulares pagados más creíbles y coherentes.
Cristóbal Madero S.J.
Académico Facultad de Educación
Universidad Alberto Hurtado