Las mujeres continúan siendo el género oprimido en el acceso y manejo de los recursos naturales. Específicamente, si hablamos del agua, podemos dar cuenta del rol fundamental que cumplen las mujeres, por esto es tan importante incorporar una perspectiva de género en su gestión.
En general, se supone que las políticas públicas toman las necesidades de toda la población a la que van dirigidas. Pero podemos observar las grandes desigualdades de género que existen hasta el día de hoy.
De acuerdo a lo mencionado por las Naciones Unidas en su informe de La Mujer y el Agua del año 2005, “la gestión local, realizada con frecuencia a través de comités de riego o asociaciones campesinas, normalmente está dominada por los hombres”. Sin embargo, ahí establecen el rol que las mujeres cumplen principalmente en lo doméstico, el que se basa mayormente en la idea de su misión “natural” como gestoras del hogar. Algunas de las funciones desarrolladas por las mujeres en torno a este sector son “como encargadas de la salud en las zonas rurales, educadoras de higiene, constructoras de letrinas locales y especialistas en abastecimiento de agua”.
En Chile, todavía es incipiente el estudio de las temáticas relacionadas al agua en cuanto a perspectiva de género. Al respecto, podemos mencionar los Planes de Mejoramiento de la Gestión (PMG) implementados por el Estado, para los servicios públicos del país. Los PMG se componen de 11 sistemas de mejoramiento de la gestión, dentro de estos se encuentra el Sistema de Género, que tiene como objetivo promover e incorporar el enfoque de género. Por ejemplo, se encuentra presente el PMG Género en la Subdirección de Agua Potable Rural (APR) de la Dirección de Obras Hidráulicas (DOH). En esta se ha incorporado el enfoque de género a través de la sensibilización, visibilización y participación efectiva de los hombres y mujeres beneficiarios(as) de APR, como en el accionar interno de la Subsecretaría de APR.
Sumado a lo anterior, algunas de sus estrategias son el fortalecimiento y condicionamiento para el empoderamiento, como las capacitaciones en materias de enfoque de género, participación y fortalecimiento de mujeres dirigentas. También la elaboración de informes de campo, capacitaciones en enfoque de género y políticas públicas a directivos(as) de la DOH y capacitaciones anuales a su personal tanto regional como a nivel central. No obstante, se observa que los resultados del accionar con respecto a este PMG no se encuentran actualizados en el presente año.
Según la Guía para la elaboración de proyectos con perspectiva de género de 2018 de Comunidad Mujer, la perspectiva de género “es una herramienta de análisis que permite observar cómo las desigualdades de género influyen en las oportunidades para hombres y mujeres y en situaciones de discriminación que pueden emerger”. Por ello, es importante dejar de poner el foco solo en la mujer (como lo han hecho muchas normativas al día de hoy) y empezar a estudiar las relaciones de género que existen y cómo la adopción de medidas puede hacer una sociedad más justa, donde se cambien conductas tanto de mujeres como de hombres.
En el mismo informe de Naciones Unidas anteriormente mencionado, señalan que algunas de las áreas de la gestión del agua donde debe existir un equilibrio entre hombres y mujeres, es en el “acceso a la información, trabajo físico, aportaciones de tiempo y dinero, toma de decisiones, acceso a los recursos y beneficios y control de los mismos”. Es por ello que, al momento de adoptar medidas, se deben tomar en cuenta las diferencias de intereses entre mujeres y hombres, los aspectos culturales y sociales que determinan las jerarquías de un género por sobre el otro, así como también otras diferencias en relación con la raza, situación socioeconómica, edad, entre otras. En este sentido, de acuerdo a la Agenda 2030, específicamente sobre el Objetivo de Desarrollo Sostenible N°5 de Igualdad de Género y el N°6 sobre Agua y Saneamiento, determinan cómo una de sus acciones “de aquí a 2030, logra el acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible para todos y todas”.
Reconocer el rol de las mujeres en el suministro, gestión y defensa del agua es fundamental para hacer una sociedad más justa y ecosistemas más resilientes. Por lo tanto, queda en evidencia que no considerar la perspectiva de género puede traer grandes consecuencias. Como, por ejemplo, reforzar desigualdades entre mujeres y hombres a pesar de que los proyectos tengan la intención de aumentar la participación de las mujeres. Donde aquellos enfocados en la participación local, pueden aumentar la participación de los actores que generalmente han estado en estos espacios, como personas con más dinero, adultos mayores, hombres o pertenecientes a ciertos núcleos de poder. Dicho esto, y dadas estas circunstancias, según las Naciones Unidas “las mujeres posiblemente participen menos debido a normas culturales, falta de tiempo debido a dobles o triples jornadas de trabajo”.
Incluir estos aspectos es un beneficio para todas y todos, donde por ejemplo las instalaciones sean técnicamente apropiadas y estén en lugares convenientes y de fácil acceso, así como también se utilicen y mantengan de manera adecuada, debido a los conocimientos e intereses de toda la comunidad. De esta manera, podrían mejorar las relaciones y dinámicas familiares y comunitarias, además de los resultados de la implementación de políticas públicas de diversa índole.
Asimismo, sería fructífero activar la conformación de organizaciones de usuarios de agua, donde exista participación igualitaria y un suministro permanente de agua potable. Esto puede disminuir el riesgo de enfermedades relacionadas al agua, lo que genera mayor tiempo productivo, mayor asistencia escolar y, por ende, disminuye la carga de trabajo de las mujeres, donde estas pueden utilizar su tiempo para desarrollar las actividades productivas y no productivas que sean de su interés. Considerar el género puede contribuir a la comprensión de los diversos usos del agua y cómo estos se complementan, por tanto, facilitar una gestión integrada de los recursos hídricos.
Por último, es importante mencionar que, más allá de los estudios que estén desarrollando, se observa que la defensa por el agua ha estado siempre presente en los territorios y se ha incrementado a través de los años en la zona centro-sur de Chile, principalmente por la escasez hídrica que está presente hace más de diez años. En estas instancias, son muchas mujeres las que han liderado la lucha en diversos territorios, defendiendo a sus comunidades y a sus actividades de subsistencia.