Si el fallo es ratificado por el pleno del Tribunal Supremo de la colectividad, Desbordes perdería los derechos políticos por un año, lográndose así el objetivo de los conservadores de que no participe en la próxima elección interna. Pero más allá de la sanción, en Renovación Nacional se limpian el camino del líder de los liberales y se consolida un nuevo giro a la derecha, de seguro, teniendo en la mira que este partido se volcará por completo al Rechazo, posición que Schalper –a quien Desbordes señala como el autor de su persecución– ha manifestado desde el plebiscito de entrada, porque siempre ha estado por mantener la Constitución actual sin modificaciones.
Paradójico, hace poco más de un año, Mario Desbordes recibió una estocada al corazón por parte de su partido. Lo abandonaron en las primarias, cuando un grupo importante de Renovación Nacional optó por apoyar a Sichel. Públicamente y sin ningún remordimiento. El mismo grupo –el más a la derecha y conservador–, solo un mes antes de la contienda interna de Chile Vamos, había hecho todo lo posible para que el exdiputado no se convirtiera en presidente de su partido. Hoy, esos mismos, usaron una triquiñuela y le hicieron la encerrona final a un hombre que los ha incomodado siempre por ser muy liberal y no pertenecer a la elite de ese conglomerado.
Desbordes acusó una acción “miserable” y de “ágiles sabuesos” por parte de quienes lo acusaron ante el Tribunal Supremo (TS) por haber criticado a la directiva, al propio TS y a Andrés Allamand, su más enconado rival interno. El extimonel del partido arriesga la suspensión de su militancia, pese a que él mismo, hace menos de un mes, adelantó que estaba pensando renunciar a la colectividad, algo que hoy sería lo más lógico. El exministro de Piñera agregó que este era un intento de censurarlo y que detrás de los seis denunciantes estaban los tres personajes que lideran el ala más conversadora en RN: Schalper, Larraín y Allamand.
Sin duda, este es el intento de golpe final para sacar al incómodo Desbordes, pero refleja también la crisis de un partido que hace rato dejó de ser relevante en la derecha y que en el último tiempo afirmó su relato en tratar de que fracase Boric, como cuando en febrero, antes de asumir, Schalper llamó a “atrofiar” su Gobierno. Lo mismo cuando anunciaron que tendrían un gabinete en las sombras. Pero el propio Desbordes indicó a Diego Schalper como el autor de la maniobra para sacarlo de la colectividad. Recordemos que el diputado hizo –unas horas antes de las elecciones de Renovación Nacional, el año pasado– un encendido llamado a terminar con una especie de dictadura encabezada por Mario Desbordes: “Quiere ser Presidente de Chile, presidente del partido, basta”, dijo con un tono agresivo. El diputado Schalper, que estuvo contra los proyectos de retiro, a favor del Rechazo en el plebiscito de entrada y que apoyó con entusiasmo a JAK, tenía ya en ese momento un objetivo claro: dar de baja la candidatura del presidenciable de su partido. Desbordes se había convertido en un hombre demasiado liberal y peligroso para este grupo dentro de RN, que no se diferencia en nada de la UDI o incluso del Partido Republicano.
Porque la verdad es que desde que Mario Desbordes sobrepasó el eje de la derecha tradicional e intentó poner a RN a tono con los vientos que corrían en Chile desde el 18-O, las resistencias internas no solo quedaron a nivel de declaraciones, sino que pasaron también a los hechos. El exministro de Defensa logró capear el temporal dentro del gabinete, sin embargo, no pudo evitar el ataque frontal y despiadado dirigido por Andrés Allamand, Carlos Larraín y el propio Schalper. A tanto llegó la artillería, que el excanciller, junto con Andrés Chadwick, se integraron a la campaña de Sichel, el abanderado de La Moneda y Piñera.
“¡RN libre!”, gritaron enardecidos los ganadores de la elección interna en 2021 –que apenas convocó a 12.500 militantes de un total de 41 mil–, que dejó dividido prácticamente en dos a un partido, el que hoy sufre una crisis de identidad total. Renovación Nacional llegó a ser, hasta hace un par de años, la expresión de una derecha liberal que incluso fue capaz de entender mejor que su sector –y que el propio Gobierno de Piñera, por cierto– lo que estaba ocurriendo en un país que despertaba frente a la desigualdad acumulada. Desbordes logró comprender bien que Chile ya no era ni sería el mismo y apoyó el proceso de cambio. Pero no logró sopesar el poder de la elite de RN–que lo desprecia por su origen popular, que él ha reconocido con mucho orgullo, incluido el haber sido Carabinero– y menos el peso del ala conservadora de su partido. Claro, el grito de “RN libre” era, en verdad, “¡Libre de Desbordes!”.
Y por supuesto que Desbordes cometió un error político al intentar enfrentar a los conservadores de frente. No solo porque desestimó el poder de fuego –explícito y fáctico– de esa ala de Renovación Nacional –e incluso de La Moneda en su momento, encabezada por el excanciller Allamand–, sino porque además terminó por constituir una provocación intolerable para una elite acostumbrada a manejar el poder a su antojo e imponer su visión de la sociedad sin importarle los cambios que está viviendo nuestro país.
Pareciera ser que la apuesta de la dupla Chahuán/Schalper es reforzar una ideología conservadora y afirmar a su militancia dura, esa que no es capaz de sincerar que estarían mucho más cómodos en la UDI. Creo que este partido no solo está realizando una especie de ritual de asesinato de la figura de su expresidenciable y extimonel, sino que, además, RN comenzó un camino inevitable que debería terminar en un quiebre entre estas dos expresiones tan polarizadas. Es difícil administrar un partido dividido no solo en fuerzas de poder antagónicas, sino por proyectos ideológicos tan distantes. Después de todo, Renovación Nacional responde a otra época histórica, nació hace 34 años, un proceso de crisis que ya han vivido el PPD, la DC y la UDI.
Si el fallo es ratificado por el pleno del Tribunal Supremo de la colectividad, Desbordes perdería los derechos políticos por un año, lográndose así el objetivo de los conservadores de que no participe en la próxima elección interna. Pero más allá de la sanción, en Renovación Nacional se limpian el camino del líder de los liberales y se consolida un nuevo giro a la derecha, de seguro, teniendo en la mira que este partido se volcará por completo al Rechazo, posición que Schalper –a quien Desbordes señala como el autor de su persecución– ha manifestado desde el plebiscito de entrada, porque siempre ha estado por mantener la Constitución actual sin modificaciones.