Pareciera que NO estamos preparados para enfrentar los desafíos que se vienen. No obstante, podemos ver algo de “luz al final del túnel”. El presidente Boric señaló en Buenos Aires: “Latinoamérica tiene que recuperar una voz unida … Si es que seguimos por separados, nos vamos a hundir por separado, pero nos podemos salvar si estamos juntos”, excepto que en esta ocasión el presidente Gabriel Boric se refería a temas como la crisis climática y migraciones, destacando también que se puede “…construir región, cooperación e internacionalismo” (Comunicado de Prensa dando a conocer la declaración de prensa de los presidentes Boric y Fernández el 4 de abril, 2022, Prensa de la Presidencia). Pero, nuevamente, creo que debemos “aterrizar” muy pronto estas declaraciones de principios y ponerles sustancia y contenido.
Con ocasión del reciente viaje del presidente a Argentina -y, a riesgo de ser calificado de “catete”- intento una vez más, poner sobre la mesa el tema de las relaciones económicas internacionales y el comercio. Tengo claro que también existen otras prioridades, pero somos una economía pequeña y no podemos prescindir del mercado internacional. No parece recomendable seguir postergando la decisión de cómo procesamos y enfrentamos los desafíos actuales, acentuados a partir de la pandemia del COVID y por la invasión y guerra en Ucrania. A pesar de las distracciones, tratemos de caminar, mascar chicle, dialogar y adoptar decisiones sobre estos temas. Por favor, no sigamos “chuteando la pelota pa’delante”.
Según la SUBREI, Chile ha desarrollado la mayor red de tratados comerciales, con acceso al 88% del PIB mundial luego de completar 31 TLC(s) con 65 economías, que nos permite acceso al 65% de la población mundial. A esto hay que añadir acuerdos negociados y no ratificados (por ejemplo, el TPP-11) y otros aún en negociación (la modernización de los acuerdos con la UE y EFTA). Todos negociados y ratificados en menos de tres décadas, al regreso de la democracia. Y ahora somos una de las economías más abiertas del globo. Todo un récord. Nuestras autoridades decidieron sumarse con todo a la globalización, solo que lo hemos hecho “por la nuestra”, o como dirían otros, “a lo mero macho”.
Y en medio de todo esto, hace su entrada en escena la “Segunda Ruta de la Seda” anunciada en el 2013 por el presidente Xi Jinping, e inaugurada en marzo de 2015 mediante un “plan de acción” publicado por los Ministerios de Relaciones Exteriores y Comercio (China Daily, 30 de marzo, 2015). Su objetivo público -aduciendo una débil recuperación de la economía mundial, luego de la crisis financiera del 2008- es la construcción de un corredor de doble vía que, a través del comercio, uniría a China, Asia Central, el Medio Oriente y Europa. Todo ello, con inversiones gigantescas dirigidas a realizar mejoras en infraestructura de transporte terrestre, marítimas, y aéreas. El primero de los foros denominados “Belt and Road Forum for international Cooperation” (Pekín, mayo de 2017) dirigidos a inyectar recursos y atraer participantes a la iniciativa, fue atendido por 29 delegaciones y jefes de Estado, incluyendo a Chile, y la presidenta Bachelet (China.org.cn; 27 de mayo, 2017). En abril de 2019, se realizó el segundo Foro, que contó con la participación de Sebastián Pinera.
Durante las visitas, los presidentes de Chile firmaron diversos acuerdos cubriendo temas económicos, políticos, comerciales, agrícolas, de ciencia y tecnología, y culturales entre otros (InvestChile, 15 de mayo, 2019; y MINREL, 24 de abril, 2019). Además, Chile habría pasado a ser parte del Asian Infrastructure Investment Bank (AIIB) un pilar de la iniciativa de Xi Jinping (China.org.cn, 23 de mayo, 2017). Y ¿Ahora qué hacemos? Cualesquiera que sean los motivos ulteriores que tenga China en este proyecto, ya se han incorporado nuevos países de África y de América Latina. Se estima que, a fines de la década pasada, alrededor de cien países ya habrían expresado interés en la iniciativa de la Ruta de la Seda y que habría proyectos en desarrollo por cerca de $1billón de dólares (World Economic Forum, junio, 2017). ¿Qué parte de la “torta china” nos corresponde? ¿Y los compromisos? No lo sabemos, al menos yo no lo tengo claro. Sin embargo, el 19 de marzo, en entrevista con El Mostrador, el embajador de China, relató lo conversado semanas antes, con quien era en ese momento, el presidente electo. Y ahí nos rayó la cancha.
China no es la única en cuestionar el futuro de la globalización y en repensar alternativas. Economistas y académicos a través del globo dudan de su continuidad y buscan dar respuestas efectivas a la crisis (K. Rogoff; El Economista; 9 de junio, 2020). La pandemia acentuó los cuestionamientos al afectar seriamente la capacidad productiva de muchos países y poner en serios aprietos al transporte y a la logística del comercio a nivel global. Y la guerra en Ucrania terminó por complicar todo. Y a varios miles de kilómetros ya sentimos sus efectos con la escasez de algunos productos y aumentos de precios.
