Durante bastante tiempo la geografía ha estado asociada a la localización de elementos del espacio y a la memorización de elementos de la realidad para representarlos cartográficamente. Si bien este tipo de perspectivas tiene su utilidad y su vigencia, no agota las posibilidades de la disciplina, tanto en los procesos de investigación como en los procesos de formación escolar y universitaria.
Si bien muchos de nosotros recordamos las clases de geografía escolar y/o universitaria como una tortura, para muchos de nosotros también fue un descubrimiento maravilloso, sobre todo en nuestra formación universitaria. He podido observar las luces y sombras de una bella disciplina, en mi propia formación: sombras, cuando un académico nos examinaba con un esquicio en blanco del mundo y una lista de 100 nombres de ríos, montañas o ciudades para que las representáramos en el mapa; y luces, al aprender cómo se tejían relaciones entre los elementos del medio físico y humano para poder entender factores vinculados con el riesgo o el funcionamiento del mundo natural. Comprender el emplazamiento de la ciudad de Santiago, asociado a la emisión de contaminantes y a las variaciones de las temperaturas atmosféricas, las cuales explican el porqué de los problemas de contaminación en época invernal, o también entender cómo la precipitación sólida en altura se asocia a la disminución de la posibilidad de aluviones e inundaciones que afectan a los seres humanos, o cómo la conectividad es necesaria, compleja y con diferencias de este a oeste o de montaña a mar, así como desde el sur al norte de nuestro país. Podría seguir con estos ejemplos.
Hoy el maridaje entre las representaciones geográfico-espaciales, las lógicas de la experiencia espacial y las conceptualizaciones geográficas dan muchas oportunidades para que la geografía se transforme en un proceso cercano y con sentido interescalar. Existen variados problemas contemporáneos que tienen relación con esta disciplina, desde las estrategias y lugares de los sujetos, hasta las representaciones regionales o las dinámicas de la ciudad. Lo anterior vinculado a un sinfín de perspectivas desde las cuales pueden ser abordados estos problemas.
En esta lógica del deslumbramiento que nos produce o entrega la geografía, hace un par de meses editamos un libro, en dos tomos, que aborda geografías contemporáneas, tanto en su vertiente conceptual como en su relación con los ambientes formativos. En este libro se pueden encontrar autores que nos ofrecen sentidos de la disciplina que permiten comprenderla en su estado contemporáneo, y que pueden entregar al lector interesado orientaciones sobre trabajos, investigaciones y pensamientos que dan pistas sobre lo que está sucediendo hoy en nuestras geografías.