Si la segunda vuelta de las próximas elecciones presidenciales se da entre Beatriz Sánchez y J.A. Kast se impondría entones el paradigma centrífugo, con todos las consecuencias que ello implica.
Sabido es que el lenguaje crea realidades. Y ello es especialmente válido en la comunicación política. La transición hacia la democracia en Chile estuvo caracterizada por un paradigma que se puede definir como centrípeto, en la medida que las fuerzas políticas tendían hacia el centro y en ese espacio buscaban su electorado.
Sus autodefiniciones eran categóricas: las coaliciones mayoritarias se identificaban como de “centroizquierda” y “centroderecha”, y nadie parecía cuestionar ese sello.
A partir del segundo gobierno de Bachelet, con el advenimiento de la Nueva Mayoría, ese paradigma se comienza a desdibujar. Pero ello ocurre no sólo en la izquierda, sino también en la derecha, con la candidatura presidencia de José Antonio Kast en 2017.
Con todo, el paradigma no ha desaparecido. Joaquín Lavín, quien encabeza las encuestas presidenciales, sigue cultivando el acercamiento al centro como garantía de éxito y posterior gobernabilidad. Pero su liderazgo comienza a verse cuestionado. La última encuesta de la agencia Criteria señala por primera vez que en una primaria de su sector podría imponerse J.A. Kast, lo que implicaría un cambio drástico en el panorama político local.
Porque al frente, hace tiempo ya que la centroizquierda ha perdido relevancia. La mejor demostración es que en la misma encuesta Beatriz Sánchez aparece como la mejor posicionada en la oposición, seguida por Jadue, del PC, y Sharp, del FA. Ningún representante de la ex Concertación figura en una posición significativa.
Si la segunda vuelta de las próximas elecciones presidenciales se da entre Beatriz Sánchez y J.A. Kast se impondría entones el paradigma centrífugo, con todos las consecuencias que ello implica.