No es posible pretender enfrentar eficazmente el problema del suicidio en nuestro país sin hacerse cargo de una de las patologías que más se relacionan con el desarrollo de conductas suicidas. El tema es urgente y los pacientes con TLP no pueden esperar más.
Actualmente, alrededor de un millón de personas muere por suicidio cada año en el mundo. Un cuarto de estas muertes es en menores de 25 años. La Organización Mundial de la Salud estima que el año 2020, morirá un millón y medio de personas por suicidio en el mundo, con lo que se observa que, las personas se están suicidando cada vez más.
Respecto a este grave punto, Chile ocupa uno de los primeros lugares, es decir, se observa una tasa de aumento de los suicidios alarmante. Este dato es importante y muchas veces se ha interpretado mal: no es que las chilenas y los chilenos se suiciden más que los habitantes de otros países, al menos no por el momento. En Chile, cada año aumenta la cantidad de muertes por suicidio, y ese aumento anual es superior al de casi todos los países del mundo. Si esto fuese una horrorosa carrera, podríamos decir que, pese a que todos los participantes van acelerando, Chile va acelerando a una tasa mayor que el resto, significativamente mayor. Pronto podrá ser, en efecto, el más rápido y el más rápido gana la carrera. Por cierto, esta no es una carrera que queramos ganar. Por lo tanto, es urgente actuar al respecto, pero ¿qué podemos hacer?
Recientemente, el Ministerio de Salud de Chile publicó una guía con “recomendaciones para la prevención de la conducta suicida en establecimientos educacionales”. Se trata de un recurso importantísimo, ya que la prevención debe iniciarse temprano y los establecimientos educacionales son un lugar propicio de vigilancia, prevención e intervención de la conducta suicida.
[cita tipo=»destaque»]En Chile, existen guías de manejo clínico formales confeccionadas por el Ministerio de Salud y garantías explícitas de salud (GES) para depresión mayor, bipolaridad, esquizofrenia y abuso de sustancias. En contraste, salta a la vista la inexistencia de epidemiología local, guías clínicas y garantías de tratamiento para el TLP. ¿Cómo explicar esta negligencia?[/cita]
En el marco del Programa Nacional para la Prevención del Suicidio, disminuir la tasa de aumento del suicidio en jóvenes entre 10 y 19 años en un 15% para el año 2020 es prioritario. También en el marco del Programa Nacional para la Prevención del Suicidio existe un Sistema de Vigilancia de la Conducta Suicida donde se registran sistemáticamente intentos suicidas y suicidios consumados. Estos registros permitirán afinar progresivamente los perfiles de riesgo de los habitantes de nuestro país con el fin de mejorar nuestra capacidad de predicción, detección e intervención personalizada.
En el Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP), hemos desarrollado herramientas de detección de riesgo suicida y frecuentemente ofrecemos talleres de capacitación para mejorar las habilidades de los trabajadores y trabajadoras de la salud para detectar riesgo suicida a nivel primario, secundario y en establecimientos educacionales.
Todo lo anterior contribuye sin duda a avanzar en la dirección correcta: mejor ciencia y mejores servicios para usuarios basados en evidencia producida localmente son una herramienta fundamental para combatir el suicidio en nuestro país. Quisiera detenerme en un punto esencial: la conducta suicida (ideación suicida, autolesiones sin intención suicida, intentos y suicidios consumados) no se produce ex nihilo, no emerge espontáneamente. En el 90% de los casos la conducta suicida se da en un contexto de enfermedad mental, principalmente trastornos del ánimo (depresión y bipolaridad), pero también abuso de sustancias, esquizofrenia y, en particular, el trastorno límite de la personalidad (TLP) donde la conducta suicida es muy frecuente.
En Chile, existen guías de manejo clínico formales confeccionadas por el Ministerio de Salud y garantías explícitas de salud (GES) para depresión mayor, bipolaridad, esquizofrenia y abuso de sustancias. En contraste, salta a la vista la inexistencia de epidemiología local, guías clínicas y garantías de tratamiento para el TLP. ¿Cómo explicar esta negligencia? El TLP es una patología que afecta entre 18 y 25% de los pacientes que consultan por problemas psicológicos y afecta por igual a hombres y mujeres. Se caracteriza por conductas impulsivas que muchas veces son auto-destructivas, y por una inestabilidad emocional extrema, gatillada típicamente por una sensibilidad elevada a problemas interpersonales, particularmente sentirse rechazado o rechazada.
El TLP típicamente tiene un inicio temprano en la vida de las personas y la estabilidad, confiabilidad y validez del diagnóstico en la adolescencia temprana es comparable a la de los adultos, lo cual es importante debido a la reticencia que exhiben muchas veces los profesionales al momento de tener que establecer diagnósticos tempranos. El estatus científico, la estabilidad diagnóstica y el desarrollo de tratamientos efectivos basados en la evidencia para el TLP es, hoy por hoy, un hecho de la causa.
Disputar la validez diagnóstica y efectividad de tratamientos para el TLP no se puede atribuir a otra causa que la desinformación. Por citar una sola referencia, en 2018 se publicó en la revista Nature un artículo que resume eficientemente la evidencia científica de alta calidad en torno al diagnóstico y tratamiento del trastorno límite de la personalidad. Disputar la mortalidad asociada al TLP tampoco es posible. El riesgo suicida aumenta exponencialmente en pacientes con TLP y como si esto no fuera suficientemente grave, la mortalidad por razones ajenas al suicidio es extremadamente elevada en este grupo: las personas que han sido diagnosticadas con TLP mueren (por causas no vinculadas al suicidio), en promedio, a los 39 años, es decir presentan muertes prematuras hasta por 40 años en comparación con expectativas de vida promedio de 79 años. El diagnóstico de TLP en la adolescencia y la importancia de intervenir tempranamente ha demostrado, como es el caso de otras patologías psicológicas, ser esencial. Más allá del sufrimiento subjetivo que experimentan los pacientes con TLP y sus familias y de la alta mortalidad por suicidio y por otras razones no vinculadas al suicidio, el costo a la sociedad de no proveer tratamientos basados en la evidencia de manera oportuna es extremadamente alto, fundamentalmente debido a las frecuentes visitas a emergencias y el elevado uso de servicios hospitalarios. Por ejemplo, un estudio australiano documentó que el manejo de pacientes con TLP mediante tratamientos basados en la evidencia producía un ahorro de más de cuatro mil dólares por paciente por año, en comparación con pacientes que recibieron tratamiento usual.
En este marco, es absolutamente imprescindible que en Chile comencemos a generar epidemiología local y guías clínicas oficiales para la detección y manejo del trastorno límite de la personalidad, particularmente en población adolescente, debido a la importancia de intervenir de manera temprana. Además, es imprescindible avanzar hacia asegurar la provisión de tratamientos basados en la evidencia en el marco de las garantías explícitas de salud. No es posible pretender enfrentar eficazmente el problema del suicidio en nuestro país sin hacerse cargo de una de las patologías que más se relacionan con el desarrollo de conductas suicidas. El tema es urgente y los pacientes con TLP no pueden esperar más.