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Palta chilena: las cosas no son como lo cuentan los palteros Opinión

Palta chilena: las cosas no son como lo cuentan los palteros

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Sergio Donoso
Por : Sergio Donoso Vicepresidente AIFBN y académico de la Facultad de Ciencias Forestales y Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile
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El pasado 30 de diciembre, el señor Francisco Contardo, gerente general de Comité de la Palta,  hizo una defensa del cultivo de la palta en este medio. Después de leer la columna, uno se debería sentir orgulloso de ese rubro y solicitaría de buena fe que los proyectos de plantaciones de palta voluntariamente se sometieran al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental. Sin embargo, ello no ocurrirá pues la realidad no es tan auspiciosa como se describió y la columna de opinión presenta numerosas imprecisiones y afirmaciones que no se sostienen ante la evidencia estadística y científica.

La zona central de Chile se está viendo sometida a una sequía que dejó de ser una condición excepcional y diferentes estudios indican que esta falta de precipitación pasará a ser una nueva normalidad para Chile central, según (CR)2. En ese marco, frente a la restricción hídrica, el proveer de agua para el consumo humano debiera ser la primera prioridad y, lamentablemente, en muchas localidades esa no es la realidad, pues en sus laderas se observan verdes plantaciones de paltos y en el valle innumerables personas sedientas, como en el caso emblemático de la Provincia de Petorca. Para esas personas el dato indicado en la columna, que producir un kilo de palta requiera menos agua que producir un kilo de carne, es irrelevante, mas aún cuando la producción de carne se produce mayoritariamente en otras zonas del país donde las lluvias son más abundantes.

En la columna se señala que la industria de la palta cuenta con una serie de certificaciones internacionales que certifican: a) el menor consumo de agua, pero no se dice respecto a qué, claramente no se compara con el bosque mediterráneo o formaciones xerofíticas (vegetación propia de zonas semiáridas), que no requirieron riego para su desarrollo y fueron eliminadas para establecer paltos, los que sin el aporte artificial de riego mueren, como se puede verificar en plantaciones abandonadas; b) la menor erosión del suelo, en este aspecto la afirmación contradice los resultados de investigaciones que indican una menor tasa de erosión en formaciones naturales (bosque nativo) y que el establecimiento de los paltos en ladera genera un fuerte incremento de la escorrentía superficial que determinaría un fuerte aumento de la tasa de erosión; c) la protección del hábitat de la vida silvestre, en este caso el establecimiento de las plantaciones de paltos destruyen el hábitat al eliminar toda la vegetación nativa y escarificar el suelo alterándolo profundamente, por consiguiente se destruye el hábitat de gran parte de la vida silvestre y d) la detención de la deforestación, respecto a esta afirmación ocurre lo opuesto, pues muchas de las plantaciones de palto se han hecho eliminando bosque nativo. Un ejemplo emblemático es la nota publicada en El Mostrador (29 enero 2019) titulado “Acusan a hijo de José Luis del Río de tala indiscriminada de bosque nativo para plantar paltos”, a partir de este caso se conformó una comisión investigadora en la Cámara de Diputados, en la cual se determinó que en los últimos 10 años se eliminó aproximadamente 20.000 hectáreas de bosque nativo para establecer cultivos agrícolas, y la mayor pérdida se produjo en las regiones donde prosperan los cultivos de palta (regiones de Valparaíso, Metropolitana y O`Higgins).

Además, se afirma que “los paltos en Chile son el único cultivo carbono positivo”, y que por ello combaten el cambio climático. Esta afirmación, omite un aspecto clave del documento que sustenta esta afirmación, pues los autores del estudio indican explícitamente “el universo de encuestas (sobre las cuales se basó el estudio) no conducen a valores representativos de huella de carbono”, que para el caso de las paltas correspondieron a diez encuestas. También se omite que los autores indican que “el mayor riesgo de la ejecución del presente estudio, es que los valores calculados pasen a ser considerados referenciales”. Resulta extraño que la huella de carbono sea positiva, en el balance se debe considerar la vegetación nativa eliminada y recalcar que las plantaciones de palto se sostienen artificialmente mediante riego, por lo tanto, el carbono acumulado es transitorio. Distinto es en un ecosistema natural donde el flujo y stock de carbono se sostiene en el tiempo.

Finalmente, es entendible que la asociación de productores de palta defienda sus intereses y promueva sus productos, pero debe basarse en evidencia. Según la información disponible una fracción importante de los productores de palta, particularmente los desarrollados en laderas, no seria capaz de pasar un escrutinio serio del dumping ambiental y social que los beneficia. Es urgente que adopten prácticas y políticas que consideren el cuidado del medio ambiente, el bienestar de las comunidades y la sostenibilidad de la producción.

 

 

 

 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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