Mientras el proyecto por el segundo retiro de fondos de las AFP se sigue discutiendo para ser votado en el Senado y existen cerca de 2 millones de personas sin fondos para su pensión, el Gobierno anunció que se reserva la opción de llevar el proyecto al Tribunal Constitucional (TC) y presentó un proyecto alternativo, con montos más acotados, que serían pagados en dos cuotas y que deberán ser reintegrados de forma obligatoria por cotizaciones adicionales.
Lamentablemente, y como si las personas que más necesitan retirar su 10% de la AFP estuvieran trabajando o tuvieran sus cotizaciones al día, en el proyecto oficialista solo podrán acceder todos los cotizantes que, a la fecha de la solicitud del retiro, registren cotizaciones declaradas inmediatamente en el mes anterior, es decir, quienes estén trabajado, lo que a mi juicio son quienes menos urgencia tienen de recurrir a sus fondos ahorrados de manera obligatoria. Como consecuencia de esta restricción podemos decir que la propuesta del Ejecutivo no solo disminuye el monto máximo a girar, sino que ya no considera el carácter universal del retiro.
Así, a pesar de todos los aciertos en otras materias, tales como la postergación de la entrada en vigencia del estándar de Basilea 3, volvemos a dejar de lado el “factor armonía” y a mostrarnos como el hierro frente a quienes necesitan sus recursos. Con respecto al monto máximo a retirar, el proyecto del Gobierno lo fija en su propuesta en 100 Unidades de Fomento, por debajo de los 4.3 millones que propone la iniciativa actualmente en trámite. Además, el nuevo proyecto que entró al juego también propone una especie de «préstamo» a los cotizantes, ya que quienes retiren sus fondos se verán obligados a reintegrarlos mediante una cotización adicional, con cargo a la cuenta personal y que considera el pago del monto retirado en dos cuotas y no en una. Finalmente, se propone que las altas autoridades del país no puedan solicitar el retiro de sus ahorros.
La primera conclusión a la que podemos llegar es que ahora las personas que más necesitan retirar su 10% de la AFP no podrán hacerlo, ya que, seguramente, no tendrán sus cotizaciones al día. Lamentablemente, es justamente esta postura poco flexible lo que nos ha llevado a esta situación actual, en la cual no se establecen puentes de comunicación que permitan a la ciudadanía entender la verdadera contribución que ha tenido el modelo de capitalización individual en el desarrollo de nuestro mercado de capitales y, finalmente, en el crecimiento de Chile, que ha sido el catalizador de la tremenda reducción de la pobreza en los últimos 30 años. Si tuviéramos que memorizar solo una cifra, sería esta: la pobreza en Chile ha disminuido de forma radical del 38% de la población en 1990 al 8,6% en la última medición hecha en el año 2017.
¿Por qué un sistema como el de las AFP, que está en la génesis del crecimiento de Chile, no solo no es querido por la población, sino que además se busca su destrucción? Sin dudarlo, una de las razones es que no existen puentes de entendimiento entre los actores de la industria previsional y la población que se ve “obligada” a cotizar en el sistema. Puede ser la falta de educación financiera o cualquier otra razón, pero las dos partes no logran dialogar y menos entenderse.
Adicionalmente existe una confusión con respecto a que las bajas pensiones son consecuencia de la mala gestión de las AFP, cuando en realidad son consecuencia de la baja e inamovible tasa de cotización, la informalidad en el mercado laboral, las lagunas en las cotizaciones y los bajos sueldos. Pero también hay un factor que no debemos menospreciar y, a mi juicio, es importante: durante años, personas con enfermedades terminales han solicitado acceder a sus fondos previsionales, mientras las Administradoras han mantenido una negativa de hierro.
A mi juicio, la lección es una: aprender a escuchar, dejar de lado los dogmatismos para flexibilizar posturas. Ninguna verdad es tan absoluta y más que nunca la empatía vuelve a surgir como un punto clave para hacer cambios que nos permitan seguir creciendo, pero sin desconocer el dolor de tantas personas.