El 11 de marzo de 1990 todos querían ser parte de una democracia que dejaba atrás una dictadura implacable y las violaciones sistemática de los Derechos Humanos. El mundo político se desplegaba en plenitud, pero también nacía el periodismo legislativo. Una rama del periodismo que hoy cumple 30 años de buenos y malos momentos. Y que, ciñéndonos al vocabulario de las redacciones de los diversos medios de comunicación, se podría describir como un desafío comunicacional de dimensiones incalculables.
Y si bien hasta hoy no existen definiciones precisas, el periodismo legislativo se puede explicar como un tipo de periodismo que interpreta al Poder Legislativo, analiza las repercusiones políticas de los tomadores de decisiones, investiga, transparenta y hace cumplir la ley. Develando las diversas caras del poder.
Un tipo de periodismo que emergió para informar a la opinión pública, de tal manera de perfeccionar las políticas públicas y fiscalizar.
Actor fundamental para encadenar el Leviatán o Estado, y hacer más fuerte que nunca la democracia. Porque el cuarto poder en el Senado, en la Cámara de Diputados y a través de los diversos gobiernos desde 1990 a la fecha, tiene conciencia de que sin el rol del periodismo legislativo, es muy difícil construir un Estado de Derecho sólido.
Una aventura periodística que ha dejado una huella importante en la historia de Chile y del periodismo nacional, al describir y analizar los procesos políticos tras el fin de la dictadura y la llegada de la democracia, dando pasos relevantes al autoeducarse en el especializado mundo político legislativo, cuando aún el Congreso Nacional de Valparaíso no estaba completamente construido, tal como relataron en diversas conversaciones de pasillo, los destacados corresponsales Fidel Oyarzo, Berta Morales, Gonzalo Cruzat, Iván Delgado y Pepe Manríquez.
Gran viaje acompañado de muchas investigaciones periodísticas e hitos de la prensa en torno a las privatizaciones de la dictadura, la presencia del dictador en el Senado o el caso drogas, en el marco de una convulsionada transición. Tiempo que permitió concretar una necesaria modernización en la forma de reportear y de generar contenidos desde el Poder Legislativo.
Y que también permitió mejorar las herramientas para intensificar la fiscalización de los actos administrativos de la presidencia de la Cámara de Diputados; el debate sobre le Ley de Divorcio y las reiteradas campañas para asegurar la libertad de prensa en los laberintos del Parlamento.
Historia del periodismo legislativo que observó el fin de los senadores designados, las reformas constitucionales de 2005 y las consecuencias políticas legislativas del caso Spiniak. Un tsunami político con epicentro en la sede legislativa de Valparaíso, que terminó con la Ley Antipedofilia.
Ciertamente un periodo de grandes cambios para el periodismo legislativo que encontró, como aliadas, leyes muy significativas para enfrentar la corrupción, como la Ley de Lobby y la Ley de Transparencia.
Y el nacimiento del periodismo legislativo digital acompañado por los medios radiales y la TV como formato número uno, generando un cambio cultural en el país, pero al mismo tiempo, en la idiosincrasia de los periodistas de Congreso. Porque está claro, según la propia doctrina de los reporteros del Poder Legislativo, la sede del Parlamento es una escuela para hacer periodismo de calidad. Y entender el origen del periodismo político, económico y ser capaz de cubrir en forma sobresaliente La Moneda.
De esa manera es como el Poder Legislativo y la prensa se enfrentan a la primera administración encabezada por una mujer como Presidenta de la República y al primer Gobierno de derecha. Una etapa destacada por el principio del fin de la Concertación, la división de la oposición y el fin del sistema electoral binominal, que tuvo como periodistas protagonistas a Paula Bravo, Fidel Oyarzo, Paola Riquelme, José Miguel Wilson, José Luis Riffo, Marcela Jiménez, Ángela Meneses, Alejandro Trujillo, Claudio Salinas, Yelka Catalán y Guillermo Navarro.
Un cambio paradigmático en materia de periodismo legislativo, porque significó el aumento de diputados y senadores, y la llegada de nuevos conglomerados políticos, como el FA y Evópoli, con supuestas nuevas formas de ver la tramitación legislativa y las políticas públicas. Aunque han terminado operando de la misma manera que los partidos tradicionales y sus bancadas legislativas.
Un verdadero shock para el periodismo ligado al Congreso Nacional que tuvo que interpretar nuevas oposiciones, escuchar otros liderazgos, entender una emergente revolución digital, el despliegue de los medios multiplataforma y el impacto de graves casos de corrupción.
Situación que volvió a impactar en el periodismo legislativo, transformándolo en uno más intenso, fiscalizador e incisivo. Obligando en muchos casos al periodista a estudiar y analizar en profundidad cada uno de los procesos políticos, considerando las tecnologías de la información. Y transformarse en una unidad periodística desde el Congreso al comunicar e informar vía WhatsApp, Twitter, Instagram y Facebook. Un cambio liderado por los periodistas Jorge Espinoza, Daniela Astudillo, Oscar Cáceres, Claudia Rivas, Germán Gatica, Rienzi Franco y Kevin Felgueras.
30 años del periodismo legislativo de Chile que hoy enfrenta su máximo desafío. Perfeccionar la democracia siempre apegado a la verdad, la libertad de prensa y con la capacidad de investigar y transparentar todos aquellos hechos que afecten a la sociedad chilena y sus legítimas demandas.
Porque el periodismo legislativo no es solo política o economía. Es mucho más importante, porque son los ojos de la ciudadanía en el Congreso Nacional y el futuro de Chile.
Una huella periodística que desde el Congreso ha sido forjada por más de 500 profesionales, según las estadísticas del propio Poder Legislativo.
Camino que debe ser construido de cara al país analizando agudamente los procesos sociales y políticos. Por eso Apruebo y relevo el valor del periodismo legislativo sin presiones, independiente y siempre pensando en el bien común con libertad e igualdad.