En relación con la innovación tecnológica, existe una gama amplia de oportunidades que pueden desarrollarse mediante esfuerzos públicos y privados, para acelerar y aumentar la seguridad hídrica en todo el país. La gestión insuficiente también afecta en la disponibilidad del recurso hídrico en el país y sus cuencas, generando la necesidad de una mejor gestión estratégica e integrada entre los diversos actores relacionados directa e indirectamente, lo que implica ciertas brechas en relación con la planificación integrada de territorios, investigación, información y acción coordinada para responder a este desafío de forma pertinente y eficaz.
El cambio climático ha afectado severamente la disponibilidad de recursos hídricos en el país. Los resultados del Balance Hídrico Nacional para las macrozonas norte y centro, ya en 2018, mostraban una clara tendencia a la baja en las precipitaciones y una disminución progresiva de los caudales en los ríos.
En conjunto, las alzas en temperaturas e isoterma cero, han producido deshielos prematuros y precipitaciones líquidas sobre la reserva nival, que generan mayores escorrentías y disminuyen las reservas de agua en cordillera, principalmente de glaciares, los que han sufrido una baja del 8% en la última década, de acuerdo con el Balance Hídrico Nacional. En los últimos años se ha observado una disminución sostenida y creciente en la disponibilidad de recursos hídricos, de entre un 20% y 50% en las macrozonas sur y norte-centro, respectivamente, la que se proyecta siga en déficit en los próximos 30 años.
De acuerdo a la Mesa Nacional del Agua, iniciativa del Ministerio de Obras Públicas (2020), la seguridad hídrica es entendida como “la provisión confiable y oportuna de agua en cantidad y calidad, primero para el consumo humano y luego para la conservación de los ecosistemas hídricos y la producción de bienes y servicios”.
Sin embargo, la infraestructura resulta en muchos casos insuficiente para los nuevos desafíos climáticos del siglo XXI y, en consecuencia, los esfuerzos públicos y privados deben acelerarse para la resiliencia de nuestras ciudades y territorios a nivel nacional.
El pasado 11 de abril, el Gobierno Regional Metropolitano, por primera vez en su historia, lanzó un protocolo de racionamiento hídrico en la cuenca de Santiago para mejorar la resiliencia y seguridad hídrica en el territorio metropolitano. En particular, se propone generar cuatro tipos de alerta en relación con el nivel de aguas disponibles para los ríos Maipo y Mapocho: Alerta Verde cuando los suministros de ambos ríos no alcancen y se deban aplicar recursos extras; Alerta Temprana Preventiva para la Verificación de Recursos de Emergencia y Restricción de presiones dentro de la norma; Alerta Amarilla cuando los ríos Mapocho y Maipo no cubran los servicios de agua potable en un periodo superior a dos meses; y Alerta Roja, con la que comenzará a aplicarse el racionamiento de agua a la población.
Se implementarían cortes rotativos de agua potable, pero se usarán recursos de emergencia para la atención de clientes críticos, como servicios de Salud, hogares de adulto mayor y residencias sanitarias. Estas alertas, se expresan en cortes rotativos por sector cada 4, 6 y 12 días, con una duración máxima de cada corte de 24 horas, y que será informado debidamente a la población general.
Esta iniciativa, se suma a la lanzada el pasado 26 de marzo por el Presidente Gabriel Boric, en la que decretó un nuevo Código de Aguas que priorizará el acceso para el consumo humano. Se privilegian ciertas acciones relacionadas con la mejora de información de recursos hídricos, la colaboración con organizaciones de usuarios de agua, la gestión estratégica de cuencas y la innovación tecnológica, entre otras medidas.
En relación con la innovación tecnológica, existe una gama amplia de oportunidades que pueden desarrollarse mediante esfuerzos públicos y privados, para acelerar y aumentar la seguridad hídrica en todo el país. La gestión insuficiente también afecta en la disponibilidad del recurso hídrico en el país y sus cuencas, generando la necesidad de una mejor gestión estratégica e integrada entre los diversos actores relacionados directa e indirectamente, lo que implica ciertas brechas en relación con la planificación integrada de territorios, investigación, información y acción coordinada para responder a este desafío de forma pertinente y eficaz.
Lo anterior se posibilita través de nuevas iniciativas y proyectos público-privados, como los que estamos llevando adelante en Sé Santiago Smart City y Fundación País Digital (FPD), que mejoren la gestión estratégica de cuencas, la colaboración de las distintas organizaciones de usuarios de agua y, especialmente, en lo referente a nuevas tecnologías y herramientas para la medición de la información relativa al recurso hídrico para mejorar la toma de decisiones en dicho ámbito. La magnitud del desafío hídrico requiere de objetivos y metas estratégicas en la próxima década, que impacten positivamente a la resiliencia de las ciudades y el territorio, y que otorguen seguridad hídrica y sostenibilidad para las generaciones actuales y futuras.