¿Qué pueden hacer los ciudadanos si la ministra de Transportes considera, por enésima vez, que el transporte público de la provincia de Valparaíso puede seguir esperando otra década para obtener mejoras de calidad? Lo único que tenía que hacer el ministerio era diseñar bases de licitación con tiempo y realizar los llamados públicos pertinentes, y no lo hizo. Nuevo gasto público prácticamente no existe, así que hay que seguir buscando cómo revertir la situación.
El Gobierno, por intermedio de la ministra de Transportes, acaba de anunciar que abandonó la licitación de buses que correspondía hacer para la provincia de Valparaíso. Actuando como vocera, y no como autoridad sectorial, Gloria Hutt también anticipó que el proyecto de buses eléctricos que la región esperaba fuera destinado a la provincia, será concretado en Concepción y Temuco.
Bien por las comunas sureñas que viven permanentemente ahogadas entre el humo de los incendios en verano y el humo de su calefacción a leña en el invierno. Pero se debe tener claro que la ministra, con su decisión, postergó una de las zonas más críticas del cambio climático en el país como es la provincia de Valparaíso, que requiere adaptar sus ciudades y su borde costero a las nuevas condiciones climáticas, en lo cual el transporte público es vital. La ministra ve el transporte en Viña y Valparaíso como un problema de cerros, que siempre van a estar ahí y que, por lo tanto, pueden esperar por su solución. Una visión bastante simplificadora de todo.
La política pública en materia de transporte para Viña del Mar y Valparaíso prácticamente no existe, o existe como omisión e inercia. La ministra es experta en el tema. En el pasado realizó múltiples consultorías para Buses Gran Santiago y Buses Metropolitana y conoce el rubro y las soluciones e impactos posibles desde adentro. También fue parte del Consejo Consultivo de EFE para tratar, entre otras cosas, el servicio de Merval que, como se sabe, tiene mínimas integraciones modales en sus extremos, por ejemplo de Limache hacia Quillota. Pero nada se hace.
El material rodante en las ciudades de la provincia, especialmente Viña del Mar y Valparaíso, necesita renovarse, sobre todo apoyando a la pequeña empresa individual que opera el transporte de pasajeros, para contar con buses modernos, confortables y no contaminantes. Si son rojos, verdes, azules o amarillos, ciertamente da lo mismo.
Las autoridades han anunciado que en el segundo semestre de este año se llamaría a licitación de buses. Ello no es factible pues las bases no están aún disponibles, queda muy poco tiempo, y luego de ocho años de postergaciones similares, se hace difícil no pensar en populismo comunicacional por parte del gobierno.
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En la práctica, lo que se hace es considerar a Viña del Mar y Valparaíso como patio trasero de Santiago, contando con la paciencia de sus habitantes. Miles de sus habitantes deben viajar a diario a la capital, y ante la falta y mala calidad del transporte público, se organizan y contratan buses de transporte privado, que los recogen de madrugada y los regresan al atardecer. Algo caro y que es un copago ciudadano que las autoridades no contabilizan como aporte financiero al transporte público, que descongestiona y mitiga las fallas de éste, a cero costo adicional para el Estado. Por el contrario, la ministra agradece ese esfuerzo con un portazo en la cara a los ciudadanos y deja a la región sin políticas de transporte.
La mayor respuesta ha sido ofrecer un tren de alta velocidad, es decir un punto a punto entre Santiago y Santiago, pernoctando en Viña del Mar, Concón o Valparaíso, para transformar a la capital en una megápolis con miles de nichos de negocios concentrados al lado del poder político.
Si el transporte local fuera eficiente, moderno y limpio, Viña, Valparaíso y Concón tendrían un estatus distinto, no solo en calidad de vida sino en proyectos de inversión, negocios y vida cultural. Habría más empresas, más universidades de calidad y muchos profesionales capitalinos vendrían a desarrollarse acá, y no al revés.
En un cordón urbano costero como Valparaíso, Viña del Mar y Concón todo lo que ayude a sacar autos de las vías con un sistema público eficiente, devolverá el mar, los cerros y el plan al uso de la gente, con la posibilidad también de llegar a sus trabajos en tiempos aceptables y condiciones decentes. Por el contrario, en calles angostas las vías segregadas no funcionan, por lo que se requiere algo más sólido. En Viña del Mar, hoy hay un automóvil cada cuatro personas y la proyección de aumento es 20% al año. Somos 334 mil habitantes, con una potencialidad de juventud, diversidad e identidad cultural de ciudad jardín y de recreo, pero tenemos un PIB regional regresivo (-6.1% julio-diciembre 2018) y el mayor número de campamentos del país.
¿Estará de acuerdo La Moneda con la política discriminatoria de la ministra Hutt respecto de la Quinta Región, en especial Viña del Mar, Valparaíso y Concón, que inhibe el crecimiento y las inversiones y las transforma en barrios dormitorios de Santiago? ¿Qué opinan nuestros parlamentarios y autoridades, más allá del color de la camiseta política?