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Bolivia y su convulsa geografía política: pistas desde el territorio Opinión

Bolivia y su convulsa geografía política: pistas desde el territorio

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José Orellana Yáñez
Por : José Orellana Yáñez Doctor en Estudios Americanos Instituto IDEA-USACH, Magister en Ciencia Política de la Universidad de Chile, Geógrafo y Licenciado en Geografía por la PUC de Chile. Académico de la Carrera de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Academia Humanismo Cristiano
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Hace unos meses el intelectual boliviano Álvaro García Linera, exvicepresidente de Bolivia, visitó Chile entregando sus visiones generales respecto de cómo el mundo, en este contexto de globalización financiera, se articula y rearticula con una serie de efectos de tipo políticos, sociales y económicos, donde los proyectos de futuro ofrecidos por el neoliberalismo se envejecen, no dando respuestas a las promesas realizadas por el mismo. Son los momentos del “tiempo liminal”, esto es, vivencias del presente, sin futuro de proyecto político. Flujos y reflujos económicos y políticos o de economía política vienen siendo y seguirán siendo los ejes articuladores del ordenamiento mundial y de cada una de las unidades geopolíticas estatales, donde victorias y derrotas cortas serán las tónicas de las fuerzas políticas nacionales con impactos diferenciados en clave de escala geográfica. Lúcido análisis el que entregó el intelectual y político boliviano.

En esa oportunidad, también se dio tiempo para opinar respecto del proceso político constitucional chileno. Otra vez, en lúcido análisis, consignó dificultades de forma y fondo del proceso político señalado, colocando en valor una interrelación ontológica que debe darse en el mismo, esto es, un momento de disputa y conflicto político entre los diversos intereses nacionales e intranacionales vs. uno de tipo institucional y legal, que, en su concepto, fue el que se impuso, siendo capitalizado electoralmente por los sectores conservadores, transversalmente dispuestos en el sistema político, mediáticamente bien trabajado (nacional y regional, so pretexto del centralismo nacional). 

Es en ese momento, cuando se hace relevante el dato proveído desde la geografía política con su objeto de estudio que es el espacio geográfico político. Muy probablemente, el proceso político boliviano, del que fue protagonista junto a Evo Morales, incluso antes de eso, como está profusamente documentado, le permite a García Linera, determinar su opinión respecto de lo ocurrido en Chile. El espacio geográfico político boliviano se ha esculpido desde una conflictividad sistemática, abigarrada como indicaría otro intelectual clásico boliviano, como es René Zabaleta Mercado, donde distintas clases sociales junto con su componente étnico, devenido en plurinacionalidad (relevado con la irrupción político-formal del MAS), en su emplazamiento territorial correspondiente, conocieron de tensiones sociopolíticas significativas, hasta el día de hoy. En específico, el análisis sociopolítico logrado por Zabaleta Mercado, no solo explicaría la conflictividad comentada, sino que, también, la sistemática sesión de territorio a sus diferentes vecinos vía expedientes diversos (guerra y diplomacia), dada la imposibilidad de lograr el mínimo común denominador interno de unidad entre su clase dirigente espacialmente emplazada, proyectando una imagen internacional de permanente vulnerabilidad interna. 

Así, Bolivia, en sus propias encrucijadas geográfico políticas ha enfrentado varias que tienen hoy por hoy una tensión socio-político-territorial interior, que otra vez, por ejemplo, conoce de la disputa de una región cruceña-valle vs. la altiplánica-paceña, teniendo como protagonistas políticos a un gobierno del MAS liderado por Luis Arce, cuya proyección es nacional con anclaje territorial en las regiones altiplánicas (con dificultades en sus gobernabilidad coalicional) vs. un Luis Fernando Camacho, gobernador del Departamento de Santa Cruz, quien ha sido apresado por los tribunales, a propósito de la causa judicial referida al Golpe de Estado, perpetrado contra el gobierno de Evo Morales hace unos años. Cuestión, además, complementada por una disputa entre ambos liderazgos político territoriales identitarios, a propósito de la ejecución del censo nacional que terminó consolidándose para marzo 2024, también inminentemente territorial, el cual, permitiría más recursos financieros futuros a la región de Santa Cruz, por su mayor peso poblacional, agregándose, una reconfiguración de la geografía política electoral, permitiendo mayores grados de incertidumbre electoral, respecto del siguiente proceso electoral que debe enfrentar Bolivia el año 2025 (se levantó un paro y bloqueo de rutas de 36 días en Santa Cruz, producto de esta situación). 

Así, Bolivia, otra vez, enfrenta una coyuntura político-territorial compleja donde las diferencias históricas, provenientes desde las disputas regionales, se dejan evidenciar, dificultando la gobernabilidad y gobernanza interior del país, respondiendo a las dinámicas propias de ese espacio geográfico político particular, donde lo esperable es que se resuelvan, institucional y sociopolíticamente hablando, lo más positivamente posible, en orden al fortalecimiento de democracia en cuanto valor cultural y régimen político. Es un desafío permanente para Bolivia, ya que esta disputa regional –pareciera ser– no fue atemperada por un proceso constitucional boliviano bien ‘disputado’, en los años 2000, cuando el mismo fue testigo de conflictividades intensas dentro y fuera de la asamblea constitucional de momento (tampoco lo resolvió, anteriormente, el ciclo neoliberal ejecutado, tras la recuperación de la democracia en los años 80).

Lo que ocurre en Bolivia importa mucho, ya que, junto con lo que se vivencia en el Perú, más lo de Brasil con la intentona de golpe de Estado por sectores bolsonaristas radicales hace unos días (tras la ascensión de Lula da Silva a la condición de presidente), agregándose Argentina con su crisis política respecto de la sentencia del Poder Judicial contra la vicepresidenta de la República, Cristina Fernández, más su permanente crisis económica, hacen de este espacio geográfico político integrado, en las diferencias que cada uno contiene, un escenario de incertidumbres políticas y sociales (tiempo liminal), que mayoritariamente afectan a poblaciones populares y clases medias en la satisfacción de sus necesidades materiales y simbólicas como mecanismo de resolución de problemas y conflictos (desigualdades y carencias). La invitación, entonces, sería, leer adecuadamente el territorio para ajustar la acción y la prospección, inclusive en tiempos liminales, como indicaría García Linera, en uno u otro espacio geográfico político nacional o transnacional en la interescalaridad que corresponda.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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