No, no es usted… si se sintió identificado es solo producto de su imaginación o conciencia. Si anda por Valparaíso en estos días de abril, verá a los niños en los cerros, las esquinas, en escaleras y en la entrada de los ascensores —los escasos que están funcionando— pidiendo monedas para “el Judas”. Este muñeco de trapo será acarreado durante la próxima semana por la ciudad para atraer las donaciones de los transeúntes. En él se encarna la traición. Traición de uno de los propios, el cual al menos se entregó por monedas y no por desidia o incompetencia.
Al “Judas” se le meterán las monedas en los bolsillos de su camisa y pantalón. Ya no será paseado en burro por los cerros, como se veía en la película de Aldo Francia, “Ya no basta con rezar”. Ahora se ve poco burro en Valparaíso, me refiero al cuadrúpedo. De vez en cuando pasa por la avenida Colón un señor arriba de su burra ofreciendo la leche, que promete fortalecernos. En el acto la ordeña y entrega la esperanza de una mejor salud. Bastante más rápido que nuestra institucionalidad, como ya se reflejaba en el diálogo del médico del consultorio dePuertas Negras con los curas de la película de Aldo Francia.
Enfrentado a una epidemia de fiebre tifoidea, se ve a la gente sacando agua de una quebrada y el colega dice: “Les he repetido cien veces que lo bloqueen, pero siguen haciendo papeles, informes y certificados, ah, sin olvidarse de las estampillas de un escudo (la moneda en Chile de la época)… si no, no vale. Y una vez que han sido hechos se envían, se reciben, se archivan y se justifica el sueldo y todos felices. Menos…”, usted se imaginará menos quiénes, los de siempre. La señora en lista de espera por su artrosis de rodilla. Tiene que subir por la escalera desde el plan con su bolso de verduras. Esas escaleras que retrató Sergio Larraín en los años 50 que se ven dignas y misteriosas. Ahora les faltan pedazos, ocupados como proyectiles, y escurre la orina de un grupo sentado al borde, tomando chelas y jalando.
A la señora se le permite el paso y no la asaltan, un poco de caridad al verla con dolor y cargada. En realidad ella no tendría por qué subir por la escalera si el ascensor estuviera funcionando. El año 2012 el Gobierno –da lo mismo quién estaba en el Gobierno porque después vino otro Gobierno y otro Gobierno– compró los 10 ascensores en manos de privados para que el Estado los hiciera funcionar –tampoco estaban funcionando– como “Legado del Bicentenario”. A la fecha solo están funcionando tres.
En Valparaíso los ascensores son un medio de transporte, no son para la foto. Esto puede ser difícil de entender si se vive en Santiago, pero en todas las ciudades del país las personas acuden a consultorios y hospitales, así que esto le será más cercano. En Valparaíso llevamos al menos 30 años esperando un nuevo Hospital Van Buren. Sigue la espera por la techumbre del Centro de Salud Familiar (Cesfam) Quebrada Verde y Cesfam de Placilla. Esperamos la reposición del Cesfam Placilla, Cesfam Las Cañas, Cesfam Cordillera y Cesfam Placeres. La construcción del Servicio de Atención Primaria de Urgencia de Alta Resolución (SAR) Placilla, SAR Quebrada Verde y el mejoramiento de la posta rural de Laguna Verde. No voy a seguir porque pensarán que estoy mintiendo o estoy en una campaña de desprestigio de nuestra gloriosa y jaguaresca patria, tratando de menoscabar la marca Chile.
El domingo de resurrección, “el Judas” será colgado y se le prenderá fuego. Mientras se va quemando irán cayendo las monedas que correrán cerro abajo. Los niños irán tras ellas tratando de agarrarlas, sin quemarse los dedos. Son las monedas con que se pagó la traición. Algo de dolor provocará para quien se las lleve. Existe otra interpretación de lo que realmente quiso hacer Judas al entregar a Jesús. Incitarlo a que se rebelara frente al Imperio Romano. Cuando el domingo vea a “el Judas” quemarse en Valparaíso, honorable parlamentario, no piense que es una barricada, y usted que tiene que poner una “mosca” o firmar el memorándum, resolución o decreto el día lunes, acuérdese de rebelarse ante el imperio de la desidia, incompetencia y mediocridad, porque la rabia nuevamente se está acumulando.