El 13 de enero de 1898, el escritor francés Emile Zola publicaba en el diario L´Aurore su célebre artículo J´Accuse (Yo Acuso en español). En el texto, que ocupó la portada de dicho diario, Zola dirigió una carta al presidente de la República de Francia en la que exponía los hechos, las dudas y sus sospechas en torno al caso que había condenado al militar Alfred Dreyfus a cadena perpetua en la Isla del Diablo. Al alzar su voz, Zola no solo logró situar al caso en la primera plana del diario, sino que, tal y como lo dijo el mismo autor, “la verdad está en marcha y nada la detendrá”. Poco a poco, las dudas plasmadas en el texto se fueron aclarando y finalmente Dreyfus fue declarado inocente. El Tribunal Supremo anuló la condena del militar y este pasó a ser reintegrado en el ejército.
Al mirar los videos de lo sucedido el viernes pasado en el Barrio Lastarria donde, nuevamente, apareció la violencia que daña a quienes tanto han sufrido este año y pelean por ponerse de pie, sentí de pronto la necesidad de decir nuevamente Yo Acuso. La realidad es que todos podríamos “acusar” a quienes se niegan a construir una sociedad en armonía, a quienes destruyen colegios, instituciones, fuentes de trabajo y no entienden que sus libertades terminan donde comienzan las de otros. Se me ocurrió que de alguna manera este mensaje puede parecerse un poco a la última columna que escribiera el incomparable Felipe Cubillos, quien encabezaba Desafío Levantemos Chile, cuando él se consideró un “Indignado”.
En dicha columna, Felipe recordaba el incansable trabajo que encabezó desde su organización por la reconstrucción del país luego del devastador terremoto y tsunami de febrero de 2010. En dicha oportunidad, Cubillos recordaba los esfuerzos que se habían hecho para que ningún niño chileno perdiera su año escolar ese año 2010 y, sin embargo, un año después miles de jóvenes estaban a punto de hacerlo.
Esa misma fue la sensación que tuve el viernes: tenemos hoy en Chile una tasa de desempleo de 12,3% y mientras eso pasa algunos destruyen las mesas de restaurantes justo cuando estos podían empezar a ocupar las calles para operar y siendo el sector servicios uno de los más golpeados por la pandemia. Es “indignante” atacar a las pymes cuando son estas las que, en el último año, han generado el 70% del empleo en un país que esperamos que este año se contraiga un 5,5%, y esta cifra nos deja “contentos”. A esto se suma que, en apenas un mes, deberán comenzar a pagarse las primeras cuotas de los créditos Fogape a los cuales accedieron solo las empresas que ya estaban bancarizadas.
Recordemos además que del total de solicitudes por créditos Fogape se cursaron y/o aprobaron solo el 74%, lo que equivale a decir que cerca de un 26% no accedió al financiamiento que necesitaba. Ese monto correspondió a 13 mil millones de dólares. De ese universo, un 89% en número y un 32% en monto correspondió a Micro y Pequeñas empresas. Y otro dato más: de acuerdo al SII, hay 103.000 mipymes que han facturado cero desde octubre 2019 a la fecha y hay cerca de 150.000 mipymes del rubro hotelería gastronomía y turismo que tampoco se han reactivado.
Tenemos que trabajar para tender puentes y recuperar las confianzas entre los distintos actores y sectores de la sociedad, pero no podemos dejar de indignarnos frente a estos hechos que, si bien son aislados, representan todo lo contrario a la armonía y afectan a los emprendedores que están buscando poder levantarse no solo para continuar con el proyecto económico sino de vida que existe tras su pyme, sino también al sustento de todos los que trabajan en él y no quieren pasar a ser un número más en las cifras del desempleo.
Cuando vemos que quienes han sido duramente azotados hace más de un año siguen aferrándose a sus sueños para ser parte del motor de la economía, tenemos que trabajar y comprometernos para mirarnos, reconocernos y entendernos y, así, de manera armónica, reconstruirnos como país.