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El eterno retorno del antisemitismo Opinión

El eterno retorno del antisemitismo

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Daniel Chernilo
Por : Daniel Chernilo Profesor Titular de Sociología en la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez en Santiago y Director del Doctorado en Procesos e Instituciones Políticas.
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El combate contra el antisemitismo se debilita cuando simplemente se lo comprende como “otra forma de racismo”. Por cierto que lo es, pero es también un tipo específico de racismo, dirigido contra un grupo específico en razón de sus supuestas “características” o “comportamientos”. Comprender la historia del antisemitismo, y educar para su combate, tiene aun mucho que avanzar entre nosotros.


El 18 de julio de 1994 explotó en la ciudad de Buenos Aires, la sede principal de las organizaciones judías de Argentina, la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). Se trata del atentado terrorista que ha producido el mayor número de muertes judías en un solo día desde el fin de la guerra mundial en mayo de 1945. La responsabilidad por tamaño crimen apunta directamente al gobierno de Irán, seguido de cerca por la complicidad del gobierno argentino que en ese entonces presidía Carlos Menem. En parte como conmemoración a ese crimen, que aún permanece impune, esta semana se organizó en Buenos Aires la décima edición del “Foro Latinoamericano de Combate al Antisemitismo”. La ponente más esperada del evento fue la destacada historiadora de la Universidad de Emory, Deborah Lipstadt, que a contar de marzo de este año es Enviada Especial de los Estados Unidos para Combatir y Monitorear el Antisemitismo. Durante el miércoles y jueves de esta semana, la embajadora Lipstadt estuvo de visita en Chile, donde se reunió, entre otros, con autoridades del gobierno, el presidente del senado y representantes de la comunidad judía.

En la misma semana en que se conmemora el atentado terrorista de la AMIA y el país recibe a la más alta autoridad diplomática con responsabilidad específica en el tema, El Mercurio hace gala, nuevamente, y en menos de un año, de que a su juicio es totalmente aceptable trivializar la masacre de los judíos de Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Algunos lectores recordaran como, en octubre de 2021, El Mercurio publicó, en un tono propio de las páginas sociales, sobre los gustos y tribulaciones personales del segundo líder de la jerarquía nazi –Herman Göring. Esta semana el mismo diario ofreció a sus suscriptores la venta de “soldaditos” coleccionables de la Segunda Guerra Mundial, entre ellos militares Nazi vestidos con el uniforme de la SS. Las Schutzstaffel fueron inicialmente los escuadrones de choque con que Hitler organizó el conjunto de actos terroristas y amedrentamiento que fueron parte central de su estrategia para hacerse el poder. Una vez asumido el control total del estado las SS se transformaron en las fuerzas especiales que el régimen Nazi desplegó para hostigar, perseguir y reprimir a sus enemigos políticos. En parte, organización del partido Nazi y, en parte, organización oficial del estado alemán, ese estatus especial hizo de las SS los escuadrones de elite a quienes se encargó planear, organizar y ejecutar la así llamada “solución final” del “problema judío”. Posiblemente el más conocido de los criminales de guerra Nazi, Adolf Eichmann, era oficial de las SS.

[cita tipo=»destaque»]Falta muchísimo aun para dar un paso similar en relación con el antisemitismo.[/cita]

Las reacciones en el país frente a esta afrenta han sido de unánime condena. Como sucedió también en el caso de la nota sobre Göring, la Embajada de Alemania en Chile preparó un comunicado muy ponderado donde explica lo inadecuado de estas trivializaciones del nazismo, en general, y, en este caso particular, de las fuerzas militares encargadas de cometer crímenes de lesa humanidad. Se ha discutido también sobre qué nos dice este nuevo “error”, sobre cómo entienden los derechos humanos, la segunda guerra mundial y el propio nazismo las elites económicas y políticas asociada con El Mercurio. Y es difícil no vincularlo al racismo de esa misma elite, expresado históricamente en su apoyo a Colonia Dignidad, y en el presente, en la forma con que han criticado la idea de plurinacionalidad de la nueva constitución.

Sin embargo, no han sido muchos fuera de la comunidad judía quienes han resaltado la dimensión intrínsecamente antisemita de estos episodios. El país ha avanzado significativamente en la forma en que valora su diversidad y reconoce los derechos de los distintos grupos y minorías. Desde la igualdad de género, hasta la plurinacionalidad, pasando por las disidencias sexuales. Hoy entendemos mucho mejor que antes que las distintas formas de discriminación tienen algunas características comunes, pero que deben comprenderse y reconocerse también en sus propios términos. Pero falta muchísimo aun para dar un paso similar en relación con el antisemitismo. Si aun tiene dudas de que no estamos frente a casos aislados, basta recordar que la semana pasada el diario Las Ultimas Noticias –que es parte del mismo conglomerado periodístico que El Mercurio– publicó, como parte de la publicidad pagada de una importadora de licores, la imagen antisemita clásica de un judío de nariz larga y sonrisa socarrona que se soba las manos mientras billetes verdes vuelan a su alrededor.

El combate contra el antisemitismo se debilita cuando simplemente se lo comprende como “otra forma de racismo”. Por cierto que lo es, pero es también un tipo específico de racismo, dirigido contra un grupo específico en razón de sus supuestas “características” o “comportamientos”. Comprender la historia del antisemitismo, y educar para su combate, tiene aun mucho que avanzar entre nosotros.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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