Chile viene experimentando una pérdida sostenida de competitividad y libertad económica reflejada en una paulatina pero constante caída en los rankings mundiales de libertad. La semana pasada fue publicado el Ranking de Competitividad Mundial 2022 y muestra que Chile cae, por segundo año consecutivo, en sus niveles de competitividad. Con este resultado, el país alcanza hoy su peor registro y su nivel de competitividad económica más bajo a nivel histórico. El ranking muestra además que Chile quedó hoy en el puesto número 45 de 63 países sondeados en dicha medición, el nivel más bajo en la historia de la misma (ver aquí). Para poner las cosas en perspectiva, países retrasados económicamente como Grecia e Indonesia ostentan los puestos 47 y 44, respectivamente.
Dicho ranking analiza y clasifica a los países según cómo gestionan sus competencias para lograr la creación de valor en el largo plazo. La competitividad de cada país se mide a partir de cuatro áreas: 1) desempeño económico, 2) eficiencia del Estado, 3) eficiencia de los negocios, 4) infraestructura. Todo esto se basa en 333 criterios de competitividad seleccionados (ver metodología aquí).
La historia reciente de Chile en dicho ranking es preocupante, pues evidencia un auge y caída marcada en nuestra competitividad económica: en el 2005 el país subía y alcanzaba el puesto número 19, siendo su mejor registro histórico a nivel de competitividad (hoy el puesto 19 lo ostenta Australia). Posteriormente, y desde el 2012 en adelante, el país observa un deterioro más o menos constante y sostenido, perdiendo siempre escalones de competitividad en el tiempo. El desplome final vino tanto en el 2021, instancia en la cual Chile perdió seis escalones de competitividad, como hoy, en el 2022, en donde la pérdida acumulada en la última década nos lleva a nuestra peor posición histórica, reflejando una muy baja competitividad económica y una falta de capacidad de generar valor. Todo esto se puede ver gráficamente en la siguiente figura.
Ranking de Competitividad Mundial, Chile (2001-2022)
Fuente: LyD, 2022
Estas malas noticias en el ranking de productividad vienen a sumarse a las muy malas noticias recientes respecto al desplome de Chile en los rankings de libertad económica. Pues bien, en el 2022, el ranking de libertad económica realizado por Heritage Foundation evidencia que Chile ha caído también ahí por segundo año consecutivo, descendiendo a la posición 20 de la medición (ver aquí); asimismo, en el 2021, en el índice “Economic Freedom of the World” del Fraser Institute, Chile experimentó una debacle nunca antes vista, retrocediendo 15 puestos en solo un año en dicho ranking de libertad económica (ver aquí).
Es interesante advertir que la caída de Chile en el ranking de competitividad visto es análoga a la caída del país en materia de libertad económica, ya que ambos han experimentado un auge en los períodos (1990-2000) para luego experimentar una lenta caída y un constante retroceso en el período (2010-2020). De hecho, en nuestro más reciente estudio académico al respecto (Paniagua y Órdenes, 2022), hemos revisado la evolución histórica de la libertad económica en el país para todo el ciclo 1970-2018, la cual refleja una historia similar a la del ranking de competitividad mencionado.
Libertad económica del Heritage Foundation, Chile (1995-2021)
Fuente: Paniagua y Órdenes, 2022
Nuestro estudio señala que Chile ha experimentado tres períodos de diferencias en su libertad económica: 1) la “gran expansión de las libertades económicas” (1980-1995), 2) la “consolidación de las libertades económicas” (1995-2009) y, finalmente, 3) el “estancamiento y declive de las libertades económicas” (2010-2018). Nuestra investigación señala, además, que la velocidad de expansión y posterior estancamiento de las libertades económicas en Chile está relacionada con su otrora exitoso proceso de crecimiento y su actual atrofia económica que se arrastra desde el 2011 (Paniagua y Órdenes, 2022). Nuestro estudio utiliza el caso chileno como ilustración para hacer un punto clave en la teoría del desarrollo, al señalar que la relación entre instituciones y crecimiento ocurre a través de cómo se expanden las libertades económicas en el tiempo. Esta relación entre instituciones y crecimiento económico, vía una expansión de las libertades económicas, no ha sido reconocida por la literatura, ni menos apreciada por los políticos y académicos que hablan pestes del proceso pro-mercado y modernizador que Chile impulsó en el periodo 1985-2000.
Con todo, al ver tanto la caída sostenida de Chile en el ranking de competitividad desde el 2012 y en el de libertad económica desde el 2013, pareciera no ser coincidencia entonces que el país ha experimentado la desaceleración económica más marcada de los últimos cuarenta años en el periodo 2011-2021 (ver tabla bajo) —período al que hemos llamado “atrofia de nuestra modernización”, en mi más reciente libro, Atrofia: Nuestra encrucijada y el desafío de la modernización (Paniagua, 2021)—.
Fuente: Paniagua, 2021
Toda esta evidencia para Chile, respecto a su auge y caída de la competitividad y libertades económicas, sugiere que la presencia de instituciones que promuevan altos grados de libertad económica es una condición sine qua non a fin de lograr tasas de crecimiento altas y sostenibles en el largo plazo, pues existe una relación fuerte y negativa entre pérdida de libertad económica y competitividad a nivel relativo y una pérdida en nuestra capacidad de generar valor y crecimiento económico en el tiempo.
Esto es precisamente lo que la evidencia empírica nos revela: un reciente estudio cuantitativo señala que, por cada punto de caída en la libertad económica, se pierden entre 0, 3 y 1,6 puntos de crecimiento económico. Los economistas Rafael Acevedo y María Lorca-Susino (2022) han investigado las consecuencias de corto plazo de la erosión de la libertad económica sobre la tasa de crecimiento económico y las instituciones en diecinueve países de América Latina. Los resultados llevan a los autores a concluir que:
“Entre 2000 y 2019 los gobiernos latinoamericanos han aumentado y disminuido la libertad económica en un ciclo continuo. Combinando diferencias en la erosión de la libertad económica con diferencias en el crecimiento económico y un conjunto de variables institucionales, para una muestra de 19 países latinoamericanos, los resultados sugieren que por cada punto porcentual que un país erosiona la libertad económica, al año siguiente, su crecimiento económico la tasa es entre 0.3 a 1.6 puntos porcentuales más baja, y sufre un empeoramiento de instituciones como democracia, corrupción, leyes transparentes, esfuerzo de censura en los medios y restricciones judiciales”.
En conclusión, la caída en los rankings de libertad económica y de competitividad es una cosa que debería preocuparnos, ya que ayudan, en parte, a entender cómo nuestras instituciones se han ido marchitando, erosionando nuestras libertades económicas, y cómo todo esto ha ido destruyendo nuestra capacidad de generar valor y prosperidad para las clases medias. Hoy, que estamos ad portas de un referéndum en el cual se busca aprobar una nueva Constitución que sigue el arriesgado camino de erosionar nuestras libertades económicas, es de esperar que se tome toda esta evidencia en consideración.