Señor Director:
Está sobre demostrado que la población chilena envejece y que lo hace – en una abrumadora mayoría – dentro de las condiciones que le ofrece la miseria. La razón, como probablemente todos sabemos, es la creación de administradoras de fondos de pensiones (A.F.P) por allá por los años 80 dónde nadie estaba en condiciones de ejercer nada o de ni siquiera preguntar. La “guerra” y el exterminio del comunismo marxista por una parte, se entremezclaba con la apuesta del ladrillo traído desde Chicago como un experimento social que traería progreso en el chorreo del éxito sobre todo material. En ese contexto, se le da audiencia a un señor de apellido Piñera y promete un futuro alucinante. Los ahorros de las personas saldrían a tranzarse a la bolsa, al mercado de valores y de esas transacciones crecerían y todos los cotizantes serían inversores y tendrían casi conservado su sueldo a la hora de jubilar, “que viene de júbilo, que significa ¡alegría!” como decía otro señor de apellido – coincidentemente – Piñera en alguna campaña presidencial. Tarde fue cuando se analizó que para que la fórmula mágica resultara se necesitaría de algunos elementos, como; trabajo sostenido y estable y sueldos dignos, algo que parece fácil, pero no tanto para un país del tercer mundo como Chile. El señor que le brindó la audiencia a Piñera – presionado por el peso ideológico que lo llevó al poder – dijo sí, pero no confiaba cabalmente en la magia y lo aprobó, pero dejando a todas sus huestes fuera del convenio. Fue tal el peso de esa decisión, que ahora el Estado de Chile desembolsa cantidades estratosféricas de dinero – pagados por todos – a un puñado de hombres con uniforme que es mucho más que lo que aporta a más de 1 millón y medio de personas del pilar “solidario” creado el 2008. Así las cosas, a los uniformes les damos un buen sueldo a costa de todos, (entre 6 y 9 veces más por la bajo respecto de la mínima) y a la población más pobre los condenamos a obtener la irrisoria suma de un poco más de 100 mil pesos (siendo en muchas ocasiones mucho menos). La peor política pública lejos que ha podido hacer un país jamás hacia casi todos sus ciudadanos.
Este desastre se debe enfrentar – a mi juicio – con otra estrategia. El señor Piñera de los 80 en sus inicios logró que toda la cantidad estratosférica de dinero mensual que juntan todos los cotizantes fuera administrado por no más de 5 instituciones. Que tienen utilidades millonarias, así es. Que le traspasan las pérdidas de su “administración” a los dueños de los dineros, así es. Que juntas hacen de la competencia una idea ridícula, así es. Bueno, a aquellas instituciones que dentro de sus grandes inversiones están los patrimonios familiares más grandes de Chile, mucho se ha debatido entre sistema de reparto o el que existe, o sobre solidaridad o individualismo, pero ello es desgastarse sobre una idea que ideológicamente el mercado no tolera y que jamás ocurrirá. Precisamente es ideológicamente como se tiene que enfrentar esta discusión. Uno de los principios – en cuanto a lo económico – de estos seres, es el principio de la libertad de elección de cada uno. Principio que no es respetado en la génesis del actual sistema de pensiones. Aquello porque cada trabajador no puede elegir que hace con su dinero. En mi opinión el dinero que será mi ahorro cuando me vuelva viejo no puedo llevarlo al riesgo de un mercado bursátil. Es la antípoda, porque ¿cómo considerar que mi ahorro para el futuro todos los días lo llevo al riesgo?. Se ha demostrado en innumerables ocasiones que cuando hay crisis mundiales los ahorros ya no lo son, porque sencillamente se pierden. Si cada uno pudiera elegir que hacer con su dinero se acaba la discusión y de paso el negocio. Yo me podría comprometer dentro de una ley que todo mi dinero que mes a mes junto, lo dejo en una cuenta que no puedo tocar, pero que NO tiene que ir a la bolsa. Total hasta un par de millones siempre rentan. Ahora se discute sobre un 4% que será un “ente” público quien lo administra, pero ¿Por qué se podría sólo un 4% y no todo el 12% restante que ya tengo? ¿Por qué no – en aras de la libre elección – no puedo elegir donde pongo todo mi dinero?
Ahora otro señor de apellido Piñera tiene dos posibilidades. O consagra la mediocridad propuesta por su hermano que tiene a la población de la tercera edad en riesgo permanente, hundida en la miseria y enferma, o en verdad se da una vuelta de timón en post de la dignidad de ser humano en función del descanso que merece antes de que su vida termine. A luz del espectáculo visto esta semana en el congreso y lo que se plantea, al parecer se apuesta por la mediocridad y el riesgo. Si esto sigue su curso y se va a debatir en estos términos, lo único que queda es la calle, porque es la calle la que sufre con las impresentables 10 lucas más, pero hay que cambiar el enemigo, hay que apelar a la libertad de elegir y obvio a incentivar la solidaridad intergeneracional.
Tipos con delirios mesiánicos como Chahín quien dice; “que su partido – DC – no pasará a la irrelevancia” son de las peores ratas que no dudan en poner sus agendas abstractas personales e inconexas por sobre el interés y las necesidades del colectivo. Si cree que de esa manera su partido no es extinguirá está siendo el soberano ridículo y condenado a millones de chilenos por esa estupidez. A propósito, un gran poeta acuñó hace un tiempo; “… esos viejos en los supermercados que arrastran un carrito vacío con los ojos bajos y en silencio, que nadie los mira, esos viejos muertos de hambre que han trabajado toda una vida y no se han robado ni una uva… porque este es un mundo donde los viejos no quieren saber del futuro, ni los jóvenes del pasado”. Algo más se debe hacer, no es posible tolerar la magnitud de este robo con dolo.
Juan Pablo Aedo, sociólogo