Decir que el mundo laboral tuvo uno de los cambios más trascendentales de las últimas décadas durante inicios de 2020, ya no es sorpresa para nadie. Con la pandemia todos hemos sido testigos del reordenamiento de prioridades, la adaptación a nuevos formatos de trabajo, una mayor digitalización y renovados desafíos.
El área de la Gestión de Personas también ha vivido una revolución importante y sus efectos están dando forma a nuevos paradigmas en la relación entre las empresas y sus equipos, los que probablemente seguirán vigentes en los próximos años.
El ejemplo más claro es lo que ocurrió con el teletrabajo, una tendencia que producto de los confinamientos, tuvo una repentina aceleración equivalente a 25 años, según proyecciones de la consultora Accenture. “Si lo puedo hacer online, lo haré online”, es el sentimiento que hoy comparte una buena porción de los trabajadores chilenos. El estudio “Decoding Global Talent”, realizado por Boston Consulting Group (BCG) y The Network a nivel mundial y con el apoyo de Laborum.com en Chile, mostró que el 92% de los chilenos esperaba que sus trabajos fueran al menos parcialmente remotos después de la pandemia.
De acuerdo a la investigación, la flexibilidad es uno de los factores que más interesa a las personas. Un 65% de los chilenos preferiría un modelo híbrido que mezcle jornadas remotas y presenciales, mientras que un 27% indicó que cambiarían a un modelo completamente remoto si pudieran.
Ante este escenario, las empresas que pretendan volver a funcionar exactamente igual que antes, están virtualmente condenadas. En un futuro —y no muy lejano—, la dinámica de la búsqueda laboral dará un giro y serán los trabajadores quienes elijan a sus jefes, y no al revés. Es un hecho que las nuevas generaciones están privilegiando varios factores a la hora de emplearse y las remuneraciones ya no son lo único que se pone en la balanza, también pesan la compatibilización de la vida personal con la laboral, los valores que promueve la compañía, su nivel de flexibilidad y conexión con las comunidades, entre otros. La firma que no adhiera a estos nuevos requisitos, será incapaz de captar y retener a los mejores talentos, disminuyendo así su desempeño y productividad frente a la competencia.
El gran desafío hoy para la Gestión de Personas es entender que el home office pasó de ser una medida sanitaria para frenar las altas cifras de contagio durante la pandemia, a una opción real y permanente para mejorar el bienestar de los trabajadores y ampliar la oferta de puestos laborales flexibles.
Para ello, es urgente redefinir el modelo. Muy pocos trabajadores están dispuestos a volver a la rigidez de las jornadas 100% presenciales y en el futuro, será fundamental aumentar la implementación de modalidades híbridas que privilegien el trabajo remoto y mantengan la presencialidad para fines de coordinación o casos puntuales. El resto del tiempo, la tecnología, la autogestión y la comunicación entre equipos, serán claves para lograr con éxito cada tarea. Las empresas que tengan claras esta tendencia van un paso más adelante que el resto. Las que no, corren el riesgo de que en las futuras entrevistas de empleo, el mejor postulante les diga “No, gracias” y termine eligiendo a la compañía que sí le ofrece la flexibilidad que necesita.