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La fiesta de Republicanos Opinión

La fiesta de Republicanos

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Rodrigo Álvarez Quevedo
Por : Rodrigo Álvarez Quevedo Abogado de la U. Adolfo Ibáñez. Profesor de Derecho Penal, Universidad Andrés Bello. Abogado Asesor, Ministerio del Interior (2015-2018)
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Pero el Consejo no ha empezado su trabajo y el panorama ya se les pone difícil. Los dirigentes republicanos, Arrau y Squella, se desmarcaron de los dichos de Kaiser y afirmaron que van a respetar los 12 bordes, pero vale recordar que Johannes Kaiser renunció a la bancada por sus dichos misóginos, que hasta cuestionaron el voto de la mujer, y luego regresó por su gestión impecable, según el propio Kast.


Los que no querían ir a la fiesta terminarán poniendo la música. Paradójicamente, los que creen que no es necesaria una nueva Constitución terminaron, tras el contundente triunfo en las elecciones, manejando el timón. Ya no podrán decir que es una discusión de la élite, ajena a los intereses de la ciudadanía, sino que tendrán que conducirla. 

En el proceso pasado ocurrió algo similar con la Lista del Pueblo, independientes y escaños reservados, que entraron triunfantes y soberbios y terminaron como ya sabemos. Luis Silva, quien probablemente liderará a la mayoría republicana, parecía tenerlo claro. Al menos durante unos días, intentó alejarse de polémicas declaraciones anteriores, como cuando señaló que en Chile sobra el agua y que para comprobarlo habría que revisar Wikipedia, para decir que acoge plenamente el llamado del Presidente Boric de “no cometer los errores” del proceso anterior, afirmando que su actitud será de apertura, lejos de querer boicotear este proceso. Señaló, quizás adelantándose a previsibles tensiones, que no era esta la instancia para abocarse a discusiones valóricas. En el Parlamento hubo un tono similar, con varios gestos hacia la ministra Tohá; incluso Mauricio Ojeda dijo que le hubiese gustado que ella fuera ministra del Interior en el Gobierno de Piñera, ya que el Gobierno actual “ha puesto lucas para proteger a nuestra policía”. 

Lo ideal, aunque cada vez más difícil, sería tener una Constitución neutra, dentro de lo posible, que permita el desarrollo de los diversos proyectos políticos compatibles con la democracia, sin inclinar de entrada la cancha en favor de quienes dibujan sus límites. La democracia, en algún sentido, se trata de esa disputa entre proyectos políticos diversos. Un neoliberal, un socialdemócrata y un socialista difícilmente se podrán poner de acuerdo, pero todos deben poder impulsar sus proyectos de país en una disputa democrática por el poder, en la que la política se encargará de que puedan tratarse como adversarios y no como enemigos. Dadas la polarización y la distribución de fuerzas actuales, un resultado así es casi completamente improbable, más si el tono de los primeros comentarios apenas duró unos días. 

Rápidamente se comenzaron a repetir errores del proceso previo, cuyo fracaso, como se ha dicho de sobra, no fue –al menos no solo– por el resultado, más allá de lo criticable que fuera el texto, sino en buena medida por el proceso. Es cierto, como también se ha dicho, que es más difícil construir que destruir, y a Republicanos no le bastará en un proceso constituyente con hablar sobre delincuencia e inmigración –temas abandonados por las izquierdas, que les permitió correr solos–, y varios de sus intereses, como las AFP o el aborto, podrían quedar fuera del debate. Es probable que no entren pifiando el himno, sino cantándolo con entusiasmo, pero el propio Silva ya había dicho que no conoce a todos los consejeros de su partido y que cuando dice que cree que el aborto no será parte de la discusión, a menos que la izquierda traiga el asunto, habla solo por él. El devenir del proceso depende de personas que ni ellos conocen. 

