Al margen de la opinión que uno se pueda haber formado del proceso, a través del cual, se redactó el proyecto constitucional (incluyendo los errores y aciertos que puedan haber cometido los convencionales) o del texto final que va a ser plebiscitado, creo que, como país, nos podemos sentir orgullosos de haber logrado encausar institucional y democráticamente una crisis social y política de la magnitud que enfrentamos. *( Ver al final Nota del Redacción)
A veces las cosas obvias se callan y por calladas se olvidan. Déjenme recordar algunos hechos de nuestro muy reciente pasado, me baso en internet (la mayoría de Wikipedia): alrededor de 30 muertos, 3400 personas civiles hospitalizadas por enfrentamientos, aproximadamente 2000 carabineros lesionados, graves violaciones de derechos humanos, tanquetas pasando por el apumanque, 3.300 millones de dólares en pérdidas económicas (incluidos los graves daños a la propiedad pública y privada), entre 100 y 300 mil puestos de trabajos perdidos, el peso chileno se desplomó, se suspendieron las cumbres de APEC, de la COP25 y la final de la copa libertadores a disputarse en Santiago. Podremos discutir un poco las cifras, los énfasis, e incluso agregar algunos otros datos, pero todos sabemos que ese era más o menos el panorama en Chile los días previos al 15 de noviembre de 2019.
¿Qué pasó el 15 de noviembre de 2019?
Es bueno recordarlo, ese día, se suscribió, en el congreso nacional, el “acuerdo por la paz social y la nueva constitución”, cuyo encabezado dice y lo cito textual (el subrayado es mío): “Ante la grave crisis política y social del país, atendiendo la movilización de la ciudadanía y el llamado formulado por S.E. el Presidente Sebastián Piñera, los partidos abajo firmantes han acordado una salida institucional cuyo objetivo es buscar la paz y la justicia social a través de un procedimiento inobjetablemente democrático”. ¿Cuál era la salida institucional que se propuso? Era preguntarle al país si quería que se redactara un proyecto de nueva constitución. A parte del partido comunista, todo el resto de los partidos más relevantes firmaron el acuerdo, algunos ejemplos de los firmantes son: Jaqueline van Rysselberghe presidenta de la UDI, Hernán Larraín Matte presidente de Evopoli, Mario Desbordes presidente de Renovación Nacional, Fuad Chaid presidente de Renovación Nacional, entre varios otros.
[cita tipo=»destaque»]Me parece justo agradecer a los firmantes del “acuerdo por la paz social y la nueva constitución” por el coraje que tuvieron para firmarlo, así como a los convencionales (y a todos los profesionales que los apoyaron) quiénes, luego de un año de intenso trabajo, lograron cumplir con la misión.[/cita]
No quiero ser naive y pensar que solo por este acuerdo se logró encausar el estallido social, sin duda, la pandemia también tuvo mucho que ver, pero es innegable que el “acuerdo por la paz social y la nueva constitución” fue una piedra angular que permitió una salida institucional a la grave crisis política y social que estaba atravesando el país. Tengo la impresión de que, como país, no le hemos otorgado el suficiente valor a este acuerdo. Quizás tenga que ver con que hoy muchos de los firmantes se arrepienten de lo que hicieron (cuestión que me parece un grave error). Pues bien, tal como se lo mandataba el acuerdo (con algunos cambios de fechas, por la pandemia), el día 28 de junio recién pasado la convención dio por finalizado su trabajo, quedando solo pendiente la presentación del proyecto de nueva constitución el próximo 4 de julio (2 meses antes del plebiscito, como lo mandata el acuerdo).
Al margen de la opinión que uno se pueda haber formado del proceso, a través del cual, se redactó el proyecto constitucional (incluyendo los errores y aciertos que puedan haber cometido los convencionales) o del texto final que va a ser plebiscitado, creo que, como país, nos podemos sentir orgullosos de haber logrado encausar institucional y democráticamente una crisis social y política de la magnitud que enfrentamos. Desde este punto de vista, sin importar cuál sea el resultado del plebiscito, me parece justo agradecer a los firmantes del “acuerdo por la paz social y la nueva constitución” por el coraje que tuvieron para firmarlo, así como a los convencionales (y a todos los profesionales que los apoyaron) quiénes, luego de un año de intenso trabajo, lograron cumplir con la misión, sin precedentes en la historia de nuestro país, que se les encargó de redactar un proyecto de nueva constitución para ser plebiscitado por la ciudadanía.
*Nota de la Redacción: Debido a un error involuntario, equivocamos la fotografía del autor de esta columna, el que corregimos y dejamos constancia en este acto. Para mayor abundamiento se reitera que el autor no es Ignacio Fernández Reyes, cuya fotografía fue usada incorrectamente.