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Transporte público en Santiago: evasión en dos dimensiones Opinión

Transporte público en Santiago: evasión en dos dimensiones

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Durante la semana pasada hemos sido testigos de un mediático intercambio de opiniones entre expertos de transporte público, tanto del ámbito privado como público, relativo a la crisis financiera que enfrenta el sistema de transporte de Santiago, ocasionada principalmente por los altos niveles de evasión que impone una necesidad de subsidio creciente. 

Es interesante el debate, porque deja en evidencia la discrepancia que existe en torno al sistema de transporte de buses metropolitano.

Sin embargo, en tanto usuario que es uno, la discusión no es tan docta, sino que más bien terrenal, dado que las molestias y sinsabores se viven a diario, no obstante los nuevos buses gozan de asientos amplios y aire acondicionado, la limpieza en alguno de ellos es destacable y, en los más, el trato noble como deferente del chofer.

Pero volviendo a la evasión, uno la enfrenta en dos dimensiones. Por una parte, molesta e irrita que un 40% de los pasajeros no paguen su boleto. Muchos, en su mayoría jóvenes, se saltan el torniquete y los otros ingresan por las puertas traseras al momento de abrirse para dejar que los pasajeros bajen. “Se te olvidó pagar” o “la subida es por delante”, suelo decirles a quienes “invaden” evadiendo. Frente a sus miradas, muchas veces de indiferencia, otras veces amenazantes, hay que reprochar su actuar a pesar del mal rato que de ello deriva, insultos de por medio. Si yo pago, es antidemocrático que los otros no lo hagan. 

Y acá cabe la primera pregunta, qué hemos observado para evitar la evasión. A modo de ejemplo, en los últimos 12 años he sido sujeto de tan solo una fiscalización, la que se llevó a cabo a la altura del Centro Comercial Omniun, comuna de Las Condes, siendo sorprendida una mujer como evasora, a la que se le conminó a bajar. Pero lo anterior es sinuoso con la realidad, porque el bus venia de Oriente a Poniente en un sector donde la evasión es relativamente menor. ¿Cómo no diseñar un sistema inteligente de denuncia? Existen aplicaciones para monitorear los tiempos de transporte como Moovit que bien podrían replicarse para denunciar y perseguir a los buses que transporten pasajeros impagos. Pero falta audacia política para ello. 

Por otra parte, en tanto usuario, uno observa una segunda dimensión en la evasión, que es también contractual para con el Estado como el usuario, y es la que ejecutan empresas de transporte al no cumplir determinados indicadores de calidad de servicio. Lo anterior dice relación con la frecuencia como regularidad. 

Si consideramos el “Ranking de Calidad de Servicios de las empresas Operadoras del Sistema Transporte Público”, que da cuenta de los estándares, uno mira con preocupación determinados índices de incumplimiento. Respecto al comportamiento del indicador de frecuencia en día completo, las empresas Subus (89,84%) y STP (89,47%) no cumplen con el mínimo exigido, mientras que en punta mañana solo STP (88,52%) no llega al mínimo exigido. La punta tarde reporta las mismas dos empresas sin cumplir en día completo: Subus (85,59%) y STP (82,36%). 

Para peor, en sectores no cubiertos por la red de metro, el monopolio de los operadores de buses debiera ser fiscalizado con mayor celeridad como firmeza. Lo anterior, no puede ser obviado por el ministerio del ramo a través del Directorio de Transporte Público Metropolitano.  

A modo de conclusión, lejos y con nostalgia uno añora aquellos años en que uno pasaba, de mano en mano, el valor del boleto al chofer y este devolvía el vuelto de pasajero en pasajero. Lamentablemente, ese pasado ya se fue, y nos golpea un vergonzoso presente. 

Por lo tanto, dado el nivel de indolencia de parte de los pasajeros, hoy, no es trivial decretar un sistema un transporte de buses urbanos que funcione teniendo como norte la dignidad del usuario en lo que a frecuencia como regularidad dice relación, al igual que sancionar, de una buena vez, a ese 40% de evasores que obvian, sin asco, el cumplimiento de un deber como obligación cívica. La autoridad tiene la obligación de actuar al respecto. Caso contrario, es un cómplice más en todo esto. 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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