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Término del gabinete Irina Karamanos: el remedio ha sido peor que la enfermedad Opinión

Término del gabinete Irina Karamanos: el remedio ha sido peor que la enfermedad

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Álvaro Pavez Jorquera
Por : Álvaro Pavez Jorquera Abogado. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad de Valparaíso. Director del Área de Litigios en Ferrada y Asociados. Ex Jefe de la División Judicial y Subsecretario de Justicia (S) del Ministerio de Justicia y DD.HH durante el segundo Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet.
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Como abogado interesado en los asuntos del derecho público, concuerdo en que fue un error –de principiantes– la creación de un gabinete extraño al aparato público, no solo porque los cargos públicos han de ser creados por ley, sino también porque un eventual cambio de ese gabinete, en particular, pasaría a ser un asunto más bien ligado a la farándula política que a los asuntos de gobierno.

Pero, bromas aparte, y apartando también al Derecho Administrativo, la primera pregunta que estimo prudente formular es: ¿por qué la pareja sentimental y no formal del Presidente de la República, expuesta a un cambio de gabinete (perdón por la ironía) debe tener un cargo formal en la Administración del Estado? De lo que se sigue varias otras interrogantes: ¿qué pasa si ese informal vínculo se suspende o se rompe?, ¿qué pasa si el Presidente contrae otro u otros vínculos en la lógica del poliamor, por ejemplo, que nadie sin caer en arbitrariedades podría discriminar? ¿Tendríamos un gabinete colegiado?

Pero como el tema del inventado y extraño gabinete ya tuvo su derrotero con una nueva marcha atrás del gobierno, surgen otras cuestiones de la mayor relevancia, si de igualdad de género se trata, pues la señorita Karamanos ha pasado a ser, de ahora en adelante, la titular de la “Coordinación Sociocultural de la Presidencia de la República”, algo así como su directora.

Imposible no ligar lo sociocultural con la actividad que desarrollan, por ejemplo, las fundaciones, en una lógica patriarcal del siglo XX, donde se relega a las mujeres a ese tipo de proyectos sociales y culturales, dispensándolas de paso de la necesidad de generar recursos, pues ellos provienen de la generosidad de la filantropía de las empresas que, por su parte, administran los hombres.

El paralelo entre las fundaciones abocadas a lo sociocultural y la Coordinación análoga de la Presidencia de la República, da cuenta básicamente de la misma estructura patriarcal, que relega a la mujer a un plano secundario y protegido, pero que juega un rol muy importante, pues le permite influir, con sus encantos, en las rudas decisiones masculinas (pido perdón nuevamente por la ironía).

Ejemplos hay por montones, desde la mítica Fundación Vito Corleone, que Michael le entrega a su hija Mary para ir en ayuda de los pobres, conceder becas a artistas y financiar la investigación médica, o, sin necesidad de recurrir a la ficción, la Fundación MERI, de los Solari, que le entrega una generosa anualidad en millones de dólares a doña Francisca Cortés Solari, quien no tiene necesidad de generar los ingresos, sino solo de bien gastarlos.

Es fácil pregonar la igualdad de género, pero cosa distinta es con guitarra.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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