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¿Y los privilegios?

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Por: Felipe Espinoza Arce


Señor Director: 

Parece que la única en el circulo de Sebastián Piñera que entiende el mensaje masivo de las protestas en el país es la primera dama. «vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás” afirmaba en el audio que se viralizó durante el día martes. Pese a lo acertado de esta frase, la declaración en la noche del Presidente demostró poca comunicación con su esposa.

El paquete de medidas que completan la nueva Agenda Social del gobierno, orquestan dos cosas. Primero, solventar de manera inmediata urgencias que comprometan esencialmente recursos y gestos concretos, cosméticamente valorados y que generen una cierta satisfacción, y segundo, profundiza eficazmente el modelo que en todos los rincones del país se le conoce en los cánticos de las protestas como obsoleto.

Me atrevo a llamarle profundización, ya que la pantomima en Chile siempre ha calzado bien  como herramienta para la élite política, y es que a pesar de que el movimiento social hoy levantado en el país, evidencia no solo el descontento, si no la profunda desigualdad, precariedad y estado del modelo neoliberal imperante en Chile desde la dictadura. Este, ha sido cómodo desde un punto de vista de clase: los privilegios les pertenecen a unos pocos.

Ninguno de los puntos tocados en la Agenda Social, atacan directamente a la necesidad de combatir la enfermedad, si no que entrega cuidados paliativos. El sistema de pensiones no se toca, solo se le inyecta; la salud pública se subsidia pero no se subsana con un compromiso de transformación a un sistema universal público por sobre cualquier alternativa privada, tampoco se cumplen estándares mínimos de ingreso por sobre la línea de pobreza y ninguna palabra a la creación de espacios de diálogo con la ciudadanía para un encuentro constitucional.

El gol de los tres puntos se lo lleva nuevamente los que que ostentan el 30% de los ingresos del país: Ese 1% de ‘super ricos ’ que se refería Cecilia Morel en su audio, aquellos que sus privilegios nuevamente no son rasguñados ni en una situación tan crítica como la vive el país, ya que ‘repartir’ los privilegios no es opción.

Nuevamente el ‘Estado’, aquel que el modelo empujó a su reducción más mínima en Chile, deberá costear y sostener una agenda cortoplacista para aguantar dos años de gobierno, y por supuesto, ser el testaferro de una élite que con profundo recelo, se deja entre sus dientes cualquier posibilidad de avanzar en un Chile de mayor equidad social y económica que garantice un nuevo comienzo a nuestra sociedad. Deberán entender que aquí los ‘grandes esfuerzos’ deben traducirse en ‘grandes cambios’.

Felipe Espinoza Arce, Estudiante de Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

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