En los últimos 70 años, el mundo ha creado más riqueza que en toda su historia. Hoy enfrentamos un desafío que combina cuatro antecedentes importantes: primero, se está generando la mayor transferencia de riqueza de una generación a otra en la historia de la humanidad, sólo en EE.UU. los boomers transferirán más de US$30 trillones a las nuevas generaciones; segundo, las nuevas generaciones están invirtiendo en organizaciones que priorizan el bien común, según datos de US Trust; tercero, las expectativas de vida de las compañías han bajado desde los 80 a los 15 años; y cuarto, los millennials –que representamos la mitad de la fuerza laboral actual– estamos eligiendo trabajos con sentido, buscando cómo aportar desde nuestro ámbito de acción.
El impacto social y medioambiental, positivos y negativos, deben ser medidos y entendidos por todos. Para lograr la sustentabilidad, las estrategias de ESG deben ser iniciativas que aporten de manera concreta, evitando ser instrumentos de lavado de imagen meramente cualitativos.
El movimiento de inversión de impacto tomó sentido de urgencia cuando en el 2015 la ONU lanzó los 17 objetivos de Desarrollo Sostenible, a través de los cuales, para el 2030, se pretende erradicar la pobreza y el hambre, que exista agua y energía para todos, así como un ecosistema inclusivo y equitativo.
Se estima que se requerirán US$30 trillones para trabajar en este desafío. El mismo monto que se transferirá entre generaciones. Esta es una buena noticia, porque un avance como éste no puede ser sostenido únicamente con dinero del Estado o la filantropía; requiere la intervención y apoyo del sector privado.
Teniendo esto como antecedente, ¿se podrá dimensionar el costo asociado a los diferentes problemas sociales y ambientales, y que las soluciones se midan en torno al ahorro que significará para los Estados?
Considerando que el presupuesto público es limitado y el interés privado aumenta en torno a inversiones con sentido, es necesario incluirlos en estas soluciones y fomentar la “inversión de impacto” (positivo). Para eso, es trascendental desarrollar estándares de medición, robustecer y facilitar el marco tributario y entregar los incentivos necesarios.
Desde la agrupación Un Nuevo Equilibrio (UNE), empresarios y emprendedores de todo el país queremos formar parte activa de las soluciones, conversando, compartiendo buenas prácticas, ideas y visiones, y aportando a la construcción de la Constitución del nuevo Chile, uno con un ecosistema empresarial más conectado con su entorno y con las necesidades de la sociedad.
Nuestra motivación de pertenecer y aportar a nuestro mundo y el futuro de nuestra descendencia depende de cada acción que nosotros realicemos. Hacemos la invitación a quienes quieran unirse a este diálogo a través de nuestra página web ya que creemos que la unión de más voces nos permitirá generar mayor impacto positivo como consumidores, empleados, emprendedores o inversionistas; ayudando a quienes lo necesitan y aportando a nuestro planeta.