Una gran mayoría apoyó el Apruebo y la Convención Constitucional el 25 de octubre pasado, pero no es un ningún secreto que este proceso enfrenta problemas de legitimidad para un sector importante de la ciudadanía. Una de estas inquietudes es la desconfianza hacia los partidos políticos, para lo cual proponemos una Convención Constitucional abierta.
“Los partidos se están apoderando del proceso constituyente” es una frase recurrente que parece referirse tanto a las listas inscritas como a la percepción de que el proceso se estrecha más y pierde el sentido que le dio la ciudadanía desde el 18 de octubre en adelante.
La paridad, la participación de pueblos indígenas y la importante reducción de obstáculos para las y los independientes han ampliado el proceso constituyente, pero ello no es suficiente. Por lo anterior, hoy la tarea es transformar lo que entendemos por democracia, ampliarla y superar la lógica vertical e individualista de los últimos 40 años.
Quienes el 18 de octubre salieron a marchar, participaron en cabildos, asambleas y se atrevieron a conversar sobre el país que soñaban, buscaban participar en la creación de un nuevo Chile. Por eso, para quienes creemos en la política, la acción colectiva y la soberanía popular, la decisión es clara y es que haya una Constitución Abierta. De lo contrario, estaríamos permitiendo 40 años más de una democracia vacía, excluyente e individualista.
Para esto proponemos asegurar en el reglamento de la Convención mecanismos de democracia directa que reconozcan de forma vinculante la organización vecinal, con participación de delegadas, delegades y delegados por unidades vecinales y la incorporación de sesiones constituyentes distritales en las que sus respectivos constituyentes reciban y sancionen propuestas para llevar a la Convención.
También planteamos que exista un mecanismo para que un número determinado de personas pueda proponer iniciativas populares de mociones constitucionales que deban discutirse luego en la Convención, permitiendo así a la ciudadanía hacerse parte de manera vinculante del proceso. Esto busca contribuir a superar un modelo de representación poco vinculado a los anhelos, experiencias y miedos de las personas, que ha llevado a una política desconectada de las necesidades de las mayorías.
Por otro lado, si se considera que la concurrencia a las urnas es motivo suficiente para declarar feriado el día de las votaciones oficiales, consideramos plausible proponer jornadas nacionales de diálogo constitucional en días feriados para que todos, todas y todes puedan participar.
Durante este año de pandemia ha quedado más claro que nunca que, como muchas cosas en Chile, el acceso y conectividad a internet está segregado social y geográficamente. Que la información necesaria esté ampliamente disponible y democratizada es una cuestión básica y por eso proponemos que los establecimientos públicos de educación, salud y otras, junto con la red de bibliotecas distribuidas a nivel nacional sean también centros de información. Esto va de la mano con que, tanto la transmisión de sus sesiones como las sistematizaciones de estas sean objeto de acceso universal, que no discrimine a quienes viven con algún tipo de discapacidad sensorial.
A diferencia de los ciclos legislativos, el proceso constituyente es un lapso breve de tiempo. Las discusiones y preguntas a candidatos no debieran ser sólo por profundos horizontes programáticos, sino también respecto de sus propuestas para el reglamento de la Convención Constitucional. Es a través del diseño de formas concretas para el ejercicio soberano de las personas que podremos avanzar en Chile hacia una política en donde el rol protagónico lo tengan las mayorías.