Señor Director:
El día 4 de Abril, la diputada de Renovación Nacional, Camila Flores, propuso la suspensión de Becas Chile por este año, para “ayudar a la clase media y las pymes”, en el contexto de la pandemia. Esta idea, que comenzó por sorprender a la comunidad científica por su arbitrariedad, se materializó con las políticas de austeridad del gobierno que llevaron al recorte en múltiples programas de becas el 27 de Abril pasado. Con este recorte, se perjudicó a cerca de 500 investigadores nacionales, ya aceptados por las universidades de destino. Al día de hoy, si bien ese recorte se comunicó inicialmente que aplicaría sólo por un año, no tenemos certeza sobre si estas convocatorias se reabrirán el 2021, considerando que el presupuesto del próximo año tendrá “base 0”. Así mismo, los investigadores afectados no tenemos claridad sobre si este recorte efectivamente fue o irá en beneficio de “programas sociales y salud”, como se nos dijo que haría en un comienzo.
El día 11 de Mayo los Diputados Camila Rojas y Giorgio Jackson oficiaron al Ministro Couve para que diera cuenta de estos temas y transparentara el destino del dinero recaudado, los criterios de recortes en los programas y las gestiones realizadas por él mismo para impedir los recortes El documento del 25 de Mayo en el que Aisén Etcheverry, la directora de ANID (ex Conicyt), responde al oficio en cuestión no contempla mención alguna al destino de los recursos o a las gestiones realizadas desde el Ministerio de Ciencias, Tecnología, Conocimiento e Innovación para frenar el recorte en cuestión.
Junto a lo anterior, la nota publicada en La Segunda el día 28 de Mayo, en la que un panel de “expertos” señalaba que las Becas de Magister en el Extranjero eran materia sobrante en el gasto fiscal, asomó como un atentado a la precisión informativa -y, por cierto, al pluralismo en temas relevantes, ya que en ella no se entrevistó a ningún científico-. Esto dado que el programa del que allí se hacía referencia (Magíster en el Extranjero) tuvo promedios de graduación que sólo dos años estuvieron bajo los 80% entre 2000 a 2016, llegando a un 100% ese último año (DIPRES, 2017). Sorprendían por ello los trascendidos que se deslizaban, en torno a que “fuentes cercanas al gobierno” estarían abiertas a cerrar definitivamente este programa. Todo ello, sin la menor intervención o consulta hacia el actor científico afectado. Sorprenden también las presunciones en torno a los “problemas en la retribución” de estos programas –problemas para retribuir al país el conocimiento adquirido de los estudios internacionales-, siendo que no se han realizado estudios al respecto y las opiniones que sustentan esta visión se basan antes en la especulación o el prejuicio que en la evidencia. Por otra parte, esta visión comercial en torno a la “rentabilidad” como criterio de calidad de los programas, daña a muchas áreas del conocimiento y el saber humanos que son importantes, como las artes y las humanidades, no considerándolas prioritarias -¿quién define qué es prioritario?-.
Ante lo anterior, como investigadores de temáticas relevantes para el país, consideramos que el actual escenario de crisis sanitaria acentúa la necesidad de potenciar la ciencia y no de desfinanciarla ¿Cómo se explica que en plena crisis sanitaria se recorten, por ejemplo las Becas de Subespecialidades Médicas, que permiten que médicos nacionales se especialicen y capaciten en universidades de alto nivel? ¿Que en un escenario social que releva los problemas relativos a la educación, se recorten becas de especialización para profesores? ¿Cuáles son las prioridades que justifican estas decisiones? Las becas no son un espacio de lujo o una mera oportunidad de viajar al exterior, sino que implican un compromiso total de cada científico con el país, que se traduce en estándares altos de evaluación sobre calidad de la retribución al entorno nacional y relevancia de las
investigaciones que todos debemos satisfacer para llegar a obtener una beca del Estado.
Considerando que diversas Universidades de los países de destino tienen planificado retomar actividades de aquí a comienzos del 2021, sostenemos que el próximo año deben mantenerse las Becas Chile y ampliarse los cupos en los programas que han sido recortados. Esto iría en beneficio de las Becas de Magister, cuyos cupos se han limitado los últimos años, producto de la fusión de programas o disminución de espacios para becarios, pero también de otros programas de especialización internacional, como la Beca de Postdoctorado en el Extranjero o la Beca de Subespecialidades Médicas. Al respecto, el Premio Nobel de Economía 2008, Paul Krugman, señala que las crisis deben potenciar la capacidad de inversión del Estado y no reducirla o recortarla. En ese sentido, consideramos prioritario seguir fortaleciendo las ciencias, comprendiendo que nuestro país invierte en ciencia (0,38%) menos que el Congo (0,41%) o Etiopía (0,61%) y muy lejos del promedio de la OCDE (2,5%). Como señala la UNESCO (2020), la educación y la ciencia deben ser actividades prioritarias para los países en el contexto de la pandemia. Lo anterior es totalmente compatible con una estrategia política robusta de protección social hacia los grupos más vulnerables de la sociedad, como ya han demostrado, en este mismo escenario de pandemia, países como Canadá. No se puede culpar a un virus por el mal desempeño político del gobierno y sus medidas hacia la ciencia, que han generado dudas sobre la transparencia, desfinanciamiento e incertidumbre en la población de investigadores afectados -y en el país en general-, a partir de sus cuestionables e impositivas políticas de austeridad.
Firmantes:
Ciencia contra el Recorte