Señor Director:
Conocida es la lamentable situación ocurrida en el vínculo entre el Ministro de Salud y el Embajador de la República Popular China, la cual fue alentada, amplificada, confirmada y creada, con detalles, por uno de sus protagonistas.
Bien intensa es la tarea cotidiana del Ministro Mañalich, la cual, objetivamente, después de más de 50 días, demuestra agotamiento, desgaste y tensión, con nefastas repercusiones en los alcances comunicacionales de sus responsabilidades ministerial, política y profesional.
En este contexto, quien fuera un excelente alumno de Medicina, con especialización en Nefrología, según uno de sus prominentes profesores, ha incurrido, en lo que denominaré, un inexcusable error, de carácter sanitario-diplomático.
Es conocido que, en la especie, lo que podríamos denominar uno de los ‘riñones’ de la Diplomacia, es respetar la confidencialidad acordada o construida; la reserva debida según la materia de que se trate, y/o, el secreto imperioso en situaciones delicadas que se han definido.
Lo anterior siempre se basa en la confianza interpersonal y en una ética personal indubitable.
De allí que, cuando el Ministro Mañalich, algo ofuscado, para argumentarse, públicamente, procede – entrevistado en un medio de comunicación social, de los cuales él es muy crítico -, a revelar algunos intercambios de expresiones y textos, exhibiéndolos manualmente, sostenidos con el Embajador Xu Bu, a partir de unas confianzas construidas en las dramáticas circunstancias sanitarias actuales, en el mundo, en Chile y en República Popular China, a través de sus equipos celulares personales, podría estar dañando irreversiblemente ese ‘riñón’ de la Diplomacia, que en tiempos de crisis, muchas veces es cardinal en la arena internacional.
En este marco, cualquiera reacción del referido Embajador debiera ser comprendida. Ojalá, no se afecten así, las buenas relaciones bilaterales chileno-chinas, particularmente, en la hora presente, en que se requiere, justamente, aumentar la confianza y la cooperación, que dimanarían en recibir, por ejemplo, valiosas donaciones chinas de diversos equipos médicos.
Fue un inexcusable error del Médico Ministro de Salud, con unas potenciales consecuencias diplomáticas. Como es conocido, una suerte de relajo en los estilos de trabajo, con faltas de rigor y de urbanidad básica y esencial, se ha ido instaurando en Chile, con pésimos resultados y negativas sorpresas.
Dar a conocer los intercambios personales privados, y profesionales, con un diplomático y Embajador, más aun de un gran país amigo y asociado integral, no debe ni debiera hacerse, ni menos en las actuales circunstancias. Así, no se debe abusar de la buena voluntad, paciencia, prudencia y sabiduría de una contraparte, en nuestras relaciones bilaterales diplomáticas.
Sin duda, se trató de un inexcusable error sanitario-diplomático del Dr. Jaime Mañalich Muxi.
Jorge Vera Castillo