En estas últimas semanas hemos estado recibiendo muchas noticias internacionales de cómo el bitcoin y las criptomonedas han tenido una gran caída en su valor, generando alarma en quienes han invertido importantes recursos en adquirir estos instrumentos virtuales de valor, pero sobre todo provocando inquietud en quienes hemos estado desarrollando plataformas en realidad inmersiva o metaverso, por los efectos negativos que pudiere tener desde la confianza de los usuarios.
Primero que todo, decir que el metaverso es una herramienta virtual que está aún en desarrollo y que se espera que en un horizonte de 3 a 5 años esté en pleno apogeo. Uno de los principales proyectos a nivel mundial ha sido el impulsado por Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, que con su compañía META sólo el 2021 invirtió 10 mil millones de dólares, una cifra astronómica, pero que da cuenta del interés de desarrollar esta plataforma.
Pero como todo sistema que está en construcción, hay mucho de ensayo y error. Lo de las criptomonedas es un ejemplo. No significa que el sistema sea malo, sino que ha demostrado fisuras que deben resolverse para que funcionen adecuadamente. Los especialistas suelen decir que es una oportunidad para replantear los proyectos y resolver los problemas de escalabilidad, seguridad y descentralización de mejor forma. Cada cierto tiempo tenemos caídas globales de Whatsapp, Instagram, Facebook o Twitter, y no ha habido una fuga masiva de esas redes, por ejemplo, más allá de la molestia que genera en los usuarios.
Claro, si se interrumpe mi sistema de mensajería es probable que me desconecte por un momento de mis comunicaciones habituales con mi familia, amigos o compañeros de trabajo. Por último, siempre existirá la tradicional pero efectiva llamada telefónica si es algo muy urgente. Con el Bitcoin, al igual que con las acciones en la bolsa, la posibilidad de recuperar dinero dependerá de las fluctuaciones del mercado… y allí los ciclos son importantes de analizar.
Por lo mismo, no se trata de minimizar la caída en valor de las criptomonedas, sobre todo porque muchas personas, gente común, ciudadanos de a pie y no necesariamente grandes millonarios, han perdido dinero en esta apuesta, pero la tendencia es que el metaverso irá cada vez más abarcando espacios cotidianos, y los financieros no estarán exentos de eso. Tampoco puedo dejar de resaltar que los beneficios que ofrece Bitcoin y la blockchain específicamente, siguen siendo la mejor opción para desarrollar nuestras tecnologías, al ser nativamente pensadas desde el internet y con valores acordes a la visión del metaverso.
Por lo mismo, este fenómeno negativo hay que mirarlo en su justa medida, como un aprendizaje respecto de cómo debemos convertir este hecho en una oportunidad, y de ir avanzando hacia un espacio cada vez más seguro de interacción. Sin duda, muchos desarrolladores de metaverso hoy ven con cautela este fenómeno, pero el llamado es a no entrar en pánico, porque de este conflicto se obtendrán grandes enseñanzas.
Quienes nos hemos dedicado los últimos años a trabajar y diseñar plataformas en realidad inmersiva, no nos quedaremos de brazos cruzados y seguiremos apostando por la innovación y la creación de nuevas herramientas. El metaverso es una realidad que no podemos desperdiciar y desaprovechar por sus múltiples ventajas, y es por lo mismo un desafío en sí mismo, que debe ir incorporando elementos de seguridad para no asustar a los actuales y futuros usuarios.
Finalmente, no está de más señalar que, en la medida que esta tecnología vaya desarrollándose, más desafíos y también dificultades se presentarán. Lo importante es tener la entereza para afrontarlos y poseer la capacidad creativa para darle respuesta, porque así ha sido la historia de los grandes cambios tecnológicos y científicos que hemos vivido en las últimas décadas.