Al igual que con tempranas renuncias a la Lista del Pueblo, Republicanos ya cuenta con una primera deserción. Dirán que el invitado era desconocido, un paracaidista, pero Aldo Sanhueza renunció tras conocerse antecedentes sobre su causa por abuso sexual. Kast había dicho que lo conocía desde que era dirigente estudiantil, que es una persona que tiene muchos conocimientos técnicos y habilidades blandas. Si no conocen tan bien a sus consejeros, entre más de una veintena podría haber varias sorpresas y arrebatos. El proceso los va a dejar expuestos como nunca habían estado. Quizás no vayan a votar desde la ducha, pero es inevitable que aparezcan viejas y nuevas declaraciones. 

Se revivieron las declaraciones del consejero Barchiesi, que en 2018, tras ser consultado por la alta tasa de suicidios de personas impedidas de asumir su identidad de género, dijo que esto no tenía que ver tanto con la discriminación y que “cuando había esclavitud en Estados Unidos los negros no se suicidaban”. Claudia Mac-Lean, luego de ser electa en Magallanes, dijo que sus prioridades eran defender a Chile de la izquierda radical y cuidar lo que tenemos, que hemos avanzado y que hoy todos los niños tienen zapatos. Luego, apareció la familia Kaiser en pleno: Axel dijo que era cuestionable que los bordes fueran jurídicamente obligatorios; Vanessa, que también entrevistó para hablar sobre el “Chile que viene” al nazi Alexis López Tapia (y dijo que estábamos en guerra civil de media intensidad escalando a alta), afirmó que el Estado social y democrático de Derecho era la Constitución habilitante que Teillier necesita; y Johannes, vestido de Stingo, dijo, sobre los bordes, que no firmaron nada y que “si quieren rechazar, perfecto, se quedan con la Constitución de Pinochet”. 

Ahora el profe Silva dejó el tono inicial para preguntarse “¿por qué cresta siendo mayoría tenemos que llegar a acuerdos con la minoría?” o decir que la diferencia con Chile Vamos es que para ellos dialogar es llegar a acuerdo, y, para él, no. El diálogo al menos debe orientarse al entendimiento y al acuerdo. Sin diálogo ni acuerdo solo habrá imposición. Y la Constitución que Republicanos querría imponer sería algo muy parecido a la Constitución de Pinochet. Tal vez con algunos cambios cosméticos; un gatopardismo que permita cambiar algo para que todo siga como está. Como sea, si lograran aprobar su proyecto se presentarían como héroes de la patria –con escudos del Capitán América y música de Los Vengadores, como nos tienen acostumbrados– y un próximo Gobierno de Kast estaría casi asegurado.  

Pero el Consejo no ha empezado su trabajo y el panorama ya se les pone difícil. Los dirigentes republicanos, Arrau y Squella, se desmarcaron de los dichos de Kaiser y afirmaron que van a respetar los 12 bordes, pero vale recordar que Johannes Kaiser renunció a la bancada por sus dichos misóginos, que hasta cuestionaron el voto de la mujer, y luego regresó por su gestión impecable, según el propio Kast. Si no logran controlar los dichos del honorable de impecable gestión y si después de esto aparece el probable presidente del Consejo diciendo algo similar: dos Stingo son demasiado. Parece imposible que con 23 consejeros –que ahora son 22, luego de la renuncia de Sanhueza–, no se empañe el proceso con nuevas declaraciones. 

Además, hubo un récord histórico de votos nulos, que incluso superaron a la tercera lista con más sufragios (Chile Seguro), que probablemente no dependen del texto que resulte del proceso, y habrá que esperar para ver si quienes promoverán el Rechazo –que solo en parte dependen del resultado del proceso– estarán dispuestos a atacar el proceso, caer en exageraciones y apretar el botón de las fake news, como hicieron los que ahora son triunfadores en el proceso anterior; así es que sí se suman y suman declaraciones que disgusten a la ciudadanía, ganará el Rechazo. Republicanos sería apuntado y podría dilapidar rápidamente el capital político acumulado, volviéndose incapaz de proyectar un gobierno en lo inmediato.  

Hay fiestas mejores y peores, pero esta depende en lo fundamental de ellos. Para bien o para mal, es la fiesta de Republicanos. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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