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No es la etiqueta ni el formato: el verdadero desafío de la centroderecha Opinión

No es la etiqueta ni el formato: el verdadero desafío de la centroderecha

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Tomás Fuentes Barros
Por : Tomás Fuentes Barros Cientista político.
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La centroderecha tiene el deber de estar lista, para liderar una oposición renovada y convocante. Que abra la puerta al feminismo liberal, a los temas que les interesan a los jóvenes y que no sea un frontón reaccionario. Para eso, debemos levantar nuevas ideas (programa), abandonar la mentalidad de la transición y potenciar liderazgos renovadores y alejados de los extremos. Vivimos un momento histórico en Chile, y debemos estar a la altura para recuperar un país de todas y todos los chilenos, no de algunos.


En la última semana hemos visto un debate en la centroderecha sobre si vamos a seguir unidos, si los partidos adoptaran un camino propio o si seguiremos como una mera alianza electoral. El gran problema no es de táctica. El desafío que enfrentamos como sector es de fondo, y no es uno menor.

Veamos los datos objetivos: las mujeres y jóvenes le pegaron un portazo a la centroderecha en las elecciones presidenciales de 2021. Boric triunfó en todos los segmentos etarios a partir de los 70 años hacia abajo. Un impresionante 68% de las mujeres menores de treinta años votó por quien actualmente gobierna el país (encuesta Tú Decides). Aquí se vuelve visible el primer gran desafío que enfrentamos: los jóvenes y las mujeres no se sienten identificados con nuestro sector, al que ven con justa razón como “pegado” en la defensa de una agenda del pasado. ¿Estamos condenados a sentarnos a esperar un cambio generacional de brazos cruzados? ¿Tiene viabilidad un proyecto que fue repudiado por las mujeres en la segunda vuelta?

Propongo tres principios que deben orientar nuestra acción para volver a ponernos de pie y tener viabilidad como sector político.

Primero, no poner la carreta (rostros) delante de los bueyes (ideas y programa). En la centroderecha hemos tomado el camino fácil de buscar rostros, muchas veces solo aspirantes a líderes, y después intentamos articular un programa político para ofrecerle a los chilenos. Al actuar así, estamos como esos equipos que contratan a viejas glorias pensando que jugaran igual que en sus mejores momentos, solo para terminar desilusionados y pidiendo cambio de DT. Tal como esos equipos no tienen una propuesta futbolística, en la centroderecha no hemos sido capaces de ofrecer una propuesta política de cambio y renovación. La mejor prueba es el portazo que nos dieron las mujeres y los jóvenes en la segunda vuelta 2021.

Segundo, debemos aceptar de una vez por todas que el Chile de los últimos 30 años ya se acabó. Debemos renovarnos y ofrecer algo distinto, que busque adherentes, no militantes. Chilenas y chilenos de a pie que los convoque una propuesta de cambio, no de defender un pasado que fue mejor. Es cierto, Chile progresó enormemente en estas últimas décadas, pero no es suficiente con constatarlo y soñar con un pasado que fue mejor. Debemos hablar de futuro. No hay esperanza en el pasado, solo añoranzas.

[cita tipo=»destaque»]Debemos levantar nuevas ideas (programa), abandonar la mentalidad de la transición y potenciar liderazgos renovadores y alejados de los extremos.[/cita]

Tercero, y solo una vez que contemos con un proyecto político para el Chile del futuro, debemos buscar liderazgos renovadores, no de extremos. Necesitamos voces que busquen unidad y no polarización. Para revertir la hegemonía de la izquierda, no va a ser suficiente quedarse en la comodidad de los partidos políticos, centros de estudios o desde el congreso. Debemos atraer a liderazgos capaces de avanzar en mayor implantación territorial, hablar desde la ciudadanía, mostrar que estamos ahí donde nos necesitan.

Unidos, separados, como coalición electoral, alianza, el nombre que sea da lo mismo. Es irrelevante la etiqueta. Tenemos que volvernos hacia el contenido, levantar nuevas ideas, convencer y convocar a quienes han votado antes por nuestro sector pero que no se sienten atraídos por una derecha ultramontana y extremadamente conservadora. En 4 años más, Chile necesitará un programa de cambio y renovación que sea responsable y realista. Ahí estará la gran oportunidad para la Centroderecha.

El gobierno de Boric experimentará el refrán que “otra cosa es con guitarra”. En apenas un poco más de una semana el gobierno se peleó con la iglesia, con la monarquía española, se burló de los locatarios de la zona cero, su ministra del interior fue recibida a balazos en el reducto de narcotraficantes de Temucuicui y se dio una vuelta de carnero triple con el retiro de los fondos previsionales.

La centroderecha tiene el deber de estar lista, para liderar una oposición renovada y convocante. Que abra la puerta al feminismo liberal, a los temas que les interesan a los jóvenes y que no sea un frontón reaccionario. Para eso, debemos levantar nuevas ideas (programa), abandonar la mentalidad de la transición y potenciar liderazgos renovadores y alejados de los extremos. Vivimos un momento histórico en Chile, y debemos estar a la altura para recuperar un país de todas y todos los chilenos, no de algunos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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