Es la primera medición internacional de nuestro estado institucional y económico, relacionado con nuestras libertades, desde que ocurrió el estallido social, y sus resultados no podrían haber sido peores: la peor caída de posiciones del país desde que se tenga registro. Es de esperar que Chile utilice de buena forma el debate constitucional para poder volver a expandir nuestras libertades económicas y revertir, así, esta alarmante tendencia.
En estos días se ha dado a conocer el más importante informe de la libertad económica en el mundo, conocido como el Economic Freedom of the World Index, publicado por el Fraser Institute y que constata una situación gravísima para el país: la caída en picada de Chile en el ranking de libertad económica. Pues bien, el índice 2021 de libertad económica constata que Chile –después del estallido social del 18 de octubre del 2019– ya ha retrocedido 15 posiciones en el ranking mundial en tan solo un año de medición. De esta forma, el país se ubica hoy en el lugar 29 (que toma los datos económicos de la nación del 2019), mientras que en el informe anterior se ubicaba en la posición 14 (considerando datos del 2018). Esta es la primera medición internacional de nuestro estado institucional y económico, relacionado con nuestras libertades, desde que ocurrió el estallido social, y sus resultados no podrían haber sido peores: la peor caída de posiciones del país desde que se tenga registro.
Economistas de todos los colores políticos, tales como Daron Acemoğlu, Angus Deaton, Amartya Sen, Milton Friedman, John Stuart Mill, etc., han reconocido que uno de los pilares fundamentales del desarrollo humano y de la prosperidad es el crear un sistema institucional y de reglas que promueva la libertad económica y la libre competencia. Es solo a través de la libertad económica, la libertad de creación y la libre competencia –todo esto amparado bajo un sistema de reglas que sancione el fraude, la colusión y los abusos de poder–, que un país puede hacerse próspero y promover el desarrollo y el bienestar de sus ciudadanos.
A pesar de esta evidencia ya reconocida por todos los economistas, Chile lleva obstinadamente casi una década tomando el camino contrario: cada vez más obstáculos a nuestro sistema para alejarnos cada vez más de la libertad económica. Revisaremos brevemente el auge y caída de la libertad económica en el país para poder obtener ciertas conclusiones del camino que hemos tomado.
El caso de Chile es bastante paradójico y único a nivel de libertad económica, pues representa las dos caras de la moneda: un auge rampante de las libertades económicas, seguido por un estancamiento o atrofia y, finalmente, una constante caída de tales libertades económicas. Durante finales de la década de los 80 y durante toda la década de los 90, el país realizó un formidable trabajo de reformas económicas e institucionales a nivel macroeconómico, que ayudó a que pasara, desde la posición número 95 del ranking en 1975 (la posición más baja en la historia del país), hasta llegar al número 23 del mundo en 1995. Durante las décadas de los 80 y de los 90, Chile experimentó una revolución económica positiva y considerable, pasando a escalar de forma acelerada en el ranking. En 1980, nuestro país tenía apenas la posición 63 del mundo en libertades económicas, pero ya en 1995 alcanzó la posición número 23. Esto evidencia que durante el periodo 1980-1995 Chile vivió un periodo único en sus expansiones de libertad económica, impulsando reformas pro-mercado y expandiendo las libertades de todos.
Tal fue el impacto de la expansión de las libertades económicas en el país (1980-1995), que durante la década de los 90 Chile se mantuvo creciendo a más de dos veces (2,2 veces) la tasa de crecimiento de la economía mundial, en instancias que antes de aquello –entre mediados del siglo XX y 1990– lo hacía muy por debajo de la economía mundial. No es casualidad entonces que las reformas institucionales chilenas, enfocadas en la rápida expansión de las libertades económicas de sus ciudadanos durante 1980-1995, se tradujeran luego en un crecimiento económico sin precedentes durante 1990-2000. Este rápido crecimiento de dos veces la velocidad del mundo fue el motivo por el cual a Chile se le llamó, a finales de los 90, el “jaguar de América Latina”.
Posterior a aquel periodo (1980-1995) de acelerados avances en las expansiones de las libertades económicas, y luego de un abrupto descenso en el año 2000 –influido por los efectos colaterales de la crisis asiática–, Chile da paso nuevamente a un período de alzas en el ranking que, si bien fueron sostenidas y positivas en el tiempo, esta vez serían menos significativas y más lentas con respecto al periodo 1980-1995. Es así como Chile logra avanzar desde el puesto número 25 en 2001, hasta alcanzar en 2009 su posición histórica más competitiva en el ranking: la novena economía más libre del mundo. Un nivel de libertad económica jamás alcanzado por ningún país de habla hispana. Es decir, en el período 1995-2009, Chile vuelve a experimentar una expansión de sus libertades económicas, transitando desde la posición 25 del ranking a ser parte del top ten mundial con la posición 9 en el 2009; todo un logro que ha formado parte del milagro económico que había vivido nuestro país desde el retorno de la democracia. Este segundo período positivo de expansión, pero menos acelerado, en materias de libertades económicas durante 1995-2009, lo podemos denominar la consolidación de las libertades económicas en Chile.
[cita tipo=»destaque»]No es casualidad que nuestro auge y caída de las libertades económicas coincida bastante bien con la historia reciente de nuestro ciclo de crecimiento económico, pues, como hemos advertido, la libertad económica y la libre competencia constituyen uno de los motores principales de la creación de prosperidad y progreso de un país. Así las cosas, mientras en el periodo 1980-1995 y, posteriormente, en el periodo 1995-2009, nos esforzamos en expandir nuestras libertades económicas y en hacer reformas pro-competencia, pro-mercado y pro-creación, durante el periodo 2010-2021 nos dedicamos a destruir lo logrado y a pasar “la retroexcavadora”, como bien lo auspició el senador Jaime Quintana por ahí por el convulsionado 2013-2014.[/cita]
Sin embargo, esta historia de éxito y de expansión de las libertades se ha ido lentamente desacelerando y perdiendo con el paso de los años. De hecho, en la última década (desde el 2010 en adelante), Chile ha experimentado importantes retrocesos y un persistente estancamiento en materias de libertades económicas. Un ejemplo de ello es que, si bien Chile alcanzó el top ten con la posición 9 en el 2009, ya solo un par de años después, en el 2012, desciende al lugar número 16 del ranking, y tres años más tarde, en el 2015, pierde dos posiciones más, llegando al lugar 18, situándose por debajo incluso de las posiciones que lograba por ahí en el 2005. Es decir, en el 2015, Chile ya había experimentado casi una década completa (2005-2015) de estancamiento y posterior retroceso de sus libertades económicas.
De hecho, desde el 2009 en adelante Chile comienza a perder posiciones relativas (a perder competitividad) en el ranking mundial y no vuelve nunca más a formar parte del top ten. La guinda de la torta viene durante el período 2015-2021, en donde no solo podemos ver un estancamiento, sino que más bien una constante y permanente caída del país en el ranking mundial, para así llegar, este 2021, a una de sus peores posiciones en la historia reciente del país: el lugar 29 del mundo, apenas arriba de Albania, Guatemala, Panamá y Perú.
La actual posición 29 posestallido social, es la posición más baja en la historia del país desde 1990. En otras palabras, hemos cerrado el círculo y hemos hecho un triste retroceso para volver hacia donde habíamos empezado, deshaciendo en parte lo que habíamos hecho por 30 años. Peor aun con estos últimos resultados del 2021, Chile retrocede 15 puestos en el ranking, marcando la caída más abrupta de la que se tenga registro para nuestro país. No es extraño que la mayor caída en el ranking de nuestras libertades se dé exactamente dentro del contexto de nuestra atrofia social y económica, ahora que estamos ad portas de cumplir dos años de esta.
Finalmente, cabe destacar que no es casualidad que nuestro auge y caída de las libertades económicas coincida bastante bien con la historia reciente de nuestro ciclo de crecimiento económico, pues, como hemos advertido, la libertad económica y la libre competencia constituyen uno de los motores principales de la creación de prosperidad y progreso de un país. Así las cosas, mientras en el periodo 1980-1995 y, posteriormente, en el periodo 1995-2009, nos esforzamos en expandir nuestras libertades económicas y en hacer reformas pro-competencia, pro-mercado y pro-creación, durante el periodo 2010-2021 nos dedicamos a destruir lo logrado y a pasar “la retroexcavadora”, como bien lo auspició el senador Jaime Quintana por ahí por el convulsionado 2013-2014.
Debemos advertir el timing o momento histórico en el cual el proceso de expansión de las libertades económicas en Chile se detiene, pues coincide precisamente con el marcado proceso de desaceleración económica que experimenta el país alrededor de los años 2011-2013. Es sabido que Chile comenzó a experimentar un proceso de desaceleración económica desde el año 2011-2012 aproximadamente, momento en el cual el país comienza a crecer a tasas cada vez más bajas. Este proceso de desaceleración económica se intensifica en el 2013 y en el 2014, marcando el inicio de la peor fase (2014-2021) del crecimiento económico chileno desde la década de los 70. Ciclo que he denominado, en mi nuevo libro, como la Atrofia y el desafío modernizador de nuestro país.
Entonces, no es coincidencia que el auge y caída de nuestra libertad económica coincida –de hecho, se adelanta y en parte predice– con el posterior auge y caída de nuestro crecimiento económico y nuestra actual crisis social, que nos tienen hoy sumidos en pugnas de élites, conflictos sociales y en un populismo rampante. Es de esperar que el país utilice de buena forma el debate constitucional para poder volver a expandir nuestras libertades económicas y revertir, así, esta alarmante tendencia.