Señor Director:
Sin agua somos nada. Dicho de otra manera, el agua es vida. Tanto es así, que uno de los procesos críticos que hacen posible la vida en la tierra, la fotosíntesis, necesita como uno de los componentes principales la presencia de una molécula de agua para que la magia de la naturaleza opere. Es tan curioso y particular este compuesto en el universo, que los astrobiólogos focalizan sus esfuerzos de búsqueda de vida extraterrestre en aquellos planetas donde se den condiciones tales, que posibiliten la existencia de esta esquiva molécula y que además se encuentre en estado líquido. Algunos incluso hacen la pertinente comparación que el agua, contenida en cursos de flujo variable, son al planeta; lo que el sistema circulatorio y la sangre es al cuerpo humano. Aquellos que nacimos en una generación y en un lugar donde el agua dulce existía en abundancia, en contadas ocasiones nos hacemos preguntas respecto del origen curioso y raro de esta sustancia transparente, maleable e insípida. Sin duda nos sorprenderíamos de saber que tal como la conocemos: líquida y amable, es una condición única en nuestra galaxia y en varios cientos de miles de galaxias.
Puesto en ese contexto, es notable constatar la alevosía, desidia y contumacia histórica de los gobiernos de nuestro país, desde la dictadura cívico-militar hasta el día de hoy, sobre el tema del agua en sus más variadas y variopintas dimensiones. Los ejemplos que dan cuenta de la malversación insana de nuestro país sobre este compuesto único en el universo cercano se pueden contar a centenares, sino miles. Desde la modificación espuria del Código de Aguas en los tiempos de la dictadura castrense apoyada por grupos económicos y políticos, donde la codicia dictaba las acciones sistemáticas en el desmembramiento del Estado; pasando por el fortalecimiento de los esfuerzos de privatización del mercado del agua en los Gobiernos de la Concertación; hasta el paroxismo neoliberal farandulero de los Gobiernos de la derecha económica y política de siempre.
Varios han sido los esfuerzos institucionales para endosar a la gente de a pie el cuidado del agua, sin embargo las contradicciones entre los discursos y las acciones son de tal profundidad y grosor, que hasta un preescolar levantaría las cejas reconociendo que la disminución de acuíferos en humedales altoandinos, el agotamiento de cursos de agua superficiales y subterráneos en la zona central o la contaminación de cursos y cuerpos de agua en el sur y extremo sur del país; representan los verdaderos problemas donde la gente de a pie poco o nada tiene que hacer. Antes que nos transformemos en un gran desierto de Atacama, está bien modificar algunas conductas individuales en el cuidado del uso del agua. Pero pretender endosar el cuidado del agua a ciudadanos comunes a través de una campaña superflua e infantil (https://www.youtube.com/watch?v=hV6pyDJ4LiA), ignorando las causas reales de la actual malversación del recurso agua por parte de empresas y las condiciones nefastas que promueve el mercado neoliberal; hacen suponer que los que pretenden mostrarse como organizadores serios de la futura reunión COP25, no son más que vendedores de humo, cuya incompetencia, ignorancia y liviandad para tratar este tema en particular (así como otros en materia ambiental), queda patéticamente de manifiesto cuando se contrasta con lo que plantea una adolescente europea consciente que tuvo la suerte de nacer en un lugar donde la cultura y educación no son conceptos vacuos en bocas brutas, indolentes y codiciosas, como ocurre en nuestro país. Greta Thunberg en casi los mismos 3 minutos que pretende el actual Gobierno que cuidemos el agua mientras otros las despilfarran, planteó verdades en la anterior cumbre sobre cambio climático que son difíciles de digerir para gobernantes de grandes países industrializados y son difíciles de entender para una casta política y clase gobernante como las nuestras.
Atentamente,
Marcelo Saavedra Pérez
Biólogo