Los días 9 y 10 de noviembre el gobierno chileno aseguró (Minrel y Presidencia) tener información sobre algún tipo de intervención extranjera. Según Ribera, “del porcentaje de las personas arrestadas o detenidas, alrededor de 6% son [eran] extranjeros y alrededor de 1,2% a 2% son venezolanos (…) Pero eso es una información que la manejan los servicios de inteligencia”. Un mes después, el Fiscal Guerra desmintió al gobierno. Esta fue una de las varias veces que esto ocurrió.
La revuelta social en Chile
El estallido de la crisis social en Chile ha impactado fuertemente en la élite política más conservadora de la región y de Chile en particular. Esta, intentando buscar explicaciones al levantamiento social en Chile y la crítica al modelo neoliberal, ha recurrido a la explicación de la intervención de grupos extranjeros para comprender lo que está sucediendo. En particular, algunos medios de comunicación (La Tercera y El Mercurio), autoridades públicas (Presidente Piñera, Rivera, Blumel y Larroulet) y algunas autoridades políticas del continente (Almagro (OEA) – Trump/Pompeo (EE.UU) y Moreno (Ecuador)) han insinuado, sin antecedentes públicos, que la revuelta social en Chile habría sido en parte gatillada y manipulada desde grupos organizados en el exterior.
Sin embargo, esta idea ha tenido distintas “hipótesis” o “tesis”, con distintos voceros cada una, lo que ha generado de vez en cuando un clima de confusión que pareciera esconder una estrategia comunicacional y política y no un análisis serio de lo que está pasando. Repasemos algunas de ellas.
En Chile estalla la protesta social la semana del 15 de octubre. En pocos días, escalan rápidamente las demandas al gobierno, aumenta la movilización social pacífica y la población vivió un fuerte estallido en las calles (incluyendo la quema de estaciones del metro) que vociferaba dignidad. El sábado 19 se decreta el toque de queda y salen los militares a las calles. Desde el domingo 20 comienzan a organizarse marchas masivas a lo largo de Chile para manifestar el descontento y problemas de fondo. El 25 de octubre salen más de 1.5 millones de personas a las calles de Santiago.
Es ese mismo 25 de octubre cuando se lanza desde EE.UU. la primera tesis de la posible intervención de grupos organizados extranjeros en las manifestaciones. Según Michael Kozak, jefe interino de la diplomacia estadounidense para América Latina, habría en las redes sociales personas que «fingen ser chilenas» y estarían tratando de «socavar todas las instituciones y la sociedad chilena». Aunque advirtió: «Esto no significa que esa fue la causa de los disturbios». Además plateó: “Hemos identificado en las redes sociales cuentas falsas que emanan de Rusia, que son personas que fingen ser chilenas”. ¿Qué saben realmente los gringos de lo que estaba pasando en Chile? Podría uno preguntarse.
Mientras tanto, en Chile continuaban las movilizaciones y el 30 de octubre se realiza un cambio de gabinete en medio de la crisis. El día 31 de octubre, luego de haber anunciado Chile la suspensión de la APEC, un portavoz senior de la Casa Blanca informó que el presidente Trump habìa llamado a Piñera el miércoles 30 y que le habría reafirmado el mensaje de Kozak: que EE:UU tenía “indicios de actividades rusas para dar un curso negativo al debate en Chile”. Estos mensajes serían para «exacerbar la división y fomentar el conflicto», principalmente mediante el uso de las redes sociales.[1]
Esta noticia generó impacto en la prensa chilena y mucho desconcierto en las redes sociales: nadie a esas alturas lo creía. Luego de ver a 1.5 millones de personas en las calles y escuchar los comentarios alienígenas de la Primera Dama, sonaba casi cómica la insinuación de Trump.
La respuesta del nuevo gabinete de Piñera no tardó en llegar de la boca de Blumel. El 1 de Noviembre Blumel respondió con prudencia: “Cuando conozcamos esos antecedentes concretos van a tener que ser indagados y ser resueltos (…) creo primero se tienen que evaluar bien los antecedentes, tenerlos sobre la mesa y a partir de eso tomar definiciones”. [2]
Esta tesis reflotó meses después cuando un “Informe de Big Data” supuestamente entregado a la agencia de inteligencia nacional y de origen desconocido, habría detectado que la cadena de noticias RT (de origen Ruso) habría sido una de las cuentas en redes sociales más críticas con el gobierno de Piñera. Hoy sabemos que este informe lo realizó una empresa privada española, y que fue entregado directa o indirectamente por el grupo Luksic al gobierno en una reunión privada.[3]
Esta tesis de la injerencia rusa fue bastante poco popular en Chile. Tuvo como su principal vocero y especulador a Donald Trump y su departamento para América Latina. Aquí cabe destacar que para Estados Unidos es fundamental antagonizar con Rusia (ya lo ha acusado en otros casos de injerencia en América Latina y en las elecciones de su propio país). Este antagonismo con Rusia que Trump ocupa en diversos escenarios, coloca a EE.UU. y a sí mismo en una posición de defensor de Sudamérica, de defensor de su propio país y de defensor del modelo capitalista democrático liberal frente a las amenazas -fantasmagóricas y frías- con las que los rusos nos amedrentan.
El mismo día que Estados Unidos alertó sobre una posible injerencia Rusa en el estallido Chileno (25 de octubre), Luis Almagro, Secretario de la OEA, afirmó: “existe un patrón común de desestabilización liderados por Venezuela y Cuba en los países latinoamericanos, los que se han aplicado en Colombia y Ecuador y Chile”. En el caso de Chile profundizó diciendo que “las brisas del régimen bolivariano impulsadas por el madurismo y el régimen cubano traen violencia, saqueos, destrucción y un propósito político de atacar directamente el sistema democrático y tratar de forzar interrupciones en los mandatos constitucionales. Los intentos que hemos visto documentados en Ecuador y Colombia, vemos hoy repetido ese patrón en Chile”.[4] Pese a no presentar ninguna prueba o indicio de prueba, muchos medios nacionales chilenos replicaron sus osadas palabras.
Acto seguido, el lunes 28 de octubre, transcurridos cuatro días desde los atentados contra el metro, el diario La Tercera publicó una controvertida nota de prensa en la que citaba fuentes de “inteligencia policial chilenas” que habrían afirmado que detrás de los ataques incendiarios al metro habría extranjeros de origen cubano y venezolano. Rápidamente el fiscal regional metropolitano oriente, Omar Mérida, aseguró que no poseía información sobre la identidad o nacionalidad de las personas sospechosas de los ataques incendiarios que afectaron a distintas estaciones del Metro el 18 y 19 de octubre pasado. La tercera tuvo que emitir un desmentido y corregir su nota de prensa.
Ese día 28 de octubre se concretó el cambio de gabinete. Pero no fue suficiente el cambio de rostros. Los principales voceros e ideólogos del gobierno seguían convencidos de esta tesis y la mencionaban cada vez que podían. Dos ejemplos:
El Canciller, con vagos fundamentos, los días 9 y 10 de noviembre aseguró tener información sobre algún tipo de intervención extranjera.[5] Según Ribera, “del porcentaje de las personas arrestadas o detenidas, alrededor de 6% son [eran] extranjeros y alrededor de 1,2% a 2% son venezolanos (…) Pero eso es una información que la manejan los servicios de inteligencia”. Un mes después, el Fiscal Guerra desmintió al gobierno nuevamente, desacreditando cualquier tipo de organización de personas provenientes del extranjero u organizadas en el exterior. Solicitó al gobierno entregar antecedentes si así los tuvieran para hacer investigación.
Caso número dos. El día viernes 22 de noviembre el Jefe de Asesores de Sebastián Piñera citó a una conversación a asesores y jefes de gabinete de ministros y subsecretarios. Entre otras materias, intentó explicar el origen político del descontento social, de la violencia en las calles y de los ánimos caldeados. Según Larroulet, la explicación tendría un ribete externo y uno interno. Según relata en una nota el mismo diario La Tercera “en materia externa, el jefe de asesores [Larroulet] mencionó las declaraciones que han realizado distintos líderes de izquierda, como las del Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el interés que tendría el Foro de Sao Paulo -que agrupa a distintas colectividades de izquierda de América Latina- para desestabilizar el modelo chileno, el cual es una alternativa distinta a los sistemas socialistas que se quieren implementar en el cono sur de América, comentó. “Denunciar la dictadura de Venezuela no es gratis”, habría dicho.”[6]
Estos dos ejemplos muestran al menos tres cosas: 1) que el gobierno poco a poco comenzó a vociferar, decidida y planificadamente, que la explicación al estallido no podía entenderse sin la injerencia extranjera; 2) que esta injerencia tiene que ver con la amenaza que significa el “exitoso” modelo chileno para los países “socialistas” de la región; 3) que, no obstante no existan pruebas, el gobierno no estaba solo en esta tesis. Juan Guaidó (líder opositor en Venezuela), Lenin Moreno (presidente de ecuador) y Luis Almagro (secretario general de la OEA) estaban cuadrados en repetir el mismo discurso, cada uno con intereses distintos, aunque defendiendo la misma idea: hay que evitar a toda costa que las ideas socialistas entren en sudamérica.
Pero Larroulet tenía razón en dos cosas: efectivamente maduro había hablado maduradas (ver siguiente tesis) y efectivamente el modelo chileno estaba en juego. Razón suficiente para pensar que, detrás de esta tesis que defiende el Gobierno de Chile, Luis Almagro (aliado de EE.UU. buscando reelección en la OEA), el Grupo de Lima y quizás EE.UU [7], existe un temor a que efectivamente lo que esté en juego sea un cambio de modelo. Y la disputa se transforma entonces en qué modelo seguirá Chile: si el de Nueva Zelanda[8], el de Noruega o el de la temida -y poco deseada por los chilenos- Venezuela. Y frente al cambio, el miedo o el temor será siempre efectivo.
Esta sería la tesis de quienes creen que lo que pasa en Chile posee algún tipo de inspiración en lo que ha sucedido en Venezuela. En esta tesis, los principales protagonistas han sido Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, quienes han intentado asimilar las protestas en Chile, Ecuador, Perú o Argentina a las demandas o procesos ocurridos en Venezuela.
Una de las versiones de esta tesis puede remitirse a las declaraciones de Diosdado Cabellos quien el día 20 de octubre declaró que “lo que está haciendo Sebastián Piñera en Chile, es lo mismo que hizo Pinochet en su momento, pero ahora ¿de quién es la culpa, de Maduro, de Díaz-Canel, del Foro de Sao Paulo? No, eso es del FMI y de las políticas neoliberales que ellos imponen”. Asimismo, dijo algo que probablemente Almagro tomó para hacer sus declaraciones sin fundamento: “Lo que está pasando en Perú, Chile, Ecuador, Argentina, Honduras es apenas la brisita, y viene un huracán bolivariano. Nosotros no estamos aislados en el mundo, por el contrario Venezuela cada día está más consolidada”.[9]
Detrás de esta tesis está la idea de posicionar a Venezuela como la punta de lanza de los procesos sociales y políticos que están ocurriendo en América Latina, con el fin de fortalecer su peso frente a potencias que quieren intervenir en el país venezolano y para potenciar la idea de que no están solos en la región.
Para cualquier que viva en Chile, esta tesis tampoco hace sentido. Venezuela no es un modelo de inspiración, ni para las protestas ni para el modelo que se quiere construir. Mensaje que la dictadura de Maduro difícilmente escuchará.
Análisis final
Una primera idea general que resalta del análisis de estas hipótesis es la premura con la que distintos liderazgos regionales intentaron aprovecharse el contexto chileno para reforzar sus ideas, sus intereses nacionales o la influencia regional, ideológica o electoral que pretenden. La falta de evidencia de todas estas tesis y la falta de argumentos que permitan sostenerlas habla bastante de su incomprensión del fenómeno chileno y de sus ganas de salvar sus propias ideas o necesidades.
En segundo lugar, pareciera haber una relación poco feliz entre la hipótesis promovida por Maduro y la tesis promovida por el gobierno chileno y compañía. Es decir, mientras más Maduro hace alarde de su influencia en los procesos regionales, más fuerza toma la hipótesis de la intromisión castro-chavista en los procesos de latinoamérica. 1+1=2. Al parecer, Piñera y Maduro han encontrado un discurso que los beneficia a ambos.
En tercer lugar, la idea de repetir que existe una participación organizada de Venezuela en el proceso chileno pareciera ser un oportunismo e irresponsabilidad de envergadura. Este oportunismo ya tiene antecedentes en la región en los mensajes que viene repitiendo el secretario general de la OEA, Luis Almagro, en las crisis en otros países. Y es un mensaje efectivo porque penetra fácilmente en el imaginario de la élite conservadora. El oportunismo viene dado por las elecciones que se avecinan en la OEA y la reelección a la que apunts Almagro, para lo cual necesita, al menos, los votos de Chile, EE.UU, Colombia, entre otros.
Pero la insistencia de Almagro en “aislar los focos de violencia que tienen su origen en esfuerzos externos e internos de desestabilización institucional” en Chile parecieran querer ir un poco más allá que lo mencionado por Trump respecto a Rusia, pues Almagro presume que la violencia concreta en las calles chilenas tiene un origen extranjero (venezolano y cubano). Tamaña irresponsabilidad decirlo sin prueba alguna. Las observaciones del organismo americano han sido hasta el momento fácilmente desestimadas por la fiscalía chilena, pero no se puede desconocer que esa mirada encuentra eco en algunos sectores aunque sea, derechamente, una fakes news.
Por último, no debería descartarse que la hipótesis de la intervención extranjera en Chile sea uno de los argumentos que el gobierno haya querido mantener sobre la mesa en caso de que quisieran sacar nuevamente a los militares a las calles argumentando motivos de seguridad nacional. Este último punto es una mera especulación y una hipótesis que no tiene ningún fundamento. Por lo que los y las invito a descartarla hasta que tengamos nuevas noticias.
[1] https://www.meganoticias.cl/nacional/280792-trump-llama-pinera-apoyo-denuncia-esfuerzos-extranjeros-minar-instituciones.html
[2] https://www.t13.cl/noticia/politica/prefiero-ser-prudente-ministro-blumel-se-desmarca-supuesta-intervencion-extranjera-chile
[3] https://www.meganoticias.cl/nacional/288265-gobierno-informe-big-data-quinenco-crisis-social.html?utm_source=meganoticias.cl&utm_medium=285932-informe-big-data-gobierno-informe-responsabiliza-grupos-extranjeros-movilizaciones-crisis-social.html&utm_campaign=mn_noticias-recomendadas&utm_content=www.meganoticias.cl/nacional/288265-gobierno-informe-big-data-quinenco-crisis-social.html
[4] Ver: https://www.puranoticia.cl/noticias/internacional/oea-y-estados-unidos-acusan-injerencia-de-cuba-rusia-y-venezuela-en/2019-10-25/211217.html
[5] https://www.elnacional.com/mundo/teodoro-ribera-suspender-las-cumbres-es-la-expresion-mas-clara-de-como-cambio-la-agenda-politica-en-chile/
[6] https://www.latercera.com/la-tercera-domingo/noticia/cristian-larroulet-las-charlas-motivadoras-del-ultimo-sobreviviente-la-crisis-palacio/948377/
[7] El día 2 de diciembre el Secretario de Estado de EE.UU. propuso la idea de colaborar con los países (Chile, Ecuador, Colombia, Bolivia) para que sus protestas no se transformen en revueltas. Esta manifestación podría ser un giro en la estrategia de EE.UU para la región sudamericana y una alineación con la tesis castro-chavista. El canciller de Chile ese mismo día twitteó: “Narcotráfico, terrorismo y movimientos anárquicos son amenazas globales que deben enfrentarse multilateralmente. Los demócratas que no tienen el valor para defender la democracia, se lamentan cuando surgen dictaduras. La anarquía y el terrorismo no destruirán nuestra democracia“
[8] https://www.adnradio.cl/noticias/nacional/ministro-briones-mira-a-australia-y-nueva-zelanda-como-modelos-de-crecimiento-para-chile/20200102/nota/3997505.aspx
[9] https://www.clarin.com/mundo/manifestaciones-chile-nicolas-maduro-llama-pinera-pinechet-_0_OzBdAyuq.html