Este mes se cumple un año de pandemia; tiempos que nos han hecho reflexionar sobre cómo nos relacionamos y manejamos nuestra salud, pero también celebramos un aspecto de nuestra vida cotidiana que hoy más que nunca se vuelve imprescindible para nuestro quehacer diario: el mes internacional del sueño.
El año pasado, la complejidad de la pandemia nos removió de tal forma que golpeó incluso nuestra facultad natural para descansar, generando que nuestro dormir se transformara en una de las actividades más inconstantes y difíciles de concretar, afectando la salud mental de muchos chilenos.
Así lo confirma, una encuesta de la Universidad Católica del Norte publicada en diciembre del 2020, que indicaba que un 74 % de las personas analizadas a esa fecha presentaba ansiedad, 56 % estrés, 66 % depresión y 65 % insomnio.
Este mes es un llamado a no normalizar nuestros problemas para dormir, pues durante nuestro descanso nocturno se desarrollan importantes procesos regenerativos que nos mantienen sanos y nos dan la energía suficiente para desarrollar nuestras labores diarias. Incluso, instituciones globales como la National Sleep Foundation han llamado a perfeccionar nuestras rutinas nocturnas para beneficiar la efectividad de la vacunación contra el Covid-19 pues, según algunos estudios, dormir mal disminuye en un 50 % la efectividad de una vacunación.
Esperamos que tanto las personas como las instituciones le den cada vez más importancia al buen dormir, entendiendo la relación directa que tiene en nuestra salud y calidad de vida. Este es el primer paso para transformarnos en una sociedad que privilegia el bienestar colectivo del descanso, con instituciones públicas que eduquen y entreguen mayor cobertura, previniendo así enfermedades y mejorando de manera integral la vida de muchos chilenos.