Hasta aquí el diseño de los constituyentes oficialistas se ha mantenido sin modificaciones respecto a no protagonizar confrontaciones con los sectores más extremos de la Convención, remarcar una voluntad de diálogo y cierta independencia en el actuar alejado de los partidos y el Gobierno, con vistas a la ceremonia inaugural del próximo 4 de julio. Pareciera que el trasfondo de esta estrategia sería buscar que fuese el diálogo con los sectores moderados un eje del futuro desarrollo de la Convención Constitucional. Sin embargo, el escenario próximo para los convencionales del oficialismo deberá implicar ciertas modificaciones, ya que, de no expresar propuestas o ideas en el debate, se podrían constituir en una suerte de minoría irrelevante o simplemente transformarse en una política testimonial y contestaria.
Los constituyentes del oficialismo han mantenido una posición que conjuga dos elementos: uno de apertura al diálogo, y otro de alejamiento de los conflictos y planteamientos que han surgido en cuanto a la instalación y funcionamiento de la Convención Constitucional. Esto refleja una estrategia y convergencia en el grupo integrado por independientes y militantes de partido, que solo de forma individual han expresado posiciones sobre el futuro constitucional.
Ello implica entonces ceder la iniciativa política a los otros grupos, pero al mismo tiempo la aplicación de un diseño político que ha causado molestia en los partidos del sector y en La Moneda.
Este diseño ha tenido diversos momentos de tensión, pero se ha mantenido inalterable y se aprecia un eje que tiene dos implicancias: una es no “caer” –por ahora– en la confrontaciones de los grupos más activos, como por ejemplo la Lista del Pueblo; por otro lado, dejar que se expresen las más diversos peticiones –como se ha apreciado en los últimos días– tanto en asuntos prácticos como de financiamiento, en una especie de intento de develar aquellos intereses más extremos de la futura Convención.
Los convencionales oficialistas han evitado transformarse en los actores que puedan contradecir las propuestas de, por ejemplo, libertad a los “presos políticos” o aquellas demandas que se hacen acerca de los escasos recursos que habría para una adecuada instalación de la Convención y, también, acerca de ciertas peticiones específicas de los integrantes de los pueblos originarios. En los hechos, han dejado estos temas en manos del Ejecutivo, encargado de organizar la convocatoria inicial.
Esta estrategia no solo ha sido aplicada hacia algunos grupos integrantes de la Convención, sino también la han utilizado con el Gobierno. No hubo constituyentes de Chile Vamos que salieran a respaldar al secretario administrativo, Francisco Encina –designado por La Moneda–, cuya renuncia ha sido solicitada por convencionales de pueblos originarios. Además, pocos de los convencionales del oficialismo estuvieron dispuestos a impulsar la idea primogénita de La Moneda de que fuese el presidente de la Corte Suprema quien condujera la sesión inaugural de la Convención, una idea finalmente desechada.
[cita tipo=»destaque»]Los convencionales oficialistas han evitado transformarse en los actores que puedan contradecir las propuestas de, por ejemplo, libertad a los “presos políticos” o aquellas demandas que se hacen acerca de los escasos recursos que habría para una adecuada instalación de la Convención y, también, acerca de ciertas peticiones específicas de los integrantes de los pueblos originarios. Pero esta estrategia no solo ha sido aplicada hacia algunos grupos integrantes de la Convención, sino también la han utilizado con el Gobierno. No hubo constituyentes de Chile Vamos que salieran a respaldar al secretario administrativo, Francisco Encina –designado por La Moneda–, cuya renuncia ha sido solicitada por convencionales de pueblos originarios.[/cita]
Esta actitud de independencia también ha sido implementada respecto de los partidos políticos del oficialismo, especialmente de Renovación Nacional. Así ocurrió con el actual presidente del partido, el senador Francisco Chahuán, quien señaló que había “mandatado” al vicepresidente y actual convencional, Luis Mayol, para generar “acercamientos” con convencionales de Independientes No Neutrales y de Unidad Constituyente, y tuvo una fuerte respuesta del grupo de convencionales elegidos en los cupos del partido. Recordemos que estos hicieron una declaración pública estableciendo parámetros claros y precisos respecto a su accionar, al señalar que “actuaremos con independencia, no recibiremos órdenes de partidos políticos, tampoco instrucciones de ningún gobierno, parlamentarios o injerencias de cualquier grupo de presión que pretenda instrumentalizar el proceso constituyente”.
Hasta aquí el diseño de los constituyentes oficialistas se ha mantenido sin modificaciones respecto a no protagonizar confrontaciones con los sectores más extremos de la Convención, remarcar una voluntad de diálogo y cierta independencia en el actuar alejado de los partidos y el Gobierno, todo ello con vistas a la ceremonia inaugural del próximo 4 de julio.
Pareciera que el trasfondo de este sería buscar que fuese el diálogo con los sectores moderados un eje del futuro desarrollo de la Convención Constitucional.
Sin embargo, el escenario próximo para los convencionales del oficialismo deberá implicar ciertas modificaciones, ya que, de no expresar propuestas o ideas en el debate, se podrían constituir en una suerte de minoría irrelevante o simplemente transformarse en una política testimonial y contestaria.
A veces, se configuran espacios en los cuales las minorías se transforman en actores esenciales cuando no existe una mayoría clara que ejerza el poder. Será entonces la capacidad y habilidad de los y las convencionales que se pondrá en juego de esta perspectiva, cuyo único camino se encuentra cristalizado en el extenuante y complejo sendero que implica la capacidad de diálogo y acuerdos para construir la nueva Constitución. Sin duda, para ello se requiere de otros también disponibles.