Siete regiones con incendios forestales, más de 70 focos activos –según datos de Conaf– y un avión “Ten Tanker” en el país para combatirlos, es un panorama desalentador que pareciera tener una fecha propia en el calendario chileno: fines de enero y principios de febrero.
¿Pero qué hacer para que esto no siga pasando? Está claro que el 99,7% de los siniestros en los bosques los causa el hombre, ya sea por acciones accidentales, negligentes o derechamente intencionales. Entonces, creo que debemos apelar a la educación y acciones impositivas.
Con acciones educativas podemos cambiar los hábitos y la conducta de la población en actividades propias de la época de vacaciones. Dentro de las medidas más básicas se debiera considerar no hacer fogatas, no fumar en lugares no autorizados y no quemar basura.
Por ejemplo, si se va a realizar una fogata, hay que tener siempre al alcance elementos para apagarla (agua o tierra), cubriendo por completo las brasas, y quienes viven cerca de bosques o en el campo, deben mantener la casa despejada de arbustos que puedan arder con facilidad.
También es recomendable no dejar basura u otros elementos en el bosque que puedan acelerar o servir como combustible al avance del fuego, además de identificar siempre las zonas con más riesgo y sus respectivas vías de evacuación.
Las medidas impositivas, en tanto, promueven cambios de conducta a través del cumplimiento de leyes y, para que esto sea efectivo, se necesita una amplia difusión de las normas y contar con sanciones ejemplificadoras para quienes no cumplan con lo establecido.
Siempre será más fácil evitar un incendio forestal que controlarlo. Creo que es tiempo de que dejemos de ver a febrero como una “temporada de incendios” y nos preocupemos como país de invertir en prevención y no en mitigación.