Hemos visto estas semanas como el pueblo de Chile se ha expresado en las calles, cansados y agobiados por un sistema fracasado y que no cumple con los derechos sociales y humanos. En este clamor el mundo político tratamos de interpretar lo que ya no fuimos capaces de hacer. La Democracia Cristiana es quizá un ejemplo de lo mal que se encuentran los partidos políticos de la oposición.
Claro está que no se puede borrar lo que ya hizo, y en eso hay responsabilidades políticas de dirigentes de un partido que se conduce a la deriva sin tener coherencia ni con su historia ni con sus raíces.
Señalo “dirigentes” y no partido porque reivindico a esa base social y política que en regiones y comunas hacen esfuerzos por dar explicaciones y desmarcarse del actuar de sus dirigentes , desde Reforma Tributaria, dándoles privilegios a los más ricos con mínimas compensaciones que en nada se condicen con acortar las brechas groseras de desigualdad, hasta una Reforma Previsional en donde no se cuestiona el sistema sino por el contrario se Fortalece, sin tocar ese 10% por el cual la rentabilidad de las empresas que lucran con la vejez siguen en aumento.
Estamos frente a un suicidio político, de un partido que gracias a sus Dirigentes y la élite se ha tornado poco confiable porque no cumple con representar esa explosión social manifestada espontáneamente en las calles hace ya 15 días y que no va a parar sino existen respuestas que tengan relación con la desigualdad y los abusos del cual son objeto la mayoría de los ciudadanos.
Nos culpan, con justa razón, de traicionar a la gente. Esto ha puesto a los Parlamentarios y representantes populares en tela de juicio frente a sus electores, quienes les piden explicaciones y los emplazan a representar sus demandas.
La autocrítica inexistente, hace que la rabia del ciudadano con la política se acreciente y peor aún ha hecho que la política no pueda, porque perdió credibilidad, representar y canalizar las demandas, conduciendo a una solución. Ese rol lo perdió, y difícilmente lo podrá recuperar, salvo que se vuelva a conectar con la realidad estando dispuestos también a renunciar a sus privilegios. Los que han sido parte del problema deben entender que es necesario que den un paso al costado porque tienen responsabilidad de sus decisiones, de sus acciones y omisiones.
La solicitud de una Asamblea Constituyente para una nueva Constitución, es una muestra nítida de que los cambios que exigen los chilenos y chilenas son Éticos y no cosméticos, ya está bueno de insultar la inteligencia de los Ciudadanos.