Ha muerto Martha Harnecker, la última intelectual marxista latinoamericana de fama mundial. Aparte de unos deslavados comentarios de algunos políticos que alguna vez tuvieron la misma filiación ideológica de ella, no hubo más.´ Como se ha dicho en las noticias, ella fue psicóloga y militó en la Acción católica y en Francia, a donde fue a estudiar filosofía, conoció a Louis Althusser y al marxismo estructural de éste. El destino tiene una ironía cruel, pues los últimos días de su vida Althusser los pasó en un hogar de ancianos católico. Harnecker se convirtió al marxismo de su maestro abandonando su activo catolicismo, pero su cercanía con la causa de los pobres ya estaba en su praxis católica.
Se cercanía con Althusser le permitió hacer la Introducción al libro de éste “La Revolución Teórica de Marx”, considerado muy asequible y con la introducción muy sencilla. De esos años franceses recuerda las críticas de los estudiantes miristas, pues la consideraban reformista y también al proyecto de la Unidad Popular. Pero su obra más importante en Chile fue “Los Conceptos Elementales del Materialismo Histórico”. Marta vivió una época de cercanía con la Revolución cubana, con el Che, con los levantamientos emancipatorios de África, con la revitalización de la Izquierda Latinoamericana, en su versión tradicional y en otra versión como Izquierda revolucionaria. El contexto sin duda ayudó, desde un Pontificado romano dispuesto a aggiornar la Iglesia mediante el Concilio Vaticano II y su réplica latinoamericana a través de las Conferencias Episcopales. Pero vale más la pena recordarla en esos años y no en los recientes, pues trató de bridar soporte a la dictadura militar venezolana que se obceca en usar un lenguaje izquierdista, ensuciando la historia de ese sector.
Cuando hace un recuento de los errores latinoamericanos de la izquierda, señala la aplicación mecánica del marxismo, en el sentido que el proletariado no es la única clase portadora de la antorcha del cambio social estructural, pues en nuestro continente no hay asalariados suficientes; pero eso lo señaló la Izquierda Revolucionaria antes de los setenta, ya que indicaba que la transformación la harían los pobres del campo y la ciudad, campesinos, cesantes, pobladores, etcétera. Son los mismos sujetos históricos que señalaba poco antes de morir, solo que agrega a los indígenas y a los cristianos. En tiempos recientes habló de lucha de base, quizás porque las clases se han desdibujado. Tampoco, y contraria a Marx, cree que el capitalismo esté en su fase final. Sin embargo, considera que nuestro continente no está tan sujeto a las decisiones del capitalismo global, lo que es curioso, más aún, consideró que después de la caída de la URSS hubo un espacio de refortalecimiento del movimiento popular, y que la singularidad de la Revolución bolivariana radica en la gran cantidad de recurso que tuvo.
El valor intelectual de Marta Harnecker es bien distinto a l de otros intelectuales revolucionarios, que han sabido estirar el chicle por años, usando sus mismos comentarios reciclados en favor de Cuba, de Nicaragua y Venezuela y donde se está a punto de una intervención del imperialismo. Fue una importante ensayista, con una pluma fluida y encantadora, con gran destreza en el uso conceptual de marxismo. Admirable es su empeño por mostrar al Marx auténtico, a pesar de las falsificaciones de aquellos por quienes demuestra simpatía, son como dos vertientes intelectuales. Hay algo de fe en aceptar que Karl Marx tienen una vigencia hasta hoy en el análisis del capitalismo, discrepando con quienes hasta hace poco fueron marxistas (Escohotado debe ser el más reciente, con cierto peso). Figuras como ella hacen falta en Chile que tiene una ausencia casi total de intelectuales críticos y donde la mayoría son cuasi intelectuales orgánicos.
Harnecker en su tiempo fue criticada por proponer un análisis mecanicista, sin duda sus críticos no la leyeron y menos a Althusser o a Marx. Pero si le podemos hacer una crítica, ella sigue a Engels y su prefacio a las “Tesis sobre Feuerbach”, allí Marx escribió “dialéctica materialista” y Engels puso “materialismo dialéctico”, una verdadera revolución teórica y conceptual.