Creo que la gran mayoría de los “presos de la revuelta” no son “presos políticos”, como algunos de los convencionales afirman, sino simplemente delincuentes que se aprovecharon de las manifestaciones para perpetrar sus fechorías. Tengo el pleno derecho, en una sociedad que se dice democrática, de sostener mis opiniones, y si el Chile de mañana me las pretende quitar a mí o a cualquiera, nuestro país habrá incurrido en una violación de la democracia tan grave como en los peores momentos de la dictadura militar. ¿Cuál es el nombre que debemos darles a las víctimas de las “víctimas”? ¿No fueron violados sus derechos?
La horrenda palabra, el negacionismo, digna de la Inquisición, se ha tomado a la Convención Constitucional. Un organismo trascendental, que tiene como mandato construir “la casa de todos” a través del diálogo, no puede ni debe considerar ciertas ideas como dignas de censura y castigo.
Me explico. Sí creo que hubo horrorosas, injustificables y bien documentadas violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. Con respecto a los pueblos originarios, es obvio que históricamente han sido discriminados y han sido violados sus derechos fundamentales. Pero una cosa es una reparación histórica, que es indispensable buscar por la vía del diálogo y no con armamento de grueso calibre, y otra es justificar los actos de violencia contra personas y contra la propiedad de empresas y familias por parte de terroristas que buscan una supuesta “reivindicación”. Esos actos son tan condenables como los que reclaman una violación de sus derechos en el pasado y así pretenden justificar violaciones pasadas o presentes. ¿No están ellos violando los derechos fundamentales de los afectados?
Por último, están las llamadas violaciones de los derechos humanos a las “víctimas de la revuelta”. También concuerdo y está documentado que algunos personeros de las fuerzas de orden se extralimitaron; sin embargo, de ninguna manera significa que estas acciones hayan sido sistemáticas y dirigidas desde el Estado.
He ahí mi negacionismo.
[cita tipo=»destaque»]También están las llamadas violaciones de los derechos humanos a las “víctimas de la revuelta”. Concuerdo y está documentado que algunos personeros de las fuerzas de orden se extralimitaron; sin embargo, de ninguna manera significa que estas acciones hayan sido sistemáticas y dirigidas desde el Estado. He ahí mi negacionismo[/cita]
Creo que la gran mayoría de los “presos de la revuelta” no son “presos políticos”, como algunos de los convencionales afirman, sino simplemente delincuentes que se aprovecharon de las manifestaciones para perpetrar sus fechorías. Tengo el pleno derecho, en una sociedad que se dice democrática, de sostener mis opiniones, y si el Chile de mañana me las pretende quitar a mí o a cualquiera, nuestro país habrá incurrido en una violación de la democracia tan grave como en los peores momentos de la dictadura militar.
Una última reflexión. ¿Cuál es el nombre que debemos darles a las víctimas de las “víctimas”? ¿No fueron violados sus derechos? Saqueos, destrucción, vandalismo, pérdidas de empleo y de sustento, tormentos para quienes viven en el epicentro de las manifestaciones cuando a los autodesignados paladines de la sociedad justa se les ocurre llamar a protestar. La violencia que acompaña a todas esas manifestaciones nunca recibe condena alguna. Por el contrario, su silencio dice más que miles de palabras.
Que solo el Estado pueda violar los derechos humanos de las personas es un sofisma más de quienes quieren culpar a la “derecha” y al Estado por todas las penurias que vivimos los chilenos. Y suplantar una falsa dictadura de derecha por una verdadera de izquierda. Una vergüenza.