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Sobre fanatismo Opinión

Sobre fanatismo

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Pablo Santander
Por : Pablo Santander Psiquiatra Psicoanalista APCh.
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En los últimos días hemos sido testigos de fenómenos fanáticos. Por un lado, barristas de un equipo de futbol amenazaron a los jugadores de ese equipo de no volver si no ganaban el partido. Otros advirtieron que, al vacunarnos contra el Covid, se nos inocularía un chip con el que seriamos controlados. Tiempo atrás se culpó a los migrantes del fracaso del plan de enfrentamiento del Sida. Lo común a todos estos ejemplos es un modo de pensamiento que ataca la realidad, sustituyéndola por creencias absolutas.

El individuo con características fanáticas es alguien que se adhiere a algo que en su mente ocupa un lugar idealizado. Puede ser el fútbol, la religión, una ideología política o, incluso, conocimientos científicos pueden ser abrazados de forma fanática, como verdades superiores, absolutas y únicas.

Se podría plantear que todos tenemos un grado de fanatismo, al menos en potencia, el grado en el que adherimos a éste dependerá de los sentimientos de desvalimiento que subyacen, y cómo éstos nos atemoricen. Como defensa a estos sentimientos, se desarrollan certezas o pertenencias que reducen la sensación de vulnerabilidad. Esta pertenencia genera la idea de unidad con el grupo de creencia fanática o reduce la incertidumbre intolerable, a través de una verdad absoluta o pertenencia a un grupo que es sentido como superior. Cuando esta dinámica se rigidiza, se genera una organización de personalidad en la cual el grupo o la creencia fanática es central, es casi una relación adictiva con éste. Así, de ser un cierto fanatismo por un equipo de fútbol,  por una estrella de rock, o por el veganismo, se pasa a un modo de funcionamiento en relación con esto. En este esquema pueden generarse violencias contra aquellos que se siente que amenazan esta organización o con los que se viven como traidores a esta causa.

El modo de pensamiento fanático busca adeptos, y transforma la percepción y el conocimiento de la realidad adaptándola a sus necesidades y deseos. En nuestros tiempos de posverdad, este funcionamiento se vale de las noticias falsas.

En estos próximos tiempos de elecciones, se tiende a apreciar el funcionamiento fanático. Una característica de éste es la generalización deformante, en la que se adjudica causalidad general a situaciones que son particulares (reales o no). Este fue el funcionamiento de adjudicación a los migrantes del fracaso del plan contra el Sida, y es un tipo de mecanismo usual contra los migrantes, sobre los que se depositan aspectos propios o sociales que no se desea aceptar.

El riego de este tipo de funcionamiento es que, bajo ciertas circunstancias de angustia o amenaza, éste se contagia como una epidemia, afectando a portadores vulnerables. Cuando éste es adquirido socialmente, se hace altamente contagioso, obnubilando la capacidad de pensar. Personalidades fanáticas, en circunstancias sociales de vulnerabilidad, se transforman en líderes peligrosos como fue el caso de Hitler en la Alemania post primera guerra.

Las ideas fanáticas pueden ser trasmitidas de una generación a otra, siendo éstas inoculadas en la infancia, desarrollándose dentro del núcleo familiar o social. También, circunstancias traumáticas no resueltas, generadoras de resentimiento, estimulan funcionamientos fanáticos.

Como vemos, lo fanático es independiente de la orientación política o religión. Toda idea religiosa o política puede transformarse en fanática, y pienso que una forma de adquirir ciertos “anticuerpos” contra el mismo es conocer su funcionamiento para poder identificarlo y lograr mantener la función del pensamiento indemne de él.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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