Y, ¿Ahora qué haremos? ¿Ratificaremos el TPP-11? Por ahora no, ya ”chuteamos la pelota pa’delante”. Da la impresión de que se la pasamos a los Constituyentes. Según Mesa de noticias de El Mostrador (2 de abril) la ministra Urrejola habría señalado a El País de España, que refrenda “… la decisión del Gobierno de esperar al término del proceso constituyente para poner en …” en agenda en el Senado su eventual ratificación. Podrían desprenderse condicionantes por parte de una nueva Constitución, pero sería bueno saber qué piensa la Canciller a ese respecto y cómo se prepara. Y ¿Qué haremos si la nueva Constitución permite que le echemos “pa’delante”, luego de haber renegado del TPP-11? Es complicado. ¿Y los acuerdos bajo revisión y actualización con la UE y EFTA? ¿Seguimos o no, “amarrados” en la asimétrica relación comercial que tenemos con China? ¿Y los varios acuerdos firmados durante las visitas a China en el 2017 y 2019? Tenemos las manos llenas y pocas respuestas. Como siempre, en esta incertidumbre los chicos serán los más afectados. ¿Y dónde quedarán las promesas del programa? ¿Y la defensa de las Pymes, y de la seguridad y soberanía alimentarias?
[cita tipo=»destaque»]Estamos muy cerca de tener un mercado libre agroalimentario y podemos perfeccionarlo, para luego avanzar al Mercado Común, sentando las bases de nuestra integración política y económica.[/cita]
Tenía la esperanza de que -dada la importancia del intercambio comercial bilateral con Argentina (casi $4.460 millones de dólares, promedio anual, último quinquenio)- la visita del presidente Boric sacaría a relucir los temas de relaciones económicas internacionales y el comercio. Sí, lo hizo, pero sólo a medias. La entrevista realizada al presidente por el periódico trasandino Clarín y los Comunicados de Prensa de la Presidencia informando de las reuniones sostenidas en Buenos Aires, entregan pocas luces al respecto. Si mal no recuerdo, el posible ingreso de Chile al MERCOSUR era parte del programa del candidato Boric pero, al parecer, no figuró en las conversaciones de la visita. Destaco que no estoy diciendo que me hubiese gustado haberlo visto. Tengo otras prioridades y estoy sólo recordando lo que se nos ofreció en el programa y que hoy parece haber desaparecido de la agenda de trabajo. Tampoco creo haber visto el tema de la integración regional, más allá de menciones muy generales a la importancia de “unirnos” en América Latina. Así mismo, no vi mencionado a ninguno de los gremios “pesos pesados” en la delegación o en reuniones informadas por los Comunicado de Prensa. Y, no creo haber visto a las Pymes.
Tengo la firme impresión de que los temas internacionales se acumulan y nosotros seguimos estancados. Aprovecho de recordar que una parte no menor de las exportaciones son productos agrícolas y alimentos (24% de participación en el último quinquenio) y que -como productores y exportadores de “commodities”- la inestabilidad internacional nos afecta de manera particularmente seria. Somos una pequeña economía y elegimos insertarnos en la economía mundial “por la nuestra”. En consecuencia -por ahora- deberemos “rascarnos con nuestras propias uñas”. Las cosechas no esperan y el sector agroalimentario puede verse particularmente afectado si continúa la inestabilidad global, la desarticulación de las redes de logística y de transporte, y la virtual “desconexión” de los mercados, así como la posible reconfiguración de las redes del comercio y de las relaciones económicas a nivel global, y nosotros continuamos de observadores. China ya puso las cartas sobre la mesa y está armando su propio juego, y el embajador de China se lo recordó al presidente Boric. ¿Pero, estamos preparados para “rebobinar” el modelo de “Chile exportador de materias primas” que heredamos de la dictadura militar? Por el momento veo solo buenas intenciones.
Pareciera que NO estamos preparados para enfrentar los desafíos que se vienen. No obstante, podemos ver algo de “luz al final del túnel”. El presidente Boric señaló en Buenos Aires: “Latinoamérica tiene que recuperar una voz unida … Si es que seguimos por separados, nos vamos a hundir por separado, pero nos podemos salvar si estamos juntos”, excepto que en esta ocasión el presidente Gabriel Boric se refería a temas como la crisis climática y migraciones, destacando también que se puede “…construir región, cooperación e internacionalismo” (Comunicado de Prensa dando a conocer la declaración de prensa de los presidentes Boric y Fernández el 4 de abril, 2022, Prensa de la Presidencia). Pero, nuevamente, creo que debemos “aterrizar” muy pronto estas declaraciones de principios y ponerles sustancia y contenido.
Efectivamente, debemos volver a mirar a nuestra Región y trabajar por la integración política y económica de nuestros países. Estoy convencido de poder construirla sobre bases concretas: está a nuestro alcance. El Mercado Común Agroalimentario de Sudamérica es posible y esa puede ser la base sobre la cual construir la integración. Hoy tenemos acuerdos comerciales de diferente naturaleza con todos los países de América del Sur y el comercio agroalimentario de la Región es el sector más dinámico y el de mayor “cobertura”. Estamos muy cerca de tener un mercado libre agroalimentario y podemos perfeccionarlo, para luego avanzar al Mercado Común, sentando las bases de nuestra integración política y económica